Los flujos de dinero se reducirán 20% en 2020, pero el riesgo de que los migrantes pierdan su empleo y regresen a su país de origen puede afectar a todos, dice un análisis del organismo.
La caída en los flujos globales de remesas este año, que el Banco Mundial estima en cerca de 100 mil millones o 20% frente al año pasado, representa una amenaza para los países receptores de esos recursos, dice el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Los países que dependen en gran medida de estos recursos experimentarán al mismo tiempo salidas de capital privado, y las remesas no estarán ahí para mitigar el impacto, por lo que la devaluación resultante deprimirá la demanda local, aumentará su deuda en moneda extranjera y profundizará la caída de estas economías, señala un análisis elaborado por Antoinette Sayeh, subdirector gerente del FMI, y Ralph Chami, subdirector del Instituto para el Desarrollo de Capacidades.
Los flujos de remesas hacia países de bajos ingresos alcanzaron 350 mil millones en 2018, superando la inversión extranjera directa, la inversión de cartera y la ayuda extranjera como la fuente más importante de ingresos del exterior.
Pero la caída en estos flujos internacionales también puede retrasar la recuperación de los países ricos donde se originan las remesas, pues los migrantes proporcionan mano de obra muy necesaria para nutrir sus economías, y mandarlos de regreso a sus países solo hará que tome más tiempo restaurar la producción a los niveles anteriores, dice el análisis titulado La pandemia de COVID-19 amenaza con secar una fuente vital de ingresos para los pobres y frágiles.
“En países como Estados Unidos que dependen de la mano de obra estacional, mantener a los migrantes dentro de sus fronteras y mejorar las pruebas de infección traerá un doble beneficio: garantizar el suministro de productos agrícolas frescos para el país de acogida y preservar las remesas para los países de origen de los migrantes”.
Las remesas tienen una función contra cíclica en crisis convencionales, dicen los autores, porque fluyen hacia el país de origen de los migrantes cuando su economía experimenta un choque macroeconómico, y con ello ayudan al consumo, financian las balanzas comerciales y son fuente de ingresos fiscales para los gobiernos que suelen depender de los impuestos al consumo y el comercio.
Una crisis diferente
Esta vez es distinto, porque las perturbaciones causadas por la pandemia en las economías de los países de acogida de migrantes pueden transmitirse a las economías de los países receptores de remesas.
“Una crisis prolongada podría empeorar la presión en los mercados laborales de los países ricos, y los migrantes sin trabajo podrían perder su condición de residentes y verse obligados a regresar a sus lugares de origen”, advierten los autores, quienes citan a diversos estudiosos del fenómeno de las remesas.
Citan el ejemplo de los estados del Golfo como Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, que dependen de la mano de obra migrante del Medio Oriente, África del Norte y el sudeste asiático y que, ante la caída de los precios del petróleo y la actividad económica podría dar lugar a que los migrantes, algunos ya están contagiados con el virus, regresen a casa.
Al hacerlo, señalan los funcionarios del FMI, se unirán a los desempleados en sus países de origen y ejercerán más presión sobre los sistemas de salud pública de por sí frágiles, lo que aumentaría la presión social sobre sistemas de salud que no están preparados para hacer frente a la pandemia, y eso aumentaría los efectos de contagio más allá de sus fronteras.
“Es probable que las personas que escapan de situaciones difíciles en sus propios países busquen otras costas, pero los países más ricos, también en medio de la lucha contra el virus, pueden tener muy pocos deseos de permitir la entrada de migrantes, lo que puede conducir a una crisis de refugiados aún mayor”.
La pérdida de ingresos tributarios, por la caída del consumo que respaldaban las remesas, empeorará las cosas para los gobiernos, y limitará severamente su capacidad de participar en medidas fiscales anticíclicas, señalan los autores.
“Esto crea una urgencia tremenda para que la comunidad internacional ayude, incluso cuando los países ricos se enfrentan a enormes cargas fiscales”.
Los funcionarios del FMI recomiendan que los países de acogida estabilicen las oportunidades de empleo de los trabajadores migrantes y que los incluyan en sus paquetes de ayuda para la protección del empleo.