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Santiago Segura: “Llamarme ‘comercial’ es como decirme ‘guapo”


Misógino, racista, grosero, corrupto, alcohólico o poco amigo de la higiene. Ninguno de estos calificativos que acompañan a la descripción del policía y detective José Luis Torrente, erigido en uno de los grandes iconos del cine español a quien se odia y adora a partes iguales, definen de ninguna manera a su creador, Santiago Segura. Pero la sombra sigue persiguiendo a quien desde hace dos años decidió aparcar la saga Torrente —cinco películas a lo largo de 20 años— para dedicarse a una comedia más liviana y más familiar. Y el éxito parece que le sigue acompañando. Tras verse obligado a suspender la gira de teatro Dos tontos y yo que tenía junto a Florentino Fernández y José Mota, Segura, de 54 años, ultima en pleno confinamiento la segunda parte de Padre no hay más que uno, cuyo rodaje terminó solo unos días antes de declararse el estado de alarma en España.

Ahora, desde casa, se encarga del montaje y de la postproducción con parte del equipo a distancia, y otra parte en su mismo hogar: sus hijas, Calma y Sirena, de 12 y 7 años respectivamente, que desde su participación en la primera película han acaparado, sin querer, el foco mediático. Tanto que es su padre, el propio Segura, quien no duda en presumir de ellas en sus redes sociales para intentar hacer más ligera esta cuarentena a algunos. “Si puedo compartir mi felicidad con mis seguidores en Instagram, bienvenido sea”, admite el actor y director en una entrevista telefónica con EL PAÍS.

Con vídeos de apenas 30 o 40 segundos, el cineasta sigue haciendo humor a través de las redes y con la pequeña como protagonista habitual. Segura graba a Sirena bailando, dando consejos para llevar bien el confinamiento, opinando sobre la gestión política en esta crisis sanitaria, eligiendo su personaje de dibujos animados favorito o comentando alguna película antigua que hayan visto esa noche en familia. “Papi, si te han subido los seguidores es gracias a mí”, cuenta que le ha dicho su hija sobre el más de medio millón de admiradores que acumula en esta red social.

Plataformas a las que se enfrenta con cautela pues aunque no lo parezca, con el paso del tiempo Santiago Segura se ha vuelto más comedido. Y gran culpa de ello la tienen las redes sociales. “Nunca me ha importado decir burradas, porque además no sé si lo que digo hoy lo pensaré mañana, pero ahora me corto más, por si me equivoco y la cago”, reconocía hace dos años en Chester, el programa de Risto Mejide. “No quiero crear más daño ni molestias. Si tienes un mínimo de sensibilidad sí que te duele ese mal rollo”. Una sensibilidad que admitía entonces y corrobora ahora, pues asegura que la situación que está pasando el país con la crisis sanitaria es muy triste. “El otro día reflexionaba sobre todo lo que está ocurriendo, todos los muertos, y todo lo que está por llegar”, dice quien se considera una persona “profundamente depresiva”. “Ese puede ser mi lado oscuro”, reconocía hace unos años. Ha aprendido a ser más optimista, al menos a intentarlo por su propio bien. “Si eres muy consciente o muy solidario con todo lo que está pasando solo podrás ser un amargado. Hay que dosificar los sentimientos pesimistas para que no te hundas”, reflexiona él que ha perdido a un familiar a causa de la covid-19.

Pese a la fama de Santiago Segura poco se conoce, o se conocía, de su vida personal. La discreción ha sido desde siempre una máxima en su vida y huye de cualquier escándalo. Quizá por ello ha intentado mantener siempre a su familia en un segundo plano y suele evitar preguntas más íntimas. Pero ahora admite que las cosas han cambiado. “Puedes planear lo que sea para proteger a tus hijos, defender que es tu derecho a no hablar de ellos…, pero cuando una pandemia llega y lo hace en estas condiciones… el destino lo cambia todo”, explica sobre esta nueva faceta suya en la que muestra su lado más paternal.

María Amaro es la tercera mujer que completa la familia del cineasta. La pareja lleva unida más de dos décadas. Se conocieron durante la primera entrega de Torrente, en 1998, pues Amaro lleva desde los 19 años siendo maquilladora profesional dentro del mundo del cine y la televisión. Ha trabajado con numerosos rostros conocidos y en famosas producciones y ha conseguido crear su propia escuela de maquillaje. Acompaña siempre que puede a sus pequeñas al rodaje y se queda en un segundo plano mientras ve a sus hijas seguir las directrices de su marido.

Ahora, disfrutan los cuatro en casa como nunca, pues es la primera vez que el actor, guionista, productor y director pasa tanto tiempo en familia. “Nunca, en los últimos 20 años, he tenido vacaciones y he podido estar tanto tiempo con ellas. Si no estaba fuera grabando, de gira o promoción, trabajaba en algún programa de la tele que me hacía salir de casa a las 7 de la mañana y cuando llegaba ellas ya estaban dormidas”, cuenta Segura sobre la imposible conciliación familiar. A sus 54 años y con su currículo, admite que no es capaz de tomarse un descanso por miedo a rechazar proyectos y que “dejen de llamarme”, revela quien tiene tres premios Goya y en 2016 fue galardonado con la Medalla de Oro de la Academia de Cine. Además de sus múltiples trabajos en cine y series de televisión, Segura ha participado en varios programas como Tu cara me suena, MasterChef Celebrity o Viaje al centro de la tele, donde pone voz a los vídeos con las mejores imágenes de la época que emite TVE.

En 2018 estrenó Sin rodeos, la primera película que dirigía fuera de la saga Torrente y con Maribel Verdú como protagonista de esta adaptación chilena. Pareció sentirse cómodo en ese otro género de comedia que se salía de la burda gracieta que reflejaba a la España más cañí y, un año después, llegó Padre no hay más que uno, cuyo éxito en las salas la convirtió en la película española más taquillera. En menos de un año ya tenía la secuela, Padre no hay más que uno 2. La llegada de la suegra, cuyo estreno estaba previsto para mediados de julio y ahora se espera para agosto. Con la incertidumbre de las futuras normativas para los cines, él quiere dejarlo todo listo. Mientras sus hijas siguen el horario escolar desde casa, él hace los deberes desde su estudio. Pese a que las nuevas tecnologías hacen este trabajo más accesible, a Santiago Segura le sigue faltando ese contacto con la gente. “Antes de dar una película por terminada yo tengo una herramienta que es ponérsela a un grupo de personas para que me digan su opinión y poder retocar los fallos. Necesito ese feedback”, explica sobre el mismo hábito que hizo que Guillermo del Toro le convenciera para eliminar 15 minutos de la primera película de Torrente.

A expensas de lo que esté por llegar y de la futura normalidad que no termina de comprender, Santiago Segura se queda reflexivo al otro lado del teléfono mientras disfruta de la convivencia plena con sus hijas. Cuenta que no han acabado tirándose de los pelos, que se divierten más que nunca y que solo ha tenido que poner un poco de control en la alimentación. “Salió mi rama de cocinero de Masterchef y al principio hacía mucha repostería, pero luego tuve que poner freno”, bromea y, como buen hombre de extremos, como se define a sí mismo, en este tiempo ha logrado adelgazar tres kilos. “Si no fuera porque es un drama, esto es jauja”.




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