Los dos rivales que competirán por el liderazgo del Partido Conservador británico son precisamente los dos ministros que más contribuyeron a definir el breve mandato de Boris Johnson en Downing Street. El Doctor Jekyll y Mr. Hyde de un primer ministro que quiso ser responsable y dilapidador en materia económica; moderado y agresivo en su relación con la UE; comprometido y reticente ante el desafío del cambio climático; abierto y liberal, pero también reaccionario y gruñón frente los cambios sociales. El exministro de Economía Rishi Sunak y la todavía titular de Asuntos Exteriores, Liz Truss, han conseguido salir triunfantes de la primera fase de las primarias. Este miércoles, sus compañeros diputados les han elegido a ellos ―a Sunak, en primer lugar, con 137 votos; Truss, en segunda posición, con 113― para enfrentarse en la segunda fase.
A lo largo de agosto, ambos recorrerán el país y se darán a conocer entre los 200.000 afiliados del Partido Conservador con derecho a voto. Las papeletas irán llegando gradualmente por correo al Comité 1922 (el organismo que reúne a los diputados tories sin cargo en el Gobierno, encargado de organizar el proceso de primarias y elección de nuevo líder). El 5 de septiembre, se anunciará oficialmente el nombre del nuevo ―o nueva― líder de la formación y, por tanto, primer ministro.
Penny Mordaunt, la sorpresa de las primarias desde el primer día, ha visto cómo su candidatura se desinflaba poco a poco. En parte, por la ambigüedad y confusión de sus mensajes. En parte, porque más allá de simbolizar una cierta normalidad provinciana de la Inglaterra media que sedujo en un principio a los afiliados, contaba dentro del grupo parlamentario con muchos enemigos que dudaban de su capacidad de trabajo o de la solidez de su discurso, y han maniobrado hasta el final para anular sus aspiraciones. En la última ronda ha quedado eliminada, aunque sus 105 votos demuestran que hasta el final fue una rival seria para cualquiera de los otros dos contendientes.
Pragmatismo frente a ideología
Resulta paradójico que Sunak, defensor del Brexit desde el primer minuto y partidario acérrimo de la ortodoxia fiscal conservadora impulsada por Margaret Thatcher, haya acabado por simbolizar al candidato moderado, apaciguador, pragmático. Y mientras, Truss, defensora en su día de la permanencia del Reino Unido en la UE, es ahora la campeona de los euroescépticos, del ala dura y del sector más ideológicamente a la derecha de los tories.
Si Sunak ha intentado defender hasta el final, frente a una inflación galopante ―un 9,4% en junio, según el dato difundido este mismo miércoles― y una recesión en el horizonte, el discurso responsable que evita hablar de bajada de impuestos hasta que la situación esté controlada, Truss enarbola la bandera de la rebaja fiscal inmediata, y sugiere que se trate la inmensa deuda acumulada durante la pandemia como deuda de guerra, con mayor plazo para saldarla. “El hecho es que una subida de impuestos en estos momentos asfixiará el crecimiento de la economía, y nos impedirá lograr los ingresos que necesitamos para pagar la deuda”, decía Truss en el último debate televisivo de los candidatos, el pasado domingo, en una maniobra para culpar directamente a Sunak de la recesión que se avecina.
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Suscríbete‘Hasta la vista’, Johnson
Boris Johnson, capaz de reinventar ilimitadamente su personalidad y su estado de ánimo, parece estos días el diputado conservador más feliz de todos. El martes, durante una visita al Festival Aéreo de Farnborough, al sudoeste de Londres, se definió a sí mismo como el Top Gun del Reino Unido ―al menos hasta principios de septiembre, cuando le reemplacen como primer ministro― y publicó un selfi dentro de la cabina del caza de combate Typhoon, de la Royal Air Force.
En su última sesión de control en la Cámara de los Comunes, que tuvo lugar este miércoles, Johnson se enfrentó a la oposición laborista con la impresión de ser un primer ministro que tenía por delante un largo mandato, y bromeó con los diputados conservadores de su bancada. Sus últimas palabras de despedida eran un consejo para su futuro sucesor, pero también unas indirectas poco veladas contra Rishi Sunak, el ministro de Economía cuya dimisión fue considerada por Johnson y su equipo como la puñalada mortal que aceleró la caída del primer ministro.
“Permaneced siempre cerca de los estadounidenses, plantad cara a favor de Ucrania, y defended en todas partes la democracia y la libertad”, proclamaba. “Bajad los impuestos y desregulad siempre que podáis, para que este país siga siendo el mejor lugar para vivir e invertir, como ya lo es”, defendía, frente a la idea propagada por sus rivales de que Sunak se niega a realizar recortes fiscales. “Misión cumplida con creces (mission largely accomplished, en el original en inglés), hasta la vista, baby”, finalizaba Johnson, con las palabras en español del personaje de Arnold Schwarzenegger en Terminator 2. Los diputados conservadores se han levantado a despedir entre aplausos a Johnson, con una mezcla de afecto sincero, pero también de alivio por la salida de escena del político que más aupó y más bajo hizo caer al Partido Conservador en los últimos tres años.
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