Un total de 4.310 días. Mark Rutte, primer ministro holandés al frente de una coalición de centro-derecha, supera a partir de este martes el periodo de permanencia en el cargo de todos sus antecesores. El próximo 14 de octubre cumplirá 12 años en el puesto. Desde este martes gana, por un día, a Ruud Lubbers, que ejerció como jefe de gobierno entre 1982 y 1994.
Rutte, de 55 años, soltero, es un liberal de derechas. Lubbers, fallecido en 2018 a los 79 años, era cristianodemócrata. Dotados ambos de una energía similar en el arte de la supervivencia política, Rutte ha declarado que se siente “a medio camino” en su trabajo. En el contexto holandés, donde las leyes no imponen límites a los mandatos de los políticos, la frase es algo más que una salida ingeniosa. Para el dirigente, la política es una pasión. Además, cuenta con el apoyo de su formación, el Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD), el mayor del país. Y con el voto de los electores. Pese a que las juventudes del partido han sugerido que es el momento de pensar en un recambio, nadie parece hacerle sombra por el momento.
Después de tantos años en el poder, Rutte admite que aún tiene que aprender a encajar las críticas cuando las cosas van mal, pero también exhibe lo que ha funcionado en sus cuatro gobiernos sucesivos desde 2010. “Es joven, tiene buena salud y no parece que haya otro candidato a la vista por ahora. Y la política es su vida”, afirma al teléfono el sociólogo Paul Schnabel. A lo largo de sus años en el poder, Rutte ha colaborado prácticamente con todos los partidos con representación parlamentaria en Países Bajos, incluido, en su primer Gobierno, un apoyo desde el Congreso de la extrema derecha de Geert Wilders. Ha ejercido de primer ministro sin mayoría en el Senado, como sucede también ahora, y ha sorteado escándalos y una moción de censura y otra de reprobación. Votadas ambas en abril de 2021, la oposición le acusó en el Congreso de haber mentido durante las negociaciones para formar el actual Gabinete.
Más gestor que intelectual, Rutte acababa de ganar en 2021 las elecciones y se había abierto la fase de exploración del nuevo pacto gubernamental, un tanteo entre partidos que fue suspendido después de que él dejara caer el nombre de un diputado democristiano como posible ministro. El político mencionado era Peter Omtzigt, que contribuyó en 2020 a la dimisión en bloque del tercer Gabinete de Rutte por culpa de un escándalo de subsidios que señaló como defraudadores a miles de familias inocentes con apellidos extranjeros. Omtzigt ayudó a la abogada española Eva González Pérez a destapar los hechos. Rutte fue acusado de sugerir que le dieran al diputado un ministerio para reducir su capacidad de criticar la labor del Gobierno.
El problema de las ayudas familiares se ha convertido en Países Bajos en un trauma colectivo todavía vivo. El propio Gobierno reconoció en mayo que la Agencia Tributaria, encargada de gestionar este tipo de apoyo económico para el cuidado de los hijos, “ejerció racismo institucional”. El escándalo ha tenido una gran incidencia entre los afectados, porque se buscaron supuestos fraudes en familias en su mayoría de origen inmigrante.
Durante el tenso debate parlamentario que dio lugar el año pasado a las dos mociones en su contra, Rutte pronunció una frase transformada en un chascarrillo entre sus compatriotas, convertida en meme y en letra impresa en sudaderas. Se refiere a su memoria selectiva ante un tropiezo grave. “No tengo un recuerdo activo”, dijo sobre la posibilidad de haber mencionado un cargo para Omtzigt.
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“Dada la fragmentación política, el primer ministro de Países Bajos es más bien un gestor al frente del Consejo de Ministros, pero no su jefe absoluto. Lo que cuenta en Holanda es la credibilidad personal. De modo que Rutte espera a que pasen las tormentas para seguir adelante”, dice Schnabel para explicar la forma en que el primer ministro ha vadeado las últimas crisis. “En el plano político, el asunto de Omtzigt es imperdonable porque el tratar de nombrarlo estaba fuera de las atribuciones de Rutte. Creo que salió adelante debido a que es una persona agradable y, sobre todo, porque la fragmentación actual del Parlamento impide que haya un Gobierno sin contar con el VVD”, señala el sociólogo.
Rutte, el menor de una familia de siete hermanos, entró en la política con las juventudes de su partido. Fue primero gerente de recursos humanos en la multinacional Unilever. Una vez en el Congreso, ejerció como secretario de Estado de Asuntos Sociales y Empleo, y de Educación. En 2010, llegó al poder con 31 escaños, en un Parlamento de 150. Ahora tiene 34, y afronta una revuelta de los granjeros, que no quieren cargar con el grueso del recorte de las emisiones de nitrógeno sobre la base de recortar la cabaña ganadera.
La situación es tensa y no hay acuerdo por ahora, pero la fortaleza de Rutte se pondrá sobre todo a prueba con los presupuestos generales para el próximo año, que se presentan en septiembre por un Gobierno que no tiene mayoría en el Senado. En 2023 habrá elecciones provinciales, donde se eligen también a los senadores. Las urnas pondrán a prueba al VVD. “Cuando hay un problema, Rutte espera y el ministro en cuestión carga con responsabilidad”, concluye Schnabel. En el día de su aniversario político más señalado, el mandatario holandés se presenta “lleno de ideas y de energía”, otra de sus frases favoritas.
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