Michael Haneke empezó en el cine cerca de cumplir el medio siglo de vida. Antes había estudiado Filosofía, había trabajado en teatro y rodado un puñado de películas para televisión. Cuando estrenó El séptimo continente (1989), en la que los tres miembros de una familia de clase media se preparan para suicidarse, invirtió de un golpe toda su intensa experiencia vital e intelectual. Con ella arrancó una filmografía con la que ha construido su particular búsqueda de la verdad a través de la imagen.
El documental Michael Haneke: cineasta de nuestros tiempos celebra su 80º aniversario de vida, cumplido el pasado 23 de marzo. La belga afincada en París Marie-Ève de Grave (57 años), colaboradora habitual del canal público franco-alemán Arte, es la encargada de dirigirlo. Su primera aproximación al director fue en la escuela de cine, como espectadora de El vídeo de Benny (1992), sobre un adolescente aficionado a grabar actos agresivos con su cámara y mostrárselos a sus padres. La joven estudiante se enfrentó así a dos de los temas recurrentes de la obra de Haneke: la violencia y el cómo las pantallas condicionan nuestro día a día. “Con este proyecto, me interesaba estudiar en profundidad toda su trayectoria porque Haneke no es muy popular entre los críticos franceses y los profesionales de la industria del país. No es para menos. Sus historias apuntan directamente al centro de la burguesía europea, que es de donde provienen buena parte de ellos”, explica De Grave en conversación por Zoom, durante el rodaje de su próximo documental para Arte.
El director de cine austriaco Michael Haneke.AFP
La directora admite que es ahora mucho más admiradora de Haneke, tras analizar durante algo más de un año todas sus películas de forma exhaustiva y charlar con algunos de sus colaboradores y discípulos —de las actrices francesas Isabelle Huppert y Juliette Binoche al director sueco Ruben Östlund—. “Su trabajo se caracteriza por su humanidad, su coherencia y su fidelidad a sí mismo. Es como un caballero antiguo, que aplica su código de honor a sus películas, sin moralismos”, argumenta sobre el creador austriaco, al que coloca a la altura de Antonioni, Bergman y Tarkovski. “Ver una de sus películas es como leer alta literatura, como Dostoievski o Thomas Mann”, afirma.
Con unos padres actores, poco involucrados en la vida de su hijo, Haneke creció en casa de su tía, en una ciudad cercana a Viena (Austria). Y, antes de rodar películas, decidió buscar en la filosofía las respuestas a las cuestiones que se hacía sobre su propia existencia. Algunas de ellas se analizan en este documental de una hora de duración.
Uno de esos asuntos es el diálogo que establece Haneke con el espectador. Le obliga a ser algo más que un sujeto pasivo. Por eso, considera De Grave, su cine no encaja en un lugar como Hollywood. Y eso que Hollywood intentó que así fuera, encargándole rodar una nueva versión estadounidense de su propia película, Funny Games (2007), en donde una familia burguesa es secuestrada y torturada para el uso y disfrute de la audiencia. La respuesta de una parte considerable de ella fue el levantarse del patio de butacas y abandonar la sala de proyección. “Todo el que se marcha es porque no necesita esta película. Y quien se queda es porque sí la necesita”, comentó en su momento Haneke. “De nuevo, fue incomprendido por toda una industria y una sociedad. Mi objetivo con este documental es rectificar ese malentendido. Sus imágenes y los conceptos que encierra en ellas son tan poderosos que no puedes huir de una película de Haneke”, defiende la cineasta belga.
Este ensayo visual sobre el Premio Príncipe de Asturias de las Artes del 2013 es el primer paso para el lanzamiento de TCM Now, la nueva ventana de contenidos bajo demanda que está ya disponible para los suscriptores de Movistar Plus+. Además de clásicos del cine, podrá verse su amplio catálogo de documentales de producción propia y una selección de contenidos que irá renovándose cada mes. A Michael Haneke: cineasta de nuestros tiempos se suma el ciclo Maestro Haneke, que incluye algunos de los títulos más relevantes de su filmografía, como sus dos palmas de oro en el festival de cine de Cannes, La cinta blanca (2009) y Amour (2012), además de Código desconocido (2000), La pianista (2001) y su último trabajo hasta la fecha, Happy End (2017). Son algunos de los relatos con los que el austriaco-alemán ha escarbado a lo largo de tres décadas en los asuntos que la sociedad occidental prefiere olvidar.
“Desde su primera película se presentó como un visionario, enfrentándose a problemáticas esenciales, como el patriarcado y la inmigración, que ahora son imposibles de obviar en sociedades como la española y la francesa”, concluye De Grave.
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