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Rusia ataca en el oeste de Ucrania y se aproxima al territorio de la UE y la OTAN

Rusia ataca en el oeste de Ucrania y se aproxima al territorio de la UE y la OTAN

Los bombardeos rusos en Ucrania han proseguido este viernes con inquietantes novedades y una agudización de los ataques en varios frentes. Las fuerzas del Kremlin han extendido sus ataques a las inmediaciones de dos localidades del oeste del país, situadas muy cerca de las fronteras con dos Estados miembros de la UE y la OTAN, Polonia y Rumania; también han alcanzado el centro-este del país. A las puertas de la base de Lutsk —a 87 kilómetros de Polonia—, que fue atacada de madrugada, volvían a sonar las alarmas pasado el mediodía de este viernes. Grupos de militares corrían para ponerse a cubierto ante la posibilidad de una nueva ofensiva. Mientras, familiares de los trabajadores de la base y una docena de periodistas internacionales esperaban fuera, ya que se les impedía el paso. Además, el 16º día de guerra arrojó otra novedad: el Gobierno ruso ha anunciado la disposición de unas 16.000 personas procedentes de Oriente Próximo para batallar junto a las tropas del presidente Vladímir Putin.

Mijailo Podoliak, principal asesor del presidente ucranio, Volodímir Zelenzki, ha confirmado en sus redes sociales la ofensiva contra Lutsk e Ivano-Frankivsk, situada a 153 kilómetros de la frontera con Rumania. En la primera de estas ciudades el objetivo ha sido, según las autoridades ucranias, el aeródromo y una fábrica cercana. Fuentes del Gobierno regional han confirmado a EL PAÍS la muerte de cuatro militares y heridas a otros seis. La ofensiva rusa contra Lutsk se produjo a las 5.45 de este viernes, cuando cuatro misiles alcanzaron varios objetivos en la base militar de esta ciudad ucrania. “Pueden imaginarse cómo es levantarse con un ataque así”, han manifestado estas mismas fuentes. “La gente tiene miedo”. El Ministerio de Defensa ruso asegura que ha atacado con “ataques de precisión” dos “bases aéreas” de esas localidades.

Es el tercer ataque registrado en Lutsk desde el inicio de la invasión rusa. El primero tuvo lugar el pasado 24 de febrero, fecha en la que Moscú inició la ofensiva. Hace diez días, un misil alcanzó un objetivo militar. Las autoridades mantienen la recomendación de acudir a los refugios cuando suenen las alarmas. El toque de queda sigue vigente de diez de la noche a siete de la mañana. El alcalde de Lutsk, Igor Polischuk, pidió precisamente a los habitantes acudir rápidamente a los refugios tras estas primeras explosiones cerca del aeródromo: “¡Todos al refugio!”, dijo en un mensaje difundido por Facebook. El regidor solicitó luego a los vecinos que no publicaran fotos ni direcciones ni revelaran coordenadas para no dar pistas a los militares rusos.

El ataque contra Lutsk, en el noroeste del país, fue seguido poco después por el que sacudió otra ciudad no muy lejana y también en el oeste de Ucrania, Ivano-Frankivsk, a unos 250 kilómetros al sur, cerca de la frontera con Rumania, donde se registraron hasta “tres poderosas explosiones”, precisó el asesor del presidente Zelenski. Los nuevos bombardeos, alejados de las líneas del frente, son una estrategia de las fuerzas de Putin para dificultar la logística y el transporte de recursos desde los países aliados, apuntan fuentes del Gobierno ucranio.

Cuando se cumplen 16 días del inicio de la invasión rusa de Ucrania, las fuerzas del Kremlin atacaron también Dnipró, en el centro-este del país. Una ciudad industrial, en la ribera del río Dniéper, que es un cruce de caminos de transporte clave para Ucrania. Los proyectiles han impactado cerca de un jardín de infancia, un bloque de viviendas y una fábrica de zapatos, donde han causado un incendio, según el Servicio de Emergencias de Ucrania. Hay al menos un muerto en el ataque, según las autoridades locales.

Combatientes de Oriente Próximo

Mientras, Moscú amenaza con que sus fuerzas podrían emplear en la guerra más de 16.000 combatientes procedentes de Oriente Próximo a los que el Kremlin ha llamado “voluntarios”. El ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, ha asegurado que planea ese refuerzo poco después de que el presidente Putin aprobase el reclutamiento de extranjeros en una reunión de su Consejo de Seguridad.

“El Ministerio de Defensa tiene una red que trabaja directamente con la población de Siria y otros países”, precisó el portavoz de Putin, Dmitri Peskov, que dejó claro que este reclutamiento no incluye a ciudadanos rusos. Las bajas no rusas son más sencillas de explicar en casa. Y más después de la polémica provocada por el envío de reclutas a la guerra de Ucrania. “[Shoigú] habló principalmente de voluntarios de Oriente Próximo, Siria y otros. No se habló de nuestros ciudadanos”, recalcó Peskov. “Esto no se ha comentado y no sé nada de esto”, agregó después de que le preguntaran si los “voluntarios” rusos combatirían en Ucrania.

Un poco después del anuncio, ahondando en el tono contradictorio que le ha caracterizado en varios puntos de la invasión, el presidente ruso aseguró que hubo “ciertos cambios positivos” en las conversaciones de Rusia con Ucrania. Al inicio de una reunión con el líder autoritario bielorruso, Aleksandr Lukashenki, Putin afirmó que los representantes rusos le habían informado que había habido algunos avances en el proceso de negociación que continuaba “prácticamente a diario”.

En la guerra del Donbás de 2014 y 2015 participaron como mercenarios rusos, según varios informes del espionaje ucranio y occidental. Asimismo, las guerras de la pasada década en Oriente Próximo también han fogueado a los mercenarios de la contratista rusa Wagner, vinculada al empresario Yevgeny Prigozhin, conocido también como el chef de Putin, con un oscuro papel en Siria, Libia y varios países de África. En la invasión a Ucrania ya combaten unidades con experiencia en la guerra de Siria, como las brigadas chechenas de Razmán Kadírov, cuya labor se centró en la contrainsurgencia y la vigilancia de la oposición. Los servicios de espionaje occidentales creen que el Kremlin ha reclutado combatientes sirios con experiencia en lucha urbana, a medida que las tropas rusas expanden su ofensiva al corazón de las ciudades ucranias.

Crisis humana

Mientras los ataques se extienden progresivamente hacia el oeste y el sur del país, localidades bajo asedio desde hace días, como Járkov, la segunda ciudad de Ucrania por población, siguen bajo “bombardeos incesantes”, según ha denunciado su alcalde, Ihor Terekhov. La destrucción provocada por las bombas rusas ha acabado, entre otras instalaciones, con 48 colegios de la ciudad del este del país, de población de mayoría rusoparlante, como los ciudadanos que el Kremlin asegura proteger con la que ha llamado “operación militar especial”. Ucrania ha acusado también este viernes a Moscú de haber atacado un hospital psiquiátrico en Izium, cerca de Járkov. El centro albergaba a 330 personas cuando fue atacado, ha dicho el gobernador de esa región, Oleh Synegubov, que definió el bombardeo como “un crimen de guerra contra la población civil; un genocidio contra la nación ucraniana”, escribió en su canal de Telegram. Durante el último día, las fuerzas rusas han lanzado 89 bombardeos contra barrios residenciales de la ciudad, según las autoridades locales.

El bombardeo del hospital psiquiátrico de Járkov se produce solo dos días después de que Rusia atacara un hospital materno-infantil en la duramente asediada ciudad sureña de Mariupol, en la costa del mar de Azov, en el que murieron tres personas, entre ellas, una niña, y resultaron heridas al menos 17 personas. Al menos 78 menores han perdido la vida desde que Putin lanzó la invasión, según la Defensora del Pueblo de Ucrania, Liudmila Denisova.

Estados Unidos ha calificado el ataque al hospital materno-infantil de crimen de guerra. Desde el principio de la invasión rusa, el 24 de febrero, las fuerzas del Kremlin han atacado no menos de 20 hospitales y centros sanitarios, según ha denunciado la Organización Mundial de la Salud (OMS). La IV Convención de Ginebra prohíbe atacar a civiles durante las guerras, otorgando una especial protección a los centros sanitarios, sobre todo si se trata de hospitales pediátricos y de maternidad, como es el caso de esa ciudad ucrania que pronto cumplirá diez días de un asedio que la Cruz Roja ha calificado de “apocalíptico”.

El bombardeo contra el hospital de Mariupol tuvo lugar además cuando Ucrania y Rusia se habían comprometido a respetar un corredor humanitario que permitiera abandonar la ciudad a la población civil, una iniciativa que se ha visto frustrada en sucesivas ocasiones en esa localidad desde el sábado pasado.

Por séptimo día consecutivo, Rusia ha anunciado este viernes un nuevo alto el fuego en Mariupol, donde, de acuerdo con los escasos testimonios disponibles de sus habitantes, se está produciendo la peor crisis humana de Ucrania, con 200.000 de su alrededor de medio millón de habitantes atrapados sin comida, agua, calefacción ni electricidad, y bajo constantes bombardeos rusos, desde hace más de una semana. Zelenski informó el lunes de la muerte por deshidratación de una niña de seis años, mientras que los residentes y las organizaciones de derechos humanos han descrito escenas de personas bebiendo agua de los charcos del suelo. Imágenes difundidas por la alcaldía de la ciudad muestran la inhumación de cadáveres en fosas comunes ante la imposibilidad de dar sepultura de otra forma a los muertos.

Las autoridades ucranias han dicho este viernes que intentarán de nuevo organizar una evacuación de la ciudad: “Esperamos que funcione hoy”, ha asegurado la vice primera ministra, Iryna Vereshchuk. El presidente Zelenski ha acusado a Moscú de organizar un ataque con tanques en una zona donde había un corredor humanitario para salir de Mariupol. “Tienen una orden clara de mantener a Mariupol como rehén, burlarse de ella, atacarla y bombardearla constantemente”, dijo Zelenski en un discurso en video. En los 16 días que dura la ofensiva, al menos 2,5 millones de ucranios se han refugiado de la guerra en países vecinos, según la última cifra actualizada por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

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