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Rusia amenaza con silenciar a los gigantes de Internet al considerar que “censuran” a los medios estatales


No hay ningún medio global en español que tenga más impacto de media por cada artículo publicado en Facebook y Twitter que la cadena estatal rusa RT. EL PAÍS, por ejemplo, tiene una audiencia agregada que duplica la rusa en esas dos redes, pero también publica muchos más posts. Otros medios estatales de países con poca libertad de prensa como la chinas Xinhua, CGTN y CRI, la iraní Hispan TV o la también rusa Sputnik tienen también una media de impacto por artículo mayor que los medios tradicionales.

“Estos medios estatales producen menos y de media tienen más éxito por artículo, siempre que midamos éxito como interacciones. Pueden hacer muchas cosas para hacer su contenido más atractivo, como adoptar tonos más emocionales o agresivos en redes sociales”, dice Jonathan Bright, investigador en el Oxford Internet Institute (OII) y coautor del estudio que recoge estos datos que analiza la producción de medios estatales rusos, chinos, iraníes y turcos en español, francés y alemán entre el 18 de mayo y el 5 de junio. El español es con diferencia la lengua que más peso tiene en las redes.

El peso de RT en español es mucho mayor que en inglés, lo que implica el papel de América Latina en su estrategia. “América Latina es indudablemente uno de sus campos de batalla”, dice Bright. En inglés, las cadenas chinas tienen más audiencia en redes. Para entender el peso de las emociones, los investigadores del OII compararon el tipo de reacción en Facebook a los posts de estos medios estatales con las reacciones a los posts de la BBC. Las noticias de la BBC eran unas de las que más “tristeza” provocaban. Entre los chinos dominaba el “amor”, lo que implica mayor porcentaje de noticias positivas o emocionales. RT estaba repartida entre todas las emociones: “Jaja”, “Wow” (asombro) o “enfado”.

¿Cómo es de preocupante este interés de cadenas estatales por ampliar sus audiencias en las redes? Bastante preocupante, según Bright. “Es un cambio muy importante. Son grandes medios, de apariencia profesional, bien financiados y que producen contenido que responde a una línea editorial. No todo, porque hay mucho que se ajusta a los hechos. Es más bien sobre influencia y soft power. Es preocupante cuando piensas en el ecosistema de medios al que la gente está expuesta”, explica Bright.

La pregunta decisiva es si las redes han tenido algo que ver en su creciente poder. RT se fundó en 2005, un año después que Facebook. Entonces se llamaba Russia Today. La velocidad a la que ha crecido es paralela a la red social. “Es difícil concebir su escala sin redes”, dice Bright. “Pero lo que logran es equilibrar el terreno de juego entre los medios tradicionales y los medios alternativos nuevos. Si miras piezas de unos y de otros en redes, se parecen mucho. En Facebook alguien que no sepa mucho de los medios no verán ninguna diferencia obvia”, añade. En redes, además, funciona mejor el contenido polémico, emocional, divertido, algo que otros medios solo pueden ofrecer de vez en cuando. Los medios estatales parecen haber entendido mejor ese juego.

El OII ha analizado el contenido de los posts con más interacciones de estos medios. Han encontrado cuatro grandes grupos de objetivos en sus noticias. Primero, crear caos en Occidente y minar sus instituciones públicas. “Es importante destacar que este contenido parece apuntar a audiencias hispanohablantes en América Latina más que en Europa”, dice el artículo de OII. Segundo, sobre todo también en América Latina, fomentar un profundo sentimiento antiestadounidense, por ejemplo mediante las consecuencias de sus sanciones durante el coronavirus.

Tercero, elogiar los países de cada medio. Sobre todo, los medios chinos, que destacaban su reacción para disimular la carga de haber sido el origen. Los medios rusos ocultaron más la situación en su país debido quizá a los problemas rusos. Y cuarto, muchas conspiraciones. Los chinos descartaban ser el origen único o claro del virus. Los medios rusos emplearon “tácticas más sutiles para incrementar la interacción con teorías conspirativas populares”, dice el informe.

Este panorama destaca una de las críticas más sustanciales y poderosas al papel de las redes sociales: iguala a todos los protagonistas y amplifica el contenido más sensacionalista. Es un caldo perfecto para aumentar la distribución de influencia y poder suave de narrativas distintas. Hace unos días salió a la luz cómo un oscuro medio extremista estadounidense, The Daily Wire, logra un impacto similar al New York Times y mayor que el Washington Post gracias a una red de páginas con millones de seguidores que habían logrado sus audiencias con refritos de noticias viejas que generan crispación, fomentan el odio racial o confirman sesgos ideológicos. La investigación de la desinformación se centra a menudo en cuentas falsas y contenidos inventados, pero la línea que separa lo legítimo de lo ilegítimo es muy fina en Facebook.

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