Según los últimos datos recogidos, actualmente, más de 125 millones de personas están inscritas en el servicio de donación de órganos. Un gesto altruista que consiste en la entrega de un miembro o tejido de nuestro cuerpo a otro individuo que lo necesita, con el propósito de realizar un trasplante. Este tipo de procesos suelen desarrollarse, en la mayoría de ocasiones, entre donantes fallecidos y pacientes en estado crítico.
Sin embargo, existen también algunos órganos que pueden ser trasladados mientras el donante todavía está vivo. Como es el caso de los riñones o algunas partes del hígado o el pulmón. El corazón, el páncreas, las córneas o las válvulas cardíacas son igualmente compatibles con un trasplante. Esto ha provocado en los últimos años que el número de donaciones en vida iguale al antiguo modelo líder.
Requisitos para ser donante de órganos
Este procedimiento es de lo más sencillo. Solo tienes que solicitar la tarjeta de donante. Un documento de valor testimonial, pero que confirmará tus intenciones en el momento del fallecimiento. Teniendo así tu familia el consentimiento para proceder a la extracción.
En primera instancia, cualquier persona puede convertirse en donante de órganos. Sin embargo, es de suma relevancia el estado del individuo los momentos previos al trasplante. Si la donación se realiza tras el fallecimiento, el donante requiere de asistencia artificial o mecánica, para así mantener la sangre oxigenada en los órganos. Después, tras autorizar oficialmente la donación, se procede a verificar la compatibilidad entre paciente y donante. Todo mediante un sistema informático que contiene todos los datos relacionados con la operación.
Acto seguido, el equipo quirúrgico que trató al paciente antes de su muerte recupera los órganos o tejidos cedidos en la sala de operaciones. Estos permanecen en perfecto estado durante un corto periodo de tiempo, durante el cual, el miembro debe ser trasladado al hospital donde se encuentra el destinatario.
Donación de órganos en vida
Si estamos ante una donación en vida, el paciente tendrá que someterse a una evaluación física y psicológica, para confirmar su estado óptimo. Este debe tener también entre 18 y 60 años, y no puede padecer diabetes, presión arterial, cáncer o alguna dolencia renal o cardíaca.
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