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Saif el Islam, el hijo predilecto de Gadafi, se presenta a las presidenciales en Libia


Saif el Islam (Espada del Islam), el hijo predilecto del dictador Muamar el Gadafi, el vástago a quien convirtió en 2009 en número dos del régimen libio, el hombre que abanderó la represión contra los rebeldes en 2011, ha presentado oficialmente su candidatura para las elecciones presidencial, cuya primera vuelta está prevista para el próximo 24 de diciembre.

Saif el Islam Gadafi, de 49 años, no había hablado en público desde que fue capturado hace diez años a 800 kilómetros de Trípoli, en pleno desierto. Después fue encarcelado durante seis años por una milicia en la ciudad de Zintan, situada a 160 kilómetros al suroeste de la capital. El Tribunal Penal Internacional (TPI) emitió contra él en mayo de 2011 una orden de búsqueda internacional, por delitos contra la humanidad cometidos ese mismo año. Y un tribunal de Trípoli dictó pena de muerte contra él en 2015, pero la milicia que lo mantuvo preso no quiso entregarlo al tribunal y lo puso en libertad en junio de 2017.

Desde 2017, apenas se sabía sobre su paradero, aunque su entorno siempre venía sosteniendo que quería postularse para presidente. De pronto apareció este domingo en la ciudad sureña de Sebha, sin gafas, tal como solía mostrarse siempre, con barba gris y con un turbante marrón que ocultaba su calva.

La candidatura de Saif el Islam Gadafi llega apenas dos días después de que se haya celebrado la cumbre de París, donde varias potencias internacionales intentaron presionar a las partes para que la primera vuelta de las presidenciales se celebren el 24 de diciembre, tal como está acordado ante la ONU. Los asistentes de la cumbre, con el presidente francés, Emmanuel Macron, como gran anfitrión, han amenazado con sanciones económicas a quienes intenten boicotear las presidenciales. Pero la propia cumbre fue un espejo de la impotencia de Occidente para resolver la situación en Libia.

Ni Vladímir Putin ni Recep Tayip Erdogan, los jefes de Estado de Rusia y Turquía, los dos países con mayor peso entre las partes libias, acudieron a la cumbre de París. Putin envió a su jefe de la diplomacia, Serguéi Lavrov. Y Erdogan solo accedió a enviar al viceministro de Relaciones Exteriores, Sedat Önal.

Rusia apoya las fuerzas del este, donde el hombre fuerte es el mariscal Jalifa Hafter, y Turquía sostiene a Trípoli. Y ambos países mantiene también una presencia de mercenarios en Libia, a pasar de que acuerdo de alto el fuego de octubre de 2020 exigía la salida simultánea de los combatientes extranjeros en un plazo de 90 días. El plazo expiró hace siete meses y miles de mercenarios, de ambas partes, continúan sobre el terreno.

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Y en este contexto de incertidumbre el vástago de Gadafi presentó su candidatura en la ciudad sureña de Sebha. En principio, no parte como favorito. Tanto en Trípoli como en Misrata, las dos principales ciudades del oeste del país, Saif el Islam está considerado como un criminal de guerra por una gran parte de la población. Y en el nordeste, donde podría contar con más adeptos, uno de los grandes favoritos es el mariscal Jalifa Hafter, quien ha renunciado temporalmente a su rango militar para presentarse como candidato a las presidenciales.

Saif el Islam Gadafi se doctoró en 2008 en la London School of Economics y fue hasta 2011 la cara reformadora del régimen. Fomentó la llegada de inversores extranjeros y apoyó la reinserción de cientos de islamistas encarcelados por su padre en los noventa. Pero cuando llegó la primavera árabe a Libia, Saif el Islam pronunció un discurso en televisión en el que amenazaba con el índice en alto a los rebeldes. “Esto va a ser peor que Yugoslavia y que Irak. Ya lo veréis”, advirtió. Y añadió: “Vamos a luchar hasta el final. No vamos a dejar que se rían de nosotros ni Al Yazira ni Al Arabiya ni la BBC”. Sobre él pesa una orden de busca y captura emitida por el Tribunal Penal Internacional (TPI), que le acusa de “crímenes contra la humanidad” cometidos desde febrero de 2011.

El hijo de Gadafi concedió una entrevista el pasado julio al diario New York Times, donde adelantaba sus planes en política: “He estado alejado del pueblo libio durante diez años. Tienes que volver despacio, despacio. Como un striptease. Necesitas jugar un poco con sus mentes”.

Entre los 6,8 millones de habitantes en Libia suelen ser frecuentes las expresiones de cansancio respecto a los enfrentamientos que ha sufrido el país desde 2011. Pero las expresiones de nostalgia respecto a Gadafi brillan por su ausencia tanto en el este como en el oeste del país.

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