Sánchez solicita por carta a Urkullu y Torra que acudan a la conferencia de presidentes


La geometría parlamentaria que pretende aplicar el Gobierno para negociar después del verano sus primeros Presupuestos a todas las bandas políticas no convence a Unidas Podemos, pero tampoco a los socios nacionalistas e independentistas de la investidura de Pedro Sánchez. ERC y PNV, con los que el Ejecutivo ha contado para sacar adelante casi todo en estos siete meses de legislatura, ya han hecho llegar sus lamentos. Los gestos de La Moncloa hacia Ciudadanos y el PP tampoco gustan a formaciones como Más País, Compromís, Bildu o el BNG.

En enero pasado, hace apenas siete meses, Pedro Sánchez salía elegido presidente en segunda votación de investidura por un estrecho margen de 167 votos a favor frente a 165 en contra. El candidato socialista recabó los apoyos del PSOE y Unidas Podemos (155) junto a los 12 del PNV, Más País, Compromís, Nueva Canarias, Teruel Existe y BNG. La abstención de ERC y EH Bildu facilitó no perder esa votación clave. Desde entonces Sánchez ha contado habitualmente con esa mayoría parlamentaria para sacar adelante algunos proyectos, sobre todo los reales decretos aprobados con tanta urgencia y necesidad durante la pandemia. En algunos casos, además, ha sumado, tras la salida de Albert Rivera, los 10 escaños de Ciudadanos y en ocasiones puntuales, los 89 del PP.

Sánchez avanzó el pasado mes de enero, previo a la crisis de la covid-19, que quería tener listos antes del verano sus primeros Presupuestos Generales del Estado, para no depender de nuevo de los últimos aprobados por Cristóbal Montoro en 2018. Ese reto no será posible. El Ejecutivo se contenta por ahora con anunciar que los Presupuestos están en fase avanzada de diseño y que, tras el verano, los impulsarán en negociaciones amplias, transversales y sin vetos políticos porque entienden que es lo que pide la sociedad tras la emergencia sanitaria.

Ese deseo no ha sentado nada bien en el seno del otro partido de la coalición gubernamental, Unidas Podemos, que no esconde sus preferencias y siempre que puede alienta y firma propuestas en el Congreso con los partidos que refrendaron la investidura. Esa tensión sigue vigente y se ha acrecentado ante los gestos evidentes lanzados dentro del Gobierno por el presidente y varios ministros socialistas, para abrir las negociaciones presupuestarias no solo a Ciudadanos sino también, al menos aparentemente, a los populares.

ERC, que cuenta con 13 escaños, ha recordado este fin de semana cuál es su posición y sus condiciones después de que durante varias semanas su portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián, se quejara de los gestos del Gobierno hacia la derecha e insistiera en que la salida a esta crisis solo vendría con políticas de izquierdas. Este domingo, Pere Aragonés, coordinador nacional de ERC y vicepresidente de la Generalitat, lanzó nuevos avisos sobre los contactos que el Ejecutivo pretende establecer tras el verano para sacar adelante las cuentas: “El Gobierno español ha buscado muchas excusas para no profundizar en la vía del diálogo y la negociación, pero si ahora quiere empezar a hablar con nosotros para buscar un segundo acuerdo, antes debe cumplir el primero”, dijo en referencia a la mesa de diálogo sobre Cataluña que paralizó la pandemia y está pendiente de reanudarse.

Aitor Esteban, el portavoz del PNV, que ha estado con el Ejecutivo en la mayoría de las votaciones, echa en falta más comunicación, coordinación y proyección política a medio y largo plazo. “La sensación que tenemos es que este Gobierno lo único que mira es la próxima curva de la carretera y no se prepara para la siguiente travesía”, declaró a EL PAÍS. “Me preocupa la actitud general de no generar confianza en los que te tienen que dar soporte parlamentario. Las cosas hay que sacarlas con pinzas y luego no se cumplen, y en el Gobierno están demasiado confiados en que no hay alternativa. Y en eso tienen razón, pero no quiere decir que les vayamos a bailar el agua”, alerta el dirigente vasco.

Sin primer contacto

Esteban no cree en la geometría política de intentar pactar los Presupuestos con todos. “Es un ejercicio de no construir nada, de estar por estar, y nos preocupa, porque les apretará el cinturón y se van a ver en un trance complicado, porque la situación catalana se complicará ante una posible campaña electoral. De las votaciones de Ciudadanos no se puede esperar nada porque solo quieren aparentar”, afirma.

Ni el Gobierno ni el Grupo Socialista en el Congreso han hecho llamadas para mantener un primer contacto exploratorio con esas formaciones. La semana pasada, tras la votación sobre las complicadas conclusiones de la comisión de reconstrucción, que salieron muy divididas y algunas aprobadas por los pelos, dos grupos que habían apoyado la investidura de Sánchez llamaron al PSOE. El BNG y Teruel Existe, que suman solo dos votos pero pueden resultar al final relevantes, pidieron una cita para examinar los acuerdos de seguimiento de sus respectivos pactos. Han sido los únicos.


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