Que la llegada de la pandemia de coronavirus ha puesto patas arriba las economías del todo el mundo, estrangulando su tejido empresarial y con él, dejando en serios aprietos a millones de trabajadores, es un hecho de semejante magnitud, que ha provocado, de igual manera, que las fórmulas para adaptarse a esta nueva situación sufran un forzoso acelerón en el tiempo. La robotización, paradigma del desarrollo tecnológico y resultado del progreso industrial, estará a partir de ahora mucho más presente en las empresas, dando como resultado una equiparación en la fuerza laboral entre hombres y máquinas. Así lo apunta el último estudio del Foro Económico Mundial (WEF en sus siglas en inglés), donde advierte que como consecuencia de la abrupta irrupción de la covid-19 y de la consiguiente recesión general de los países, para el 2025 ―en apenas cinco años―, el reparto de tareas será del 50% entre humanos y robots, lo que podría dar como resultado un aumento de la desigualdad.
En el informe titulado The Future of Jobs 2020 (El futuro de los empleos 2020), el WEF toma como referencia para extraer sus conclusiones las encuestas realizadas a altos dirigentes empresariales ―principalmente directores de recursos humanos y directores de estrategia―, que representan a casi 300 empresas mundiales y en su conjunto emplean a ocho millones de trabajadores. Según sus estimaciones, para 2025 la tasa de automatización de la fuerza labora será del 47%, frente al actual 33%, mientras que los empleos desempeñados por seres humanos representarán el 53%, muy por debajo del 67% vigente. “La automatización y una nueva división del trabajo entre los seres humanos y las máquinas desplazarán 85 millones de empleos en todo el mundo en empresas medianas y grandes de 15 industrias y 26 economías”, apunta el análisis, que por contra, también avisa de que el aumento de la presencia de las máquinas “puede permitir la aparición de otros 97 millones de puestos de trabajo, principalmente en sectores como los cuidados, las industrias tecnológicas de la Cuarta Revolución Industrial, como la inteligencia artificial, y en los campos de creación de contenidos”.
“La integración de los robots en las empresas está ligada a la llegada de la Cuarta Revolución Industrial o también llamada Industria 4.0. Su objetivo es el de combinar los procesos automáticos actuales y las tecnologías inteligentes que existen hoy en día para crear nuevas líneas automatizadas que permitan tener acceso a todos los datos necesarios en tiempo real”, señala Ander San Vicente, ingeniero industrial.
Este cambio distributivo del trabajo preocupa a los sindicatos, que concentran sus temores en ese grupo de trabajadores que podría quedarse al margen en este nuevo paso adelante. “A lo que nos lleva el futuro de la implantación tecnológica es a una reducción drástica de empleo tal y como lo conocemos. Se habla mucho de la formación para que esos nuevos nichos de empleo puedan ser ocupados. Pero por mucho que queramos correr, ya hay una parte de la población que no va a tener la posibilidad de acceder a ellos”, alerta Gonzalo Pino, secretario de Política Sindical de UGT. “La necesidad de ir adaptando las capacidades de los trabajadores a la incorporación de las nuevas tecnologías en los procesos productivos es algo que ha venido sucediendo históricamente. A lo que tenemos que aspirar es a que la formación a lo largo de toda una vida nos permita a los trabajadores adaptarnos a los requerimientos que reclaman estas nuevas formas de hacer”, se suma Carlos Gutiérrez, responsable de Juventud y Nuevas realidades del trabajo de CC OO.
“Con la integración de las nuevas tecnologías como la robótica, la nanotecnología o la inteligencia artificial, no se pretende dejar sin empleo al trabajador, si no permitirle que desempeñe unas tareas de mayor valor añadido y que sean las máquinas las que hagan ese trabajo más monótono”, amplía San Vicente.
La predominancia de la tecnología en la continua mejora de la eficiencia y la productividad también conlleva, en opinión de los representantes de los trabajadores, la necesidad de cambiar el marco regulatorio de la concepción del trabajo. “La disrupción tecnológica que se está produciendo en el ámbito productivo tiene que ser gobernada. Aspiramos a gobernar desde la negociación colectiva y el diálogo social con un objetivo, creemos que los beneficios que conlleva sean repartidos de forma equitativa. Que el conjunto de la sociedad sea beneficiada por esta transformación tecnológica”, asegura Gutíerrez. “Hay que ir en la dirección de que todos los procesos que se están introduciendo a partir de la tecnología tienen que revertir sobre la sociedad. ¿El robot paga o no paga impuestos? Debe de pagarlos en la medida en la que se reduce la masa de trabajadores”, sostiene Pino.
“La Covid-19 ha acelerado la llegada del futuro del trabajo”, asegura Saadia Zahidi, directora gerente del Foro Económico Mundial. “La aceleración de la automatización y las consecuencias de la recesión causada por la pandemia han acentuado las desigualdades existentes en los mercados laborales y han revertido los avances en el empleo materializados desde la crisis financiera mundial de 2007-2008. Es un doble escenario de dificultades que presenta otro obstáculo para los trabajadores en un momento tan complicado”, añade.
Irrupción del teletrabajo
Según reconocieron el 43% de las empresas encuestadas en el informe reducirán su fuerza laboral debido a la integración de tecnología, mientras que el 41% tiene previsto ampliar el uso de contratistas para trabajos especializados y el 34% prevé ampliar su fuerza laboral debido a la integración tecnológica. Como ya viene sucediendo en los últimos años, el túnel de entrada de la robotización se concentra, principalmente, en el tratamiento de información y datos, las tareas administrativas y los trabajos manuales rutinarios para los puestos de trabajo administrativos y productivos. El informe del Foro Económico Mundial advierte que la mitad de aquellos trabajadores que mantengan su empleo en los próximos cinco años deberán “realizar cursos para afianzar sus competencias básicas”.
Para sostener la previsión del agravamiento de la desigualdad, el WEF se ampara en un estudio realizado por el Instituto de Investigación ADP, en el que tras analizar las consecuencias del impacto del coronavirus en el mercado de Estados Unidos, resolvió que “las repercusiones de la crisis financiera mundial de 2008 en las personas con niveles educativos más bajos, comparadas con las de la Covid-19, las actuales son mucho más importantes y es más probable que agraven las desigualdades existentes”.
Otra de las fórmulas de trabajo que ha resuelto la papeleta presente, y parece que lo hará también, al menos, en un futuro inmediato, es el teletrabajo. Según el informe, el 84 % de los empresarios están preparados para digitalizar los procesos de trabajo, y afirman que “existe la posibilidad de que el 44 % de su plantilla realice teletrabajo”. Sin embargo, el 78% de los empresarios cree que este nuevo formato laboral generará un impacto negativo en la productividad de sus trabajadores, por lo que están tratando de diseñar un sistema viable que mantenga la efectividad de las tareas realizadas a distancia.
Source link