Rusia acelera para romper cualquier vínculo con la OTAN. El Ministerio de Exteriores ruso ha anunciado este lunes que cerrará su representación ante la Alianza Atlántica, en Bruselas. La medida es la respuesta de Moscú a la expulsión de ocho de sus diplomáticos acreditados ante la organización acusados de espionaje. Cuando las tensiones latentes entre Rusia y la OTAN no cesan, el Ministerio de Exteriores ruso ha decidido también retirar el visado al personal de la misión de la Alianza en Moscú. “Si los miembros de la OTAN tienen algún asunto urgente, pueden ponerse en contacto con nuestro embajador en Bélgica”, ha zanjado el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, en una conferencia de prensa.
El pasado 6 de octubre, la alianza militar ordenó la expulsión de ocho diplomáticos de la representación rusa ante la OTAN por ser “oficiales de inteligencia no declarados”. Rusia niega las acusaciones y asegura que la medida de la Alianza socava las perspectivas de normalización en las relaciones con la organización militar de la que son miembros Estados Unidos, buena parte de los países europeos y Turquía.
El paso que el Kremlin ha dado este lunes muestra el deterioro de los vínculos del Gobierno de Vladímir Putin y el organismo dirigido por Jens Stoltenberg. Quedaban en la misión diplomática ante la Alianza, con sede en Bruselas, 10 oficiales. La expulsión de los diplomáticos de la oficina de información y de la misión de enlace de la Alianza en Moscú –que acogía la Embajada de Bélgica– decretada por Rusia mina aún más la capacidad de diálogo diplomático entre los antiguos enemigos de la Guerra Fría. La OTAN ha remarcado este lunes que aún no ha recibido notificación de Rusia sobre las últimas medidas pero que “toma nota” de las palabras de Lavrov difundidas por los medios, informa Reuters.
El Ministerio de Exteriores ruso asegura que las represalias, que tendrán efecto el 1 de noviembre, se deben a las “acciones hostiles” de la Alianza Atlántica. “La OTAN no está interesada en el diálogo equitativo y el trabajo conjunto”, ha asegurado Lavrov este lunes. “Si ese es el caso, entonces no vemos la necesidad de seguir fingiendo que los cambios en el futuro previsible son posibles”, ha añadido.
El bloque militar atlántico suspendió la cooperación práctica con Rusia en 2014, tras la anexión de la península ucrania de Crimea con un referéndum considerado ilegal por la comunidad internacional, y su relación se resintió todavía más por el apoyo político y militar del Kremlin a los separatistas prorrusos en el conflicto del Donbás, en Ucrania. Sin embargo, quedaban algunos lazos y vías de comunicación, que se han ido rompiendo con las últimas tensiones.
Las últimas esta primavera, cuando Rusia desplegó a decenas de miles de militares junto a las fronteras con Ucrania en respuesta a lo que definió como “acciones provocadoras” de la OTAN cerca de sus fronteras. El despliegue puso en alerta a la Alianza y a la UE.
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La actividad militar rusa en esa zona y en el Mar Negro, además, no ha cesado. En junio, el Ministerio de Defensa ruso informó de que había disparado un tiro de advertencia contra un destructor británico que navegaba por el Mar Negro, la primera vez desde la Guerra Fría en que Rusia utilizó munición real para disuadir a un buque de la OTAN. Este lunes, más de 40 barcos –entre ellos el buque insignia de la flota rusa del Mar Negro— han participado en maniobras a gran escala en la península ucrania de Crimea.
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