La Reserva de la Biósfera Maya en Guatemala enfrenta una insistente presión por parte de la ganadería, al mismo tiempo está bajo amenaza de sequía que provocaría una ola de incendios sin precedentes. Mientras tanto, una transición gubernamental podría dejar a las agencias ambientales sin fondos y recursos suficientes para mantener el espacio natural.
“Nunca estamos completamente seguros de si las cosas se desarrollarán como pensamos”, dijo Víctor Hugo Ramos, asesor del programa Mesoamérica de la Wildlife Conservation Society (WCS). “Pero los factores que estamos observando nos llevan a recomendar prepararnos para un mal año, o un año muy malo“, agregó.
La reserva se extiende por 21 mil 602 kilómetros cuadrados a lo largo del norte de Guatemala y está dividida en diferentes parques, concesiones y corredores biológicos, algunos afectados por deforestación. En el oeste, el Parque Nacional Laguna del Tigre y el Parque Nacional Sierra del Lacandón, han sido afectados por la ganadería ilegal y la expansión de asentamientos informales, a veces con vínculos con el crimen organizado.
Los funcionarios establecieron un “escudo” de cortafuegos y caminos de patrulla dentro de hábitats intactos para evitar que colonicen y realicen la deforestación hacia el este. Pero, en junio, una patrulla descubrió campamentos y líneas de demarcación de apropiación de tierras. Aún más preocupante es que los caminos conducían hasta la frontera con México, lo que sugiere que los grupos criminales pueden estar trabajando con comunidades rurales para avanzar hacia nuevas tierras, de acuerdo con el portal web Mongabay.
“Nos encendió la alarma porque una semana antes no había rastro allí. Este tramo no existía”, dijo Luis Romero, director de protección ambiental de WCS.
En uno de los campamentos había ropa y equipo que eran más sofisticados y costosos que los que usa la mayoría de la población rural de la zona, dijo Romero. Las autoridades también vieron drones sobrevolando la zona.
“Nuestro temor es que estén organizando grupos de campesinos, grandes, y que de repente vayan a ocupar el territorio”, dijo Romero. “Eso va a ser difícil de contrarrestar”.
La mayoría de las comunidades en la reserva no tienen documentos legales de propiedad del territorio, pero logran asentarse debido a los altos estándares legales requeridos para llevar a cabo un desalojo. Si logran ingresar a otras partes de la reserva, dijo Romero, probablemente provocarían incendios para limpiar la vegetación antes de esparcir semillas de pasto para la ganadería. Es una forma común de lavado de dinero para los grupos criminales que practican el narcotráfico a través de la frontera con México. La ganadería también puede disfrazar pistas de aterrizaje clandestinas para aviones de narco que llegan desde Colombia y Venezuela.
El área recién descubierta ya está mostrando signos de deforestación, con datos satelitales de Global Forest Watch que muestran este año una fuerte expansión de la tala en la Reserva de la Biosfera Maya, en el norte entre la Laguna del Tigre y la frontera con México, así como en toda su parte sur.
El Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap) y otras agencias gubernamentales trabajan con grupos conservacionistas para mantener los incendios bajo control. Pero eso podría volverse más difícil de cara al próximo año a medida que El Niño, un fenómeno climático global en el que las superficies del océano se calientan, traiga temperaturas más altas y períodos más prolongados sin precipitaciones.
El Niño ocurre cada dos a siete años, pero se espera que éste sea especialmente fuerte, con algunas de las temperaturas más altas desde 1950, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos.
“La gente que ingresa al área sin permiso provoca incendios”, dijo a Mongabay un funcionario del Conap, que deseaba permanecer en el anonimato por temor a perder su trabajo. “Casi todos los años tenemos ese problema. Pero el año que viene se prevé una estación seca larga”.
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