Ucrania ha amanecido este lunes con una nueva ofensiva en la que se han empleado decenas de drones de fabricación iraní, unos aparatos a los que Rusia ha recurrido de manera creciente en la guerra. La frecuencia de los ataques —es el tercero en seis días— ha crecido y la población trata de acomodarse a esta peligrosa rutina que extiende el riesgo a cientos de kilómetros de lo que se considera línea del frente. Hasta 35 de esos drones han surcado los cielos del país a primera hora de la mañana aunque 30 han sido interceptados, según fuentes del Ministerio del Interior. La mayoría de ellos, hasta 23, han tenido como destino la capital, Kiev, y su región homónima. De ellos, 18 fueron abatidos. El organismo atómico ucranio Energoatom denunció que uno de los aparatos sobrevoló una de las centrales del país sin causar daños. Las autoridades informaron de ese ataque al Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA).
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Las bajas temperaturas en Ucrania continúan dificultando la supervivencia de sus habitantes. La temperatura en Kiev este lunes es de 7 grados bajo cero y la máxima que se alcanzará a lo largo de la jornada será de 5 bajo cero, según las previsiones. El alcalde, Vitali Klitschko, informó pocas horas después del bombardeo de que el servicio de agua y calefacción estaba restablecido casi en su totalidad, aunque había algunos barrios que mantenían cortes en el suministro eléctrico. El frío eleva estas semanas al máximo el pico de consumo energético de los habitantes, pero el sistema, que arrastra daños de anteriores ataques, no tiene capacidad para soportar esas necesidades, según reconocen las autoridades. Eso obliga a cortes programados en diferentes regiones del país. Aunque no se han registrado víctimas mortales este lunes, los principales daños se centran en el sistema energético, cuya infraestructura es el principal objetivo de los ataques que Rusia lanza a larga distancia con esos drones desde el mar Caspio o el mar Negro.
El balance de víctimas es de tres heridos. También se han producido daños en una decena de edificios o viviendas, informaron las autoridades regionales. Unos vecinos han relatado cómo al amanecer el ruido del motor en el aire de uno de esos aviones sin piloto les ha despertado al volar por los alrededores de su apartamento en el barrio de Demivska, en el sur de la capital.
El presidente Volodímir Zelenski ha aprovechado su reunión con los mandos militares para reclamar a sus aliados extranjeros de nuevo un apoyo armamentístico más firme, tanto en cantidad como en tecnología para reforzar sus capacidades antiaéreas. “Cuantas menos oportunidades tenga Rusia de causar terror, más oportunidades tendremos nosotros de restaurar y garantizar la paz”, ha dicho.
El de este lunes es el tercer ataque que sufre Kiev desde el pasado miércoles. Aquella mañana también decenas de aviones no tripulados modelo Shahed —suicida o mártir en farsi, que toma prestado el término del árabe— cruzaron cientos de kilómetros desde el mar Negro hasta la capital y su entorno. El viernes el ataque masivo se realizó con 76 misiles, de los que 60 fueron derribados por el sistema de defensa antiaérea de Ucrania, según informaron las autoridades. Ese fue uno de los peores ataques llevados a cabo por Rusia sobre el país desde que comenzó la invasión a gran escala el pasado 24 de febrero. La mitad de Kiev, que cuenta con algo más de tres millones de habitantes, se quedó sin suministros básicos durante horas.
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Este domingo por la mañana, Klitschko anunció que finalmente se había logrado reparar el servicio de calefacción a todos los vecinos de la capital, pero pocas horas después ha tenido lugar este nuevo bombardeo. Ya son más de una decena desde que el pasado 10 de octubre Moscú se marcó como objetivo castigar a la población de Ucrania intentando destruir las infraestructuras que permiten abastecerles de los servicios básicos con los que hacer frente a las semanas más duras del invierno.
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