El huevo es uno de los alimentos más saludables y consumidos en todo el mundo. Si tienes como costumbre comprar los huevos a ganaderos locales, quizá te hayas encontrado con algún defecto en ellos. Pero, ¿supone algún riesgo para la salud?
Manchas de sangre
Si al cocinar el huevo te das cuenta de que hay pequeños restos de sangre en la yema, seguro que lo primero que se te viene a la cabeza es que el huevo está fertilizado. Pero no es así. Estos restos de sangre se dan cuando al salir la yema del ovario de la gallina se produce un pequeño desgarro.
Actualmente hay grandes avances en la selección de huevos, y los que presentan manchas de sangre no superan los procesos de calidad, así que es raro que las encuentres.
Yema oscura
La yema oscura no es un defecto en sí mismo. El color de la yema depende básicamente de la cantidad de carotenoides que contiene el plan de alimentación de la gallina. Cuando es alimentada con forraje con un alto contenido en este nutriente, la yema tiende a ser más oscura.
Dos yemas
Encontrarse con un huevo de dos yemas es algo que ocurre en ocasiones contadas. Esto solo pasa cuando los huevos los ponen gallinas muy jóvenes o muy mayores. Por supuesto, no pasa nada por comerlos, ¡proteína extra!
Cáscara irregular
Y, por último, la cáscara. Existen grandes diferencias de forma y textura entre unas cáscaras y otras, aunque en los supermercados todos los huevos son iguales porque los que tienen una forma rara los envían a otras empresas para hacer huevos en polvo o pasteurizados. Pero, si los compras a un productor local, quizá te encuentres con una cáscara irregular. No pasa nada.
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