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El informe diario del Ministerio de Sanidad ha incorporado este lunes 633 defunciones por coronavirus, lo que eleva el total a 73.543. Hay que tener en cuenta que el número engloba los datos desde el viernes 19, en el que no hubo reporte oficial, pero aun así es muy superior al de los lunes anteriores (166 y 298 los dos últimos), aunque incluyeran 24 horas menos. En este caso, al tomar la suma de los últimos siete días, que refleja mejor la tendencia, se ve un claro empeoramiento. Esta cantidad supera otra vez los mil (se pone en 1.119), cuando una semana antes estaba en 988.
La tasa de incidencia en 14 días por 100.000 habitantes ha subido a 128,71. Con ello lleva ya cinco días naturales de ascenso, aunque por las fiestas solo haya habido tres registros que confirman esta tendencia, ya que las cifras anteriores son del jueves. La subida respecto a ese día es de apenas medio punto (0,54), lo que mantiene abiertas las dos posibilidades: que se trate de una meseta para seguir el descenso (por ejemplo, si el efecto de las vacunas y las medidas individuales compensan el riesgo añadido por la relajación de restricciones de las comunidades) o si va a empezar la temida cuarta ola.
Ya es mucho más corto enumerar las comunidades donde la incidencia baja que en las que sube: cae en Asturias, Cantabria, Valencia, Madrid y Murcia, más Melilla que ha comunicado la misma tasa que en el anterior informe. Por debajo de 50 siguen Baleares y la Comunidad Valenciana.
Con los 16.471 nuevos casos de coronavirus incorporados este lunes a la estadística oficial ya hay en ella 3.228.803 positivos. Si se toman los números de la suma de los siete últimos días naturales son 33.741, la menor de esta última ola. Una semana antes este valor estaba en 34.092. Es una mínima mejoría de unos 50 diagnosticados menos diarios.
Los lunes son malos días para saber el punto exacto en que están las UCI y el resto de camas hospitalarias, ya que con los días de fiesta el ritmo de altas se altera. Comparados con los del anterior informe (del 18 de marzo) se observa un ligero empeoramiento en ambos. La ocupación de camas de intensivos por personas con covid ha pasado del 19,52% al 19,54% (estadísticamente, una estabilización), y la del resto de unidades, del 6,27% al 6,43%.
Como se ve en estos indicadores la situación general es de un práctico estancamiento. Pero hay otro factor a tener en cuenta, la incidencia acumulada a siete días, que también empeora (pasa de 61,47 el jueves pasado a 62,53 este lunes). Ese parámetro, como mide lo más reciente, apunta a que no va a haber grandes bajadas de inmediato.
“Podemos estar al borde de una cuarta ola”
Con esta situación, de tres informes seguidos con indicadores al alza pero por muy poco (la incidencia dejó de bajar el 16 de marzo, cuando llegó a 127,80, a menos de un punto de su nivel actual), no hay manual de epidemiología que permita aventurar el desenlace. Así que la presidenta de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), Elena Vanessa Martínez, se mantiene en esa línea. “Podemos estar al borde de una cuarta ola, pero eso dependerá de lo que hagamos”, dice. “Mi preocupación es que tengo la sensación de que estamos con los mismos mensajes que en Navidad, con el resultado que vimos entonces”, añade. Pero “todavía estanos a tiempo de evitarla”, afirma.
Para ello, Martínez cree que es fundamental que “restrinjamos las actividades”. “El riesgo nunca es cero, pero las probabilidades de que haya más contagios aumentan cuando lo hacen las oportunidades de riesgo”, dice. Por eso la epidemióloga subraya que “no todo lo permitido es recomendable”, e incide en un punto concreto: “Yo no abriría el interior de la hostelería”. “Ponerse la mascarilla cuando no se está bebiendo o comiendo es complejo. Y la separación de metro y medio, que yo elevaría a dos metros, no debe medirse entre mesas, porque luego pones las sillas en medio y te quedas pegado al de al lado. Hay que tomarla entre personas, también las que comparten mesa”, afirma. La conclusión es tajante: “Si hay que ir a un bar, que sea a una terraza, y lo más separados posible”
Sin embargo, la presidenta de la SEE admite que la siguiente ola, si se produce, será menos grave. Y enumera varios factores para explicarlo. El primero, que muchas de las personas más susceptibles de enfermar y tener un desarrollo de la infección grave, ya están vacunadas. Si al efecto de las inmunizaciones se añade el de quienes ya han pasado la infección (alrededor de 5 millones según la encuesta de seroprevalencia), ello dificultará el avance del virus. Pero queda el grupo de los más jóvenes. “Los que más salen no están vacunados. Además, se sabe que pasan una enfermedad más leve, pero también que adquieres una menor inmunidad, ya que se ha visto que la protección es más fuerte cuanto más grave sea la infección”.
Ni el modelo Precov2, elaborado en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Uned), sale de esta incertidumbre respecto al futuro. Para las próximas dos semanas prevé una evolución de la incidencia casi plana, sin subir ni bajar.
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