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Rusia reescribe el asesinato de 22.000 polacos durante la ocupación soviética en la II Guerra Mundial

EL PAÍS

La invasión rusa de Ucrania ha avivado los viejos temores de Polonia hacia la vecina Moscú. En plena escalada de tensión, el Kremlin reescribe ahora uno de sus capítulos más oscuros, la matanza en 1940 de más de 22.000 polacos en el bosque de Katyn, en la región rusa de Smolensk, a manos de las fuerzas de la URSS. Lo hace 13 años después de que la Duma estatal (el Parlamento ruso) pidiera perdón a Varsovia por aquel episodio perpetrado durante la ocupación soviética del este del país al inicio de la II Guerra Mundial. El Servicio Federal de Seguridad (FSB, heredero del KGB) ha publicado ahora una supuesta acta que atribuye ese crimen de guerra a la Alemania nazi y exonera a la URSS.

El debate sobre la autoría de aquel baño de sangre parecía zanjado con el acercamiento logrado entre Varsovia y Moscú hace más de una década, pero los tiempos han cambiado y la hostilidad entre ambos países es máxima. “Continúa la disputa en Rusia sobre las circunstancias poco claras del caso Katyn”, afirma un artículo publicado por la revista oficial del Ministerio de Exteriores ruso. “En parte, por la posición abiertamente hostil que ha adoptado Polonia hacia Rusia en los últimos años y por la destrucción de los monumentos a los soldados del Ejército Rojo que murieron durante la liberación de aquel país de los nazis”, añade la revista, haciéndose eco del documento hecho público por el FSB.

El papel desclasificado contiene la declaración de un preso que sirvió en uno de los batallones de prisioneros alemanes, Arnaud Duret. El acta procede de los juicios de Leningrado (la actual San Petersburgo) de 1946 en los que la URSS condenó a muerte a los militares responsables de ejecuciones masivas de civiles en territorios ocupados. Según el testimonio de Duret, que se libró de la pena capital, las SS nazis le llevaron junto a otros reclusos a cavar zanjas “de 15 a 20 metros de profundidad” en Katyn en septiembre de 1941.

El documento fue difundido por la agencia de noticias del Kremlin Ria Novosti. En un artículo que cita como fuente a “expertos” e “historiadores” rusos, cuyos nombres no revela, el medio estatal asevera que la mayoría de los testimonios de aquellos hechos siguen estando clasificados y afirma que “el caso Katyn fue una provocación de los servicios secretos del Tercer Reich para dividir a la sociedad polaca, por cuyo territorio se suponía que llegaría el Ejército Rojo a la frontera de Alemania”. La divulgación de estas declaraciones como prueba para exonerar a la URSS de la matanza ha sido cuestionada por la prensa independiente rusa. El diario The Insider recuerda que Duret se desdijo de otras declaraciones ya conocidas de aquel juicio tras regresar a Alemania en 1954, y que denunció haber sido coaccionado por las autoridades soviéticas.

La nueva revelación choca además frontalmente con la investigación oficial emprendida por la URSS desde el aperturismo de finales de los ochenta. Moscú abrió una investigación penal en 1990 que se cerró en 2004 —en los primeros años de presidencia de Vladímir Putin— porque la fiscalía militar consideró que los responsables de la matanza ya habían muerto para entonces. Además, Moscú publicó a principios de los noventa el llamado Paquete Cerrado Número 1, un compendio de documentos confidenciales en los que se reflejaba que fue el politburó soviético quien ordenó el fusilamiento de los presos polacos.

El caso Katyn quedó archivado, pero la herida seguía abierta. El Parlamento ruso reconoció en noviembre de 2010 que la ejecución de miles de polacos fue obra de la URSS. “Los materiales publicados, que durante muchos años estuvieron guardados en archivos secretos, muestran no solo la magnitud de esa terrible tragedia, sino también que el crimen de Katyn fue perpetrado por orden directa de Stalin y otros dirigentes soviéticos”, recogía la declaración parlamentaria con la que Moscú pidió perdón a Varsovia.

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SuscríbeteImagen tomada en 1943 de la exhumación de cadáveres de las fosas comunes del bosque de Katyn, en el municipio ruso de Smolensk.EFE

Polonia homenajea cada 13 de abril a las víctimas de Katyn. La Alemania nazi anunció aquel día, en 1943, el descubrimiento de unas fosas comunes masivas donde habían sido enterrados miles de presos polacos fusilados por la policía secreta soviética, el NKVD, durante la ocupación del este del país entre 1939 y 1941. La mayoría de los asesinados pertenecían a la élite polaca: políticos, funcionarios de la administración, oficiales del ejército… La matanza descabezó a la resistencia local y, a raíz de aquello, el Gobierno polaco en el exilio rompió relaciones con Moscú. Sin embargo, tras la II Guerra Mundial, la URSS mantuvo a Polonia como un Estado satélite regido por un único partido de corte comunista. Tanto aquel Estado como varias antiguas repúblicas de la URSS —incluidas las bálticas y Ucrania— han emprendido en los últimos años una política de resignificación de la herencia soviética a medida que ha escalado la hostilidad con el Kremlin.

Ucrania, Polonia y el Kremlin

Polonia es hoy uno de los principales apoyos de Kiev en su defensa contra Rusia, y estos lazos han sido puestos a prueba con olas y olas de desinformación. Uno de los pretextos falsos del Kremlin para justificar su invasión es que, Varsovia —y a veces Rumania y Hungría— querría supuestamente apropiarse del oeste de Ucrania. Este mensaje ha sido repetido una y otra vez desde Rusia, tanto a través de las redes sociales como en declaraciones públicas del propio Vladímir Putin.

El presidente ruso sostuvo en una reunión de su Consejo de Derechos Humanos el pasado 7 de diciembre: “En Polonia hay elementos nacionalistas latentes que contemplan la devolución de sus llamados territorios históricos, las zonas occidentales que recibió Ucrania por decisión de Stalin después de la II Guerra Mundial”. Apenas dos meses después de anexionarse las regiones de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia, el mandatario añadió: “Solo Rusia puede ser el único garante de la integridad territorial y la soberanía de Ucrania dentro de sus fronteras actuales”. Rusia también mantiene ocupada desde 2014 la península de Crimea.

El polaco Franciszek Herzog muestra una foto de su padre, Franciszek Herzog, ejecutado en el bosque de Katyn en 1940.Jessica Hill

Stanislav Kuvaldin, experto del centro de análisis Carnegie, ve en las declaraciones de Putin “la lógica del Kremlin sobre la naturaleza artificial del Estado ucranio”. “Si Ucrania fue construida por Lenin en 1918, como ahora insiste Moscú, entonces puede ser deconstruida con la misma facilidad y legitimidad”. El analista señala, por tanto, que la lógica perversa de Putin es que “solo el sucesor [Rusia] del país que una vez otorgó a Ucrania sus fronteras actuales [la URSS] al apoderarse de las tierras de sus vecinos [Polonia] puede ahora asegurar su inviolabilidad”.

Según Kuvaldin, ello lleva a pensar al Kremlin que los ucranios deberían estar convencidos de unirse a Rusia por temor a la partición de su país. La idea ha sido compartida públicamente por otros muchos altos cargos rusos, como el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, y el jefe de los negociadores de paz rusos, Vladímir Medinski. El jefe del espionaje exterior ruso, Serguéi Naryshkin, también manifestó al principio de la guerra que Washington y Varsovia planeaban “establecer un estricto control militar y político sobre las posesiones históricas de Polonia en Ucrania”.

Por su parte, el expresidente y actual vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvédev, afirmó este lunes en Telegram que los polacos “sueñan con revivir la unión con Ucrania y restaurar el inacabado imperio de mar a mar”, en referencia a las fronteras de Polonia en los siglos XVI y XVII cuyo territorio iba desde el Báltico casi hasta el mar Negro englobando gran parte de Ucrania, Bielorrusia y Lituania. De hecho, Medvédev incluso fue más lejos y subrayó que Polonia es un enemigo para Rusia.

Las fronteras de Polonia con Ucrania y Bielorrusia son hoy una enorme línea roja en el este de Europa. La caída accidental de un misil antiaéreo ucranio en territorio polaco, y, por tanto, de la OTAN, en noviembre del pasado año hizo saltar las alarmas en la Alianza Atlántica. Aquel incidente se saldó con dos muertos y rompió la calma tensa de la zona, donde el régimen de Aleksandr Lukashenko y el Kremlin tensan la cuerda con Varsovia. Por un lado, con la provocación de una crisis migratoria mediante el envío masivo de refugiados de terceros países hacia su frontera; por otro, con un despliegue militar ruso que incluirá próximamente armas nucleares.

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