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Sanidad abarata el precio máximo de medicamentos como la amoxicilina o el ácido acetilsalicílico

Un profesional sanitario trabaja en la UCI del hospital Vall d’Hebron de Barcelona, el 25 de noviembre.Alberto Estévez / EFE

“En los hospitales empezamos a ver el efecto de la caída de la incidencia”. Germán Peces Barba, vicepresidente de la Sociedad Española de Neumología Separ y médico de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid cuenta aliviado que, en estos momentos, la ocupación de camas por enfermos con covid en su centro es “un tercio de la que había en septiembre”. Es el efecto de la reducción de los casos de covid en la población que comenzó el 9 de noviembre, después de que se decretara un estado de alarma el 25 de octubre y las comunidades implantaran cada una un abanico de medidas para frenar una incidencia que llegó ese día a 529,43 casos por 100.000 habitantes en 14 días (este viernes estaba en 307,3).

A las camas hospitalarias y de UCI la mejoría ha llegado más tarde, después de una especie de estabilización de dos semanas. Del 2 al 19 de noviembre la ocupación por covid estuvo por encima del 15%, con un pico del 17,28% el 9 de noviembre. Este viernes estaba en el 11,95%. No había estado por debajo del 12% desde el 22 de septiembre. Entre el pasado viernes 20 y este viernes 27, todas las comunidades, Ceuta y Melilla han reducido significativamente este indicador. Solo se ha quedado estable en Canarias, en el 4,08%, el mejor dato de España.

En intensivos también hay una mejoría, pero menor. “Las UCI están muy llenas, aunque no saturadas”, afirma de su hospital Peces Barba. “Sí que se nota el descenso”, dice Pedro Rascado, intensivista del Hospital Clínico de Santiago y miembro de la sociedad científica Semicyuc. “Y eso que aquí, en Galicia, el pico de la segunda ola ha sido menor”, añade. Este viernes, la proporción de camas de hospital ocupadas por pacientes covid en su comunidad era del 5,58% y el de las UCI era el 12,43%.

En el total del país, la ocupación de las UCI ha pasado en siete días del 31,02% al 28,64%. El impacto de la caída de los casos es menor, y todavía en Baleares, Extremadura y el País Vasco este parámetro no ha empezado a bajar.

La Rioja es la comunidad con la mayor ocupación de camas de críticos por enfermos con covid, el 56,57%, según los datos que proporcionó el Ministerio de Sanidad este viernes. Alberto Lafuente, gerente del Servicio Riojano de Salud, explica que han aumentado las camas de UCI del hospital de San Pedro de Logroño de 17 a 32, y ahora se prepara otra ampliación hasta 54. “Tenemos una presión elevada” porque hemos tenido una “incidencia elevada”, explica, pero “se está cumpliendo con el modelo predictivo y solo tenemos un 1% [de los diagnosticados] ingresados en UCI”, afirma. La Rioja llegó a tener una incidencia de 803,7 el 9 de noviembre; este viernes estaba en 445,71. Si se cumple el modelo, deberá empezar a notar un alivio pronto. De momento ya ha conseguido bajar sus casos, la ocupación de las camas (está en el 13,84%, un 23% menos que hace siete días) y la saturación de las UCI no crece.

Los especialistas observan con atención la evolución del número de casos, ya que para ellos es un parámetro predictivo: si suben, en dos o tres semanas notarán el impacto. Por eso Rascado no duda de que en su hospital en particular y en Galicia en general la liberación de camas iba a pasar “sí o sí al disminuir la incidencia varias semanas”. “Son matemáticas”, dice. “Por eso la clave para mantener esto es controlar lo que pasa fuera del hospital”, añade.

“Nuestra obsesión es controlar la incidencia porque esta se traduce en presión hospitalaria en un margen de dos semanas. No queremos volver a vernos como en abril”, coincide una portavoz de la Consejería de Sanidad de Baleares, la tercera comunidad con menos ocupación de camas tras Canarias y Galicia. El archipiélago tiene una incidencia de 202. “Desde hace semanas nos movemos en unos 50 pacientes en UCI (entre un 17% y un 20% de las plazas disponibles). Es la mitad del máximo de presión que tuvimos en la primera ola. A pesar de que tendemos a una bajada de ingresos en planta y a una estabilización en UCI, esta sigue siendo lo que más nos preocupa”, añade.

“Es cierto que en cuidados intensivos el descenso siempre llega más tarde, generalmente unas dos semanas más tarde que la hospitalización convencional, porque nuestros ingresos son más prolongados, pero pese a los buenos datos no podemos bajar la guardia porque hay pacientes que continúan empeorando bastante”, dice José Eugenio Guerrero, jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital Gregorio Marañón.

La especialista en gestión sanitaria del Consejo General de Enfermería Guadalupe Fontán coincide en que lo que importa es que bajen los casos, pero cree que ese no es el único motivo para el descenso de presión asistencial en los hospitales. “En la primera ola la estancia media de los ingresados era muy larga porque no se sabía nada del virus, pero ahora el manejo está más claro”, dice Fontán. Además, los datos indican que en esta segunda ola los afectados son más jóvenes (tienen una mediana de edad de 41 años, frente a 60 en la primera).

Miedo a la Navidad

Como siempre en este tema, a los buenos datos todos los especialistas le añaden un pero. No quieren alentar que se relajen las medidas de prevención. “No estamos bien pero sí un poco menos mal. Y los profesionales están cansados y sin saber si tendremos Navidad. Si la gente se tira a la calle el 10 de diciembre, el 24 empezarán a ingresar y a principios de año se nos llenarán las UCI. Yo diría que lo interesante no es celebrar esta Navidad, sino celebrar muchas navidades”, resume un intensivista que exige anonimato del hospital Virgen de las Nieves de Granada, el centro andaluz que ha sufrido más presión de camas este último mes, con una ocupación de hasta el 60%, informa Javier Martín Arroyo.

“Somos muy poco optimistas de cara a enero, un mes ya de por sí complicado, con muchas infecciones respiratorias. Entiendo que la gente no puede dejar de salir, porque nos vamos a deshumanizar. Pero si salimos sin cumplir las reglas a espacios cerrados y apelotonados, mal. La gente tiene que entender que el mundo ha cambiado, no seremos ya nunca los de antes. No es blanco o negro, no se trata de salir a la calle, bebérmelo todo y quemar la noche, ni tampoco de quedarme en casa bebiendo agua”, dice este especialista.

“Estamos temblando. Caminamos por un filo que en cualquier momento puede torcerse”, opina Peces Barba, quien recuerda que “fue lo que nos pasó en septiembre”. “Todo el mundo empieza a respirar, pero todavía hay mucha gente de 40 o 50 años en las UCI. No debemos relajarnos”, zanja la enfermera.

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