Al Kremlin no le inquieta que Ucrania cuente a partir de ahora con carros de combate modernos de Estados Unidos y Europa. “Arderán como el resto”, ha manifestado el portavoz de Vladímir Putin, Dmitri Peskov. A pesar de que Moscú habló en el pasado de “líneas rojas” al criticar el suministro de otras armas a Kiev, el envío de tanques M-1 Abrams estadounidenses y Leopard 2 europeos no ha empujado al mandatario ruso a descolgar el teléfono para pedir explicaciones. A la pregunta de si Moscú mantendrá conversaciones con Berlín sobre este nuevo capítulo de la guerra, Peskov se ha mostrado tan escueto como tajante: “No se llevarán a cabo”. “Repetimos: estos tanques arderán como todos los demás. Son muy caros y todo esto recaerá, en primer lugar, sobre los hombros de los contribuyentes europeos. Los estadounidenses, como siempre, permanecerán al margen y, muy probablemente, sacarán unas buenas ganancias”, ha afirmado Peskov este miércoles.
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El portavoz de Putin también ha aprovechado para lanzar otro dardo y alimentar el debate en torno a la supuesta disensión dentro de la OTAN. “Hay muchas declaraciones mutuamente excluyentes, noticias y filtraciones. Está claro que no todo va bien por allí. Ni todo va bien dentro de la Alianza Atlántica en sí, ni todo va bien por la presencia de tanques”, ha aseverado Peskov.
Sin embargo, igual que sucedió con la desconexión del gas ruso o el tope al precio del petróleo que vende el Kremlin, la Unión Europea ha llegado a un nuevo acuerdo con los Leopard 2. El Gobierno alemán exigía una mayor coordinación a sus socios para enviar los blindados a Kiev, y finalmente este martes se conoció que el canciller federal, Olaf Scholz, aprobó la entrega de sus propios carros y la autorización para el reenvío desde otros países aliados.
Provocación
La ayuda estadounidense ha sido enorme desde que Putin desató su ofensiva. El Departamento de Estado ha desgranado todo el material militar entregado a Ucrania desde febrero del pasado año, y la suma alcanza los 24.600 millones de euros en transportes blindados, cañones, munición, misiles y otros medios, a lo que habría que sumar decenas de miles de millones más en apoyo financiero al país invadido.
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A las palabras de Peskov se ha sumado el embajador de Rusia en EE UU, Anatoli Antonov, quien también ha vaticinado que sus militares “destruirán los tanques estadounidenses de la misma manera que han destruido todos los demás ejemplares de la OTAN”, y ha reiterado que la culpa del conflicto recae en Washington, que hace un año era criticado por suministrar lanzacohetes antitanque portátiles Javelin mientras Rusia desplegaba sus tropas en torno a Ucrania. “Ya no funcionarán los argumentos sobre armas defensivas. Esta es otra provocación flagrante contra la Federación de Rusia”, añadió Antonov.
Los nuevos carros blindados se unen al quebradero de cabeza que suponen para Moscú las lanzaderas de precisión Himars y otras armas. El Ministerio de Defensa ruso mantiene que ha destruido varias de estas piezas de artillería. Kiev, sin embargo, afirma que ni una sola de sus 20 unidades ha sido alcanzada desde que recibió las primeras hace más de medio año. Por aquel entonces, Peskov advirtió de que Washington se acercaba a sus líneas rojas: “[EE UU] está echando gasolina al fuego deliberadamente”.
Preocupación entre los militares
Sobre el impacto de los nuevos tanques se ha mostrado más prudente el presidente del comité de Defensa de la Duma Estatal, la Cámara baja del Parlamento ruso. El general y diputado Andréi Kartapolov pronosticó que las nuevas formaciones blindadas ucranias “aparecerán en algún lugar en primavera, más cerca del verano, y entonces esto será serio”. Kartapolov ha concedido una entrevista a la televisión estatal Rossiya-24 en la que recalcó que lo más peligroso para Rusia es que Ucrania no despliegue inmediatamente los tanques en el campo de batalla, sino que prepare sus unidades durante unos meses en Polonia y adapte sus sistemas logísticos a las nuevas armas.
“Los tanques Leopard no son malos, incluso son más efectivos que los Abrams en varios aspectos. Sin embargo, en comparación con nuestros T-90, son significativamente inferiores en potencia de fuego y blindaje, incluida la protección reactiva”, señaló Kartapolov. La otra alternativa a los Leopard y los Abrams serían los carros blindados de nueva generación, aunque no han sido vistos aún en el frente. Según él, si finalmente aparecen “será por motivos de propaganda” porque “posiblemente solo han sido producidas unas pocas decenas y es poco probable que los comandantes confíen en el vehículo de combate”.
Los medios rusos y sus expertos también han desdeñado la importancia de los tanques occidentales al tacharlos como las nuevas “wunderwaffe” (armas milagrosas, en alemán), que siempre prometen un vuelco imposible al curso de la guerra. “No será posible entrenar rápidamente a las tripulaciones de las Fuerzas Armadas de Ucrania”, ha afirmado Alekséi Leonkov, editor de la revista militar Arsenal Otechestva: “Los programas de formación de Alemania y Reino Unido conllevan más de un año. Los polacos, que reciben Leopard de vez en cuando, reentrenan cada dos o tres años, y estamos hablando de militares profesionales”.
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