En un ambiente cada vez más eléctrico por la acumulación de tropas rusas junto a las fronteras ucranias y las alertas de Occidente sobre otra invasión al estratégico país del este, Moscú eleva la tensión con nuevas maniobras militares conjuntas con Bielorrusia. Los ejercicios, que empezarán el 10 de febrero, añaden otro punto caliente al escenario en Ucrania, que comparte alrededor de un millar de kilómetros de fronteras con Bielorrusia, y se suman a otras maniobras rusas en el mar Negro, el Caspio y regiones del sur del Cáucaso próximas a Georgia. Blindados rusos han comenzado este martes a llegar a Bielorrusia. Se unen al movimiento de trenes cargados de decenas de vehículos y armamento que siguen avanzando desde lejanos puntos de Rusia hacia las fronteras orientales.
El Reino Unido, mientras, envió armas a Ucrania, un apoyo “defensivo” en respuesta al “comportamiento cada vez más amenazante de Rusia”, según el responsable de Defensa británico, Ben Wallace. “Hemos tomado la decisión de suministrar a Ucrania sistemas ligeros de armas defensivas antitanque”, dijo Wallace, que invitó a su homólogo ruso, Serguéi Shoigu, a Londres para conversaciones.
Además, “un pequeño número” de especialistas británicos entrenará al ejército ucranio en el uso del armamento suministrado. Instructores de Reino Unido han estado en Ucrania desde 2015, en programas de entrenamiento de las fuerzas armadas y Londres también ha vendido barcos a Kiev y le ha proporcionado un préstamo de unos 2.000 millones de euros para modernizar su armada. Rusia considera una provocación los acuerdos de defensa de Ucrania con sus aliados de Occidente y también la presencia de especialistas militares en el país que va a cumplir ocho años de guerra en la región del Donbás con los separatistas prorrusos apoyados militar y políticamente por el Kremlin. La última guerra de Europa se ha cobrado ya unas 14.000 vidas.
Las maniobras militares de los ejércitos ruso y bielorruso —las segundas importantes de este año, tras las del pasado septiembre— se realizarán entre el 10 y el 20 de febrero. Con el nombre de Determinación Aliada-2022, se desarrollarán en dos puntos: el borde occidental de Bielorrusia, cerca de Lituania y Polonia (ambos miembros de la OTAN), y a lo largo de la frontera con Ucrania, un escenario que la inteligencia de Kiev y de Occidente ya habían anticipado como uno de los puntos posibles de entrada de la amenaza rusa, cuando Minsk y el Kremlin están cada vez más cerca. También temen que estas maniobras sean una treta para colocar de manera semi-permanente botas rusas en Bielorrusia.
Moscú no ha revelado cuántos soldados participarán en las maniobras ni cuánto armamento pesado se va a trasladar, aunque el viceministro de Defensa ruso, Alexander Fomin, apuntó en una sesión informativa este martes con agregados militares que planea enviar 12 cazas Su-35 avanzados y dos baterías de sistemas antiaéreos S-400. Participarán en medidas de búsqueda y destrucción de “formaciones ilegales” y la defensa de la frontera contra “grupos armados de militantes”, según remarcó Fomin, citado por la agencia estatal Tass.
Aleksandr Lukashenko, que gobierna con mano de hierro Bielorrusia desde hace décadas, aseguró el lunes que las maniobras militares conjuntas son necesarias debido al supuesto incremento de fuerzas de la OTAN en Polonia y los Bálticos y por el aumento de soldados ucranios junto a las fronteras con Bielorrusia, una linde bastante porosa que Kiev empezó a reforzar recientemente. Lukashenko, que tradicionalmente había sido un amortiguador entre Rusia y Occidente, está cada vez más cerca del presidente ruso, Vladímir Putin, su apoyo fundamental desde las protestas contra el fraude electoral y por la democracia que sacudieron Bielorrusia en 2020 y que reprimió con dureza.
El Gobierno ucranio ya ha advertido de que Rusia puede lanzar un nuevo ataque —en 2014 se anexionó la península de Crimea con un referéndum considerado ilegal por la comunidad internacional y celebrado con presencia militar rusa— desde varias direcciones, incluido desde Bielorrusia. Según los cálculos de la inteligencia ucrania y la de EE UU, Rusia ha concentrado unos 80.000 soldados junto a las fronteras ucranias y varios miles más en Crimea. Creen también que el Kremlin no ha tomado aún una decisión sobre otra intervención militar, pero también sostienen que podría estar esperando a que el lodoso suelo de sus fronteras orientales y el este de Ucrania se congele para operar sin problemas con los vehículos pesados.
Moscú, mientras, niega planes de invasión, argumenta que puede movilizar a sus tropas con total libertad dentro de sus fronteras y que lo hace por la “amenaza creciente” de la OTAN. Putin exige a la Alianza Atlántica y a Estados Unidos garantías por escrito de que Ucrania y otros países miembros de la antigua URSS (como Georgia) no se unirán a la organización, pese a que recibieron la invitación en 2008; una invitación que está lejos de materializarse.
El Kremlin busca, además, algún tipo de acuerdo legal que obligue a la OTAN a retirarse a las posiciones que ocupaba en 1997. Moscú, Washington y la Alianza han mantenido conversaciones diplomáticas este mes sobre el tema sin llegar a ninguna solución para desescalar una situación cada vez más caldeada.
Cuando la tensión aumenta, el Ministerio de Defensa de Ucrania ha anunciado este martes que acelerará los planes para formar batallones de reservistas, que permitirán el despliegue rápido de unos 130.000 reclutas para sumar a su ejército de unos 240.000 militares; batallones que incluirán a voluntarios de las Fuerzas de Defensa Territorial, a las que se han apuntado personas de entre 18 y 60 años.
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