La puerta de Triana, el acceso principal a la Sevilla del siglo XVI, era algo así como la tarjeta de presentación de una gran metrópoli que ostentaba el monopolio del comercio con las Américas y quería ofrecer una imagen renovada al mundo. Sus columnas dóricas pareadas, una de las primeras imágenes con las que se encontraban los marineros y viajeros cuyos barcos atracaban enfrente, en el puerto fluvial del río Guadalquivir, se reprodujeron en grabados y pinturas que circularon por todo el mundo. Las más de las veces bajo el lema: “Quien no ha visto Sevilla, no ha visto maravilla”. La retrataron, entre otros, el cartógrafo y grabador Joannes Janssonius en 1617; Matthäus Merian, en 1638; Pedro Tortolero en su panorámica de la llegada de Felipe V a Sevilla en 1729, justo cuando el monarca atravesaba el arco; o el prolífico dibujante Richard Ford en 1830.
Pero esa puerta, una de las 20 que tenía la muralla almohade, se demolió en 1868, en otra ola modernizadora que acabó con casi todo el cerco de los siglos XII y XIII. Los arquitectos Antonio Gámiz y Pedro Barrero han reconstruido la volumetría del monumento renacentista, levantado entre 1585 y 1588, a partir de algunos elementos arquitectónicos que han localizado, de tratados de arquitectura de la época, grabados y dos fotografías del siglo XIX.
“En el siglo XVI Sevilla es el Puerto de Indias, una urbe en pleno esplendor que busca un lenguaje arquitectónico de vanguardia, el renacentista, expresión de los nuevos tiempos”, explica Antonio Gámiz quien, al igual que Barrero, es miembro del grupo de investigación HUM976. Expregráfica. Lugar, Arquitectura y Dibujo y profesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Sevilla. “En ese momento de gloria, cuando la capital andaluza era el centro del mundo, el Cabildo de Sevilla encarga en 1560 al arquitecto Hernán Ruiz II un proyecto para renovar la viejas puertas almohades de la muralla. Él diseñó un plan e intervino en las puertas de Goles, Jerez, Macarena, El Arenal y en el postigo del Carbón; pero murió en 1569 y creemos que fue su discípulo Asencio de Maeda el que construyó la de Triana sobre el trazado del maestro”, comenta Pedro Barrero, que ha estudiado los monumentos renacentistas de Sevilla durante una década para escribir su tesis sobre la casa de los Pinelo.
Gámiz y Barrero, que han publicado el resultado de su investigación en EGA. Revista de Expresión Gráfica Arquitectónica, una publicación científica de la Universidad Politécnica de Valencia, aseguran que la puerta de Triana, de 8,5 metros de anchura y 12,5 de altura, puede levantarse en su emplazamiento original a partir de su estudio. “Queremos abrir un debate público, que salga del ámbito universitario y pase del papel a la piedra. Con los datos que tenemos podría hacerse una reconstrucción totalmente fidedigna que daría sentido urbanístico al puente de Triana, ayudaría a entender la Sevilla del siglo XVI y tendría un impacto positivo en esa zona de la calle Reyes Católicos”, afirma Gámiz.
Los arquitectos, que van a presentar su proyecto al Ayuntamiento de Sevilla, están convencidos de que la restitución de la puerta de Triana no es una idea disparatada y que puede hacerse “con un buen cantero e inversores privados”. “Gaudí no terminó la Sagrada Familia, dejó los planos y se está construyendo sin que nadie ponga objeciones”, asegura Barrero. El monumento original se levantó en piedra caliza que llegaba por el río en carracas desde las canteras jerezanas de San Cristóbal y su planta alta, con un gran balcón, se usó como prisión “para gentes notables” como el conde del Águila, encarcelado en 1808 tras ser acusado de afrancesado. Actualmente solo se conservan la puerta de la Macarena, la de Córdoba y los postigos del Aceite y del Carbón
“Los dos trozos de fuste estriado de las columnas que hemos localizado en el zoo de Jerez han sido clave para dimensionar los dos pares de columnas. El Ayuntamiento adjudicó el derribo en 1868 al contratista jerezano José Girón, quien se llevó las piedras como pago. Los restos los vendió a la Sociedad de Aguas del Tempul que los usaron para construir sus oficinas en una zona que, más tarde, se convirtió en jardín y después en zoológico. Las fotografías, la cimentación revelada en una excavación arqueológica de 1983 y los tratados arquitectónicos de Serlio y Vignola, los mismos que usaba Hernán Ruiz II [autor del cuerpo de campanas de la Giralda y del Hospital de las Cinco Llagas, hoy sede del Parlamento andaluz], nos han servido para completar la investigación” concluye Gámiz.
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