Lo que debía ser la gran ofensiva rusa desde el inicio de la invasión de Ucrania ha terminado por ser una carnicería sin avances significativos. La ingente acumulación de tropas, blindados y artillería del invasor en los frentes de las provincias de Lugansk, Zaporiyia y Donetsk, en el este del país, auguraba a principios de año una vuelta de tuerca que pondría a las Fuerzas Armadas Ucranias contra las cuerdas. Kiev lanzaba por entonces un mensaje de socorro a sus aliados de la OTAN por su falta de armamento y munición. Tres meses después, tanto el ejército ucranio como los principales analistas de la guerra confirman que la estrategia rusa va a menos, no ha aportado resultados decisivos y continúa centrada en la toma de Bajmut, la ciudad de Donetsk que se ha convertido en símbolo de la resistencia ucrania.
El ministro de Defensa del Reino Unido, Ben Wallace, resumió el pasado febrero en la Conferencia de Seguridad de Múnich lo que, en su opinión, ha sido la estrategia rusa en la campaña de invierno: “Una trituradora de carne” en la que “han avanzado, sí, pero en metros, no en kilómetros”. Desde finales de enero, cuando arrancó la ofensiva, y hasta hoy, las tropas del Kremlin solo han avanzado en Bajmut unos siete kilómetros y están cerca de rodearla por completo. En las otras poblaciones de Donetsk asediadas —Liman, Avdiivka, Marinka y Vuhledar—, el progreso ha sido incluso menor. “Lo que la propaganda rusa anunció durante meses como la gran ofensiva ha terminado por ser un bluf sin ningún resultado significativo”, aseguró el 31 de marzo a la agencia Ukrinform Andrii Cherniak, portavoz de los servicios de inteligencia del Ministerio de Defensa ucranio.
Observadores externos como el mayor general australiano Mick Ryan, uno de los analistas más citados de esta guerra, advierten de que el objetivo del Kremlin para la actual fase de la contienda es mantener el frente estancado a la espera de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, a finales de 2024, cuando una victoria republicana podría reducir drásticamente el apoyo internacional a Ucrania.
Rusia, sobre el papel el segundo ejército del mundo —con un poder de artillería y de fuego aéreo 10 veces superior al ucranio, y dos veces superior en blindados—, no ha podido tomar Bajmut ocho meses después de iniciarse su campaña para sitiar esta pequeña ciudad de Donetsk, en la región de Donbás. A finales de enero dio inicio la ofensiva de invierno con un redoblamiento de tropas para someter Bajmut. Dos meses y medio después, los mercenarios del grupo Wagner y divisiones aerotransportadas rusas han conseguido tomar la mitad de la localidad y están más cerca que nunca de sitiarla, pero a cambio de un peaje en vidas humanas no visto en un conflicto bélico desde la II Guerra Mundial: según datos aportados por servicios de inteligencia de la OTAN a la BBC, a mediados de marzo, las bajas rusas —tanto muertos como heridos— en el asedio de Bajmut podían ascender a 30.000.
La teoría militar indica que un ejército que ataca sufre más bajas que uno que defiende. En el caso de la batalla de Bajmut se suma, además, que Rusia ha apostado su fuerza de infantería en el grupo de mercenarios Wagner, cuyos hombres tienen la orden de no retroceder bajo ningún concepto, tal y como se comprueba en los muchos vídeos a vista de dron que publican unidades militares ucranias.
Pero por el lado de Kiev también son elevadas las pérdidas. En un reportaje del pasado marzo, los periodistas del diario The Kyiv Independent entrevistaron a una docena de soldados ucranios en el municipio de Kostiantinivka, colindante a Bajmut. Los militares aseguraban que las posibilidades de salir con vida de las posiciones de combate son del 30% y que no cuentan con suficiente apoyo de artillería, ni de blindados ni con unidades de relevo debidamente entrenadas. Fuentes de los servicios secretos de Estados miembros de la OTAN europeos y de Estados Unidos señalaban en marzo a The Washington Post que estimaban en 120.000 las bajas ucranias en todos los frentes, frente a 200.000 rusas.
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Ninguno de los dos ejércitos da acceso a prensa independiente en las zonas del frente. El Estado mayor ucranio ha introducido en el último mes medidas draconianas para restringir el trabajo de los periodistas en la provincia de Donetsk y en la de Jersón, en el sur.
Reforzar las líneas de defensa
Rob Lee, experto en estrategia militar rusa del estadounidense Instituto para la Investigación en Política Exterior, valoraba en un análisis compartido el pasado 20 de marzo en sus redes sociales que Ucrania no está poniendo toda la carne en el asador para detener el martilleo ruso en el escenario de Donetsk porque está reservando armamento para una próxima gran contraofensiva. Las Fuerzas Armadas Ucranias ya han anunciado la creación de tres nuevas brigadas, que analistas de referencia como Lee o Michael Kofman, director del programa de Estudios rusos del CNA, centro de estudios de defensa estadounidense, dan por hecho que se armarán con la mayor parte de los blindados que han acordado aportar a Ucrania desde enero sus aliados internacionales.
Soldados ucranios disparan munición en dirección de las líneas rusas cerca de Bajmut, el 21 de marzo. Europa Press/Contacto/Mykhaylo Palinchak (Europa Press/Contacto/Mykhaylo P)
En War on the rocks, un proyecto de información sobre la invasión rusa coliderado por Kofman, este confirmaba el 4 de abril lo que ya señalan los principales servicios de inteligencia occidentales, que las fuerzas invasoras están cambiando de estrategia: “La ofensiva rusa en Donbás no ha finalizado, pero el ritmo de las operaciones y la intensidad se ha debilitado. Tras pocos logros, las fuerzas rusas probablemente se están preparando para una posición defensiva para anticiparse a la ofensiva ucrania”. Grupos de análisis en el lado ruso como Rybar y Slavyangrad también están constantando desde finales de marzo que en todos los frentes ya se están reforzando las líneas de defensa.
La lluvia de primavera ya cae a diario en todo el país y los campos, enfangados, no están en condiciones para el movimiento de blindados pesados. La meteorología es un impedimento para ofensivas de envergadura, pero el barro no es un contratiempo para el combate urbano. Rusia continuará su campaña sobre Bajmut porque mientras Ucrania no tenga estabilizado este punto del frente, no podrá activar su contraofensiva. Así lo comentó la semana pasada Luke Coffey, exmilitar estadounidense e investigador del Instituto Hudson. “Los próximos meses dependerán sobre todo de la velocidad con la que Ucrania reciba las armas y la munición [de los aliados]”, añade Hanna Shelest, directora del programa de seguridad del instituto ucranio Prism: “Mientras, estamos viendo cómo en todos los frentes excepto Avdiivka y Bajmut los rusos están en posición de defensa”.
Shelest coincide con otro experto consultado por , el militar francés Thibault Fouillet, analista de la Fundación para la Investigación Estratégica, en que el invasor ha perdido fuelle en ofensivas que tenía planeadas en Lugansk y Zaporiyia porque ha tenido que desviar fuerzas a Bajmut. Fouillet concluye que la estrategia rusa, basada en conseguir éxitos a costa “de bajas masivas, no ha evolucionado en ninguna dirección”. El mayor fracaso, indica, fue el intento de tomar el pueblo de Vuhledar, en la provincia de Donetsk, y que terminó con divisiones de soldados profesionales borradas del mapa y con el posible cese esta semana del coronel general ruso al mando, Rustam Muradov, según The Moscow Times.
Escasez de munición
La ofensiva de invierno ha dejado imágenes hasta hace poco impensables en el ejército ruso: un déficit de munición y de hombres. “Si hay algo que el ejército ruso tiene de forma infinita es artillería y carne de cañón”, decía a este diario el pasado febrero un oficial de una brigada blindada en el frente de Vuhledar. Pero lo cierto es que, según han observado militares en el frente y destacados analistas, las oleadas de infantería cuentan con menos unidades que hace dos meses. “Si nos fijamos en el día a día”, comenta Fouillet, “la intensidad en cuanto al volumen de ataques y el número de tropas ha disminuido. Pero si ampliamos el ángulo en la región, la intensidad en el desgaste sobre las defensas ucranias ha variado poco”.
Más sorprendente, teniendo en cuenta los enormes arsenales heredados de la Unión Soviética, han sido las llamadas del presidente ruso, Vladímir Putin, a un uso racional de la artillería y las discusiones públicas entre el grupo Wagner y el Ministerio de Defensa sobre la falta de munición. Aleksandr Sladkov, analista ruso que sigue a las fuerzas invasoras en Donetsk, afirmaba el 2 de abril que las tropas en Marinka habían tenido que retroceder por falta de obuses: “Para decirlo de una forma suave, nuestros soldados están a dieta en cuanto a munición”. De hecho, en las últimas semanas incluso se ha detectado supuestamente la reincorporación al servicio —dentro de Rusia— de modelos de tanques fuera de uso desde hace décadas, como los T-62 —de los años sesenta— y los T-54 y T-55 —estos, de finales de la década de los cuarenta—, según información satelital del CIT, un centro de estudios ruso de referencia en el análisis de la invasión de Ucrania.
Oficialmente, Kiev rebate estas informaciones y reitera que Valeri Guerásimov, jefe del Estado mayor ruso, continúa teniendo a su disposición un arsenal incalculable. “Hemos dicho repetidamente que allí donde concentra sus esfuerzos, el enemigo no tiene un déficit en munición”, afirmó el 5 de abril el portavoz del Alto Mando ucranio del Este Serhii Cherevatyi. Shelest tampoco cree que haya una seria disminución de armamento en el lado ruso, excepto por los misiles de crucero y drones de largo alcance —los bombardeos sobre ciudades alejadas del frente han dejado de ser frecuentes como a finales de 2022—.
Mikola Bielieskov, uno de los expertos más destacados del Instituto Nacional para Estudios Estratégicos ―organismo dependiente de la presidencia ucrania—, afirmaba en una entrevista del 28 de marzo que el enemigo pasará a la defensiva hasta que se incorporen a partir de julio las hornadas de nuevos reclutas. El Kremlin ha iniciado una nueva campaña de reclutamiento de 147.000 soldados. El objetivo ruso continuará siendo tomar Donbás al completo. Rob Lee indicaba que más allá de Bajmut, Moscú tiene los ojos puestos en el vecino pueblo de Chasiv Yar, situado sobre una colina y desde donde la artillería ucrania controla esa parte de la región. Si las tropas de Guerásimov tomaran Chasiv Yar, según Lee, Rusia sumaría un bastión ideal para avanzar en el futuro hacia Kramatorsk y Sloviansk, el corazón de la provincia de Donetsk que todavía controla Ucrania.
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