Apenas han pasado cinco horas desde que ha sido elegida presidenta del Parlamento Europeo y la popular maltesa Roberta Metsola se enfrenta a un carrusel de entrevistas en grupo con medios de comunicación de toda Europa, entre los que está EL PAÍS. Y encuentra un hueco para presidir las votaciones en las que se va a elegir el resto de cargos de la Mesa que compartirán con ella la responsabilidad de dirigir los debates en la Eurocámara.
Las primeras preguntas a las que se enfrenta en esta entrevista de poco más de seis minutos —con France Television y TVE— son sobre el aborto y sus reiterados posicionamientos en contra, incluso rechazando la despenalización de la interrupción del embarazo. La sombra de la conservadora francesa Simone Veil es larga. La superviviente del holocausto en Auschwitz fue la primera mujer que presidió el Parlamento Europeo y la que impulsó la despenalización del aborto en Francia como ministra de Justicia y de Sanidad, sucesivamente. ¿Comparte su legado? “Absolutamente”, responde, siendo muy consciente del simbolismo de la pregunta. Asegura que considera “un privilegio” asumir la herencia tanto de Veil como la de Nicole Fontaine, la segunda mujer que dirigió la Eurocámara, en 1999.
Sus prioridades para los dos años y medio que quedan de legislatura —la primera mitad correspondió al socialista italiano David Sassoli, fallecido el pasado 11 de enero— pasan por reformar el Parlamento para que sea “más efectivo y más eficiente”. Hacia fuera se plantea “ser más visibles”. “Necesitamos ser más comunicativos y trascender las burbujas de Bruselas y Estrasburgo para llegar a cada ciudad y pueblo de la UE, no para dar a conocer la UE, sino para comunicar nuestro mensaje y responder a las demandas de los ciudadanos”.
Bajando a lo concreto, la maltesa explica que unos de sus objetivos es “poner en marcha un proyecto para que las mujeres participen en política”. “Son muy pocas en nuestros Estados”, señala, subrayando y pidiendo que las mujeres luchen por sus derechos.
Metsola sabe y comprende las críticas que recibe por sus posiciones previas acerca del aborto. Tiene listas las respuestas cuando se le pregunta por ella y se le compara con la “heroína”, como ella misma la define, Simone Veil. “La posición del Parlamento europeo está clara y esa será mi posición como presidenta”, no se mueve un milímetro del guion mostrado durante la mañana, en la sesión en la que ascendió a la presidencia de la cámara de Estrasburgo. “Hay contexto particular sobre mi país”, prosigue refiriéndose al amplio consenso político contra el aborto, y subraya su trabajo “en la comisión de libertad sobre igualdad, libertades civiles y derechos fundamentales”.
Para la popular, haber contado con los votos de grupos ultraconservadores como los polacos del PiS y Vox es algo que forma parte “de la negociación en el nivel de jefes de grupo”. Su tarea será, explica, “trabajar para que las fuerzas políticas de esta casa puedan llegar a acuerdos e impulsar una legislación mayoritaria”. “También estaré contra quien quiera destruir esta casa, cualquiera que quiera hacer esto encontrará este Parlamento contra ellos”, añade.
La tercera mujer en asumir las riendas del Parlamento Europeo forma parte de otra generación, “la Erasmus”, como ella misma se ha definido. Madre de cuatro hijos, la biografía de la propia Metsola tiene un marcado acento europeo: está casada con un finlandés, estudió Derecho —recibió una beca Erasmus para cursar un año en la ciudad francesa de Rennes—, se doctoró en 2003 y estudió un máster en el Colegio de Europa, en Brujas (Bélgica).
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