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Resbalones preocupantes


El ecuador en el torneo de Wimbledon se marca con un inalterable descanso dominical en el que, como es sabido, todos los partidos se suspenden. Aunque la previsión meteorológica dé lluvia en los días venideros. La tradición manda.

Y debo decir que ese día de interrupción, que desaparecerá a partir de 2022, a mí particularmente me gusta. Por supuesto, los jugadores siguen yendo al club a entrenar y siempre he sabido valorar el enorme privilegio de poder movernos libremente por esas primorosas instalaciones. Las brigadas de jardineros salen ese día con sus impecables uniformes, que no desentonan con el entorno, para revisar y reemplazar si es necesario cualquiera de las miles de petunias y hortensias que se estén ligeramente marchitando.

Las calles del club están completamente vacías y los tenistas que permanecen en el cuadro y sus equipos vuelven a circular por ellas con total tranquilidad, como si se movieran por un pueblo en el que ellos fueran los únicos habitantes, disfrutando ese día para tomar impulso y reflexionar sobre cómo encarar las jornadas decisivas que quedan por delante.

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En la presente edición, de los ocho primeros preclasificados en el cuadro masculino, solo ha quedado eliminado Stefanos Tsitsipas. En el femenino, en cambio, cuatro de ellas se han quedado por el camino. En cuanto a la representación española, peor suerte hemos tenido. De los diecisiete tenistas que llegaron hace una semana, solo dos han logrado mantenerse en liza. Paula Badosa, quien en vistas de lo incierto que está el tenis femenino y de su gran progresión este año, puede aspirar a cualquier cosa. Su gran espíritu de lucha, como quedó bien demostrado en Roland Garros y su último encuentro aquí, al que le dio la vuelta después de ceder la primera manga y de ir por detrás con un 0-3 en el segundo parcial, dan fe de ello.

El otro tenista español es Roberto Bautista. El castellonense tiene un partido complicado ante Denis Shapovalov, un joven jugador capaz de lo mejor pero carente, a veces, de la solidez de la que sí hace gala nuestro representante. De hecho, esta es una de sus mejores armas. Así pues, no me cabe duda de que, por lo menos, el espectáculo está servido.

Lo que, por otra parte, se ha mencionado repetidamente durante la primera semana del torneo han sido las reiteradas caídas de varios tenistas por lo resbaladiza que parece estar este año la hierba. Algunos de estos patinazos han sido particularmente preocupantes. Serena Williams y Adrian Mannarino tuvieron que renunciar al torneo después de sendas lesiones. Según me comentó el chico con el que colaboro actualmente, Felix Auger-Aliassime, ya en las primeras tomas de contacto con el césped inglés parecía que se ha dejado algo más largo con la acertada intención de ralentizar un poco el juego. En cualquier caso, si es esta la causa de las caídas, cosa que desconozco por completo, entiendo que los organizadores tendrán que revisar su decisión de cara al año que viene.

Así pues, empezamos una última semana con más interrogantes en el cuadro femenino —por la inestabilidad de los últimos tiempos— que en el masculino, donde la consistencia de Novak Djokovic y la falta de rivales que, a priori, lo puedan desbancar, parece estar encaminándolo a paso firme hacia la jornada definitiva del próximo domingo. Los jugadores más peligrosos deberán enfrentarse, mientras tanto, entre ellos en la parte baja del cuadro.

En cualquier caso, no me cabe duda que veremos una última semana de grandes duelos, con la inestimable panorámica de unas gradas llenas a rebosar como no las habíamos visto (con la excepción de Australia) en el último año y medio.

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