SANTA JUANA, Chile – A medida que la ola de incendios que acecha la zona centro-sur de Chile empieza lentamente a bajar su intensidad, las familias afectadas van regresando a sus casas, la mayoría totalmente calcinadas, para evaluar daños, recuperar lo que puedan y acogerse a las ayudas que el gobierno chileno ha anunciado.
“Yo vivía aquí, en mi casa durante 22 años, mi hogar que se perdió todo, no saqué nada, solo a mi hijo, mi perro y mi gato. Lo único que me quedaron son mis gallinas”, expresó a EFE María Urrutia, vecina de Santa Juana, la localidad más perjudicada por los fuegos, ubicada a unas 30 millas de la ciudad de Concepción, en la Región del Biobío, y donde fallecieron 11 de las 24 víctimas mortales.
“Fue un infierno, quien no lo vivió no se lo imagina: mi hijo me decía ‘¡Mamá, nos morimos, nos morimos!’, pero gracias a Dios estamos con vida”, añadió Urrutia.
Juan Alberto Pellarán, otro vecino del lugar, también perdió sus árboles frutales: ciruelos, perales y membrillos: “¡Todo se quemó!”, lamenta a EFE.
La familia de Estefanía Araneda, otra santajuanina, pudo salvar su vida, pero ninguno de sus bienes: “Mis papás perdieron todo: su casa, ganado, sus siembras; su cosecha de papa, de trigo y el esfuerzo de muchos años”, dice la joven a EFE.
Los damnificados pueden acogerse a varias de las ayudas que el ejecutivo está entregando para el apoyo temprano y la recuperación, entre ellas un bono de máximo de unos $1,878 que empezará a pagarse a partir del próximo lunes; viviendas de emergencia que, según prometió hoy el presidente Gabriel Boric, llegarán “sin duda antes de invierno”; y exenciones tributarias y subsidios a pequeñas y medianas empresas.
La mañana de este viernes, el gobierno confirmó que se mantienen 321 incendios activos, de los cuales 94 están en combate y el resto bajo control. La cifra de fallecidos se mantiene en 24.
ROBOS Y FALTA DE MEDIOS
La tensión y el malestar en el corazón de la catástrofe trascienden el impacto de los incendios. Los vecinos expresaron su preocupación por varios robos ocurridos en las casas quemadas, razón por la cual las Fuerzas Armadas decretaron un polémico toque de queda en varias de las comunas afectadas a partir de las 12 de la madrugada del viernes.
“Ha habido mucho robo, incluso el mismo día del incendio andaba mucha gente recorriendo y metiéndose en las casas”, denuncia Estefanía Araneda, quien dice estar de acuerdo con la controvertida medida que, por otra parte, complica las labores de auxilio y evacuación a los equipos de emergencia.
Otra de las quejas de los lugareños recae en la falta de ayuda en el control inmediato de las llamas, sobre todo considerando la gran cantidad de focos que había.
“Sé que los bomberos hicieron todo lo que pudieron, pero faltó mucha ayuda porque se hubiesen podido salvar más vidas a gente que no pudo huir y quedó envuelta por las llamas”, dice Araneda.
Apolinaria Ancamil, quien también vive en Santa Juana, recalca a EFE que a diferencia de otros fuegos que antes han quemado en el lugar, en esta ocasión “no hubo un avión, ni un carro de bomberos; no hubo una brigada, no hubo nada; la gente acarreó con las camionetas, con los tanques con agua, pero eso no bastó”.
MÁS DE 500 BRIGADISTAS
Hasta ahora, hay 30 detenidos por encender fuego o por conductas imprudentes y, según informó hoy la ministra de Interior, Carolina Tohá, se está abriendo otro grupo de detenidos “por interrumpir el combate del fuego”.
Más de 500 brigadistas extranjeros se desplegaron en Chile para trabajar en la extinción de las llamas y se espera la llegada de 150 más procedentes de Portugal, según anunció esta mañana el ministro de Obras Públicas, Juan Carlos García.
Estos refuerzos se sumarán a los que esta semana llegaron desde España, Argentina, México, Colombia, Venezuela y Ecuador.
Los incendios forestales en la zona centro-sur del país ya han consumido más de 300 mil hectáreas, 1,205 viviendas quedaron destruidas y ya se contabilizan 5,557 damnificados.
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