La experiencia de cada mujer es distinta, por eso, Brenda Navarro (Ciudad de México, 1982) prefiere hablar de “maternidades” y no de MATERNIDAD, así, con mayúsculas. Una losa monolítica que convierte a las mujeres después de parir en madres y en nada más. De eso habla la autora de Casas vacías (Sexto Piso) donde a través de la voz de varios personajes femeninos bucea en el significado y el anhelo de ser madre en México.
En un país desgarrado por el dolor de más de 40.000 desaparecidos, Brenda Navarro cuenta la desesperación de la madre de un niño que es secuestrado y de cómo su vida se paraliza. “Una maternidad entre tanto tropiezo y dolor me parece algo súper admirable. No entiendo cómo estas mujeres sobreviven para buscar a sus hijos con esa fortaleza, esperanza o desesperanza. Hay tantas madres con hijos desaparecidos en México… Me parece horrible”, dice la escritora a través del teléfono desde su casa de Madrid.
Considerado uno de los fenómenos editoriales del año, el libro de Navarro se publicó en 2018 en formato digital para su descarga gratuita en el proyecto Kaja Negra. Este año fue lanzado por Sexto Piso, la editorial independiente más grande de México y ya puede encontrarse en las estanterías españolas tras ser muy aplaudido en el mundo editorial y periodístico a ambos lados del Atlántico.
Desde la ficción, Navarro aborda lo que significa la maternidad (biológica o por adopción) en un país terriblemente violento con las mujeres y dónde se le rinde culto a la madre como a un personaje místico. La novela que habla de desapariciones y de la imposibilidad de hablar de lo privado, desacraliza a la madre y escarba en las maternidades no solicitadas que son impuestas socialmente.
El cliché de la madre mexicana es “una cosa abrumadora”, dice Navarro. “En México encumbramos el mito de la maternidad, pero en cuanto nos salimos de ese patrón, somos violentadas”, responde la autora. “Decimos, mi madre es intocable pero hay diez asesinadas al día en México o se estigmatiza a la mujer soltera que busca sacar a sus hijos adelante y vive la violencia económica del padre ausente”, señala Navarro.
En esta reflexión colectiva, la escritora mexicana afirma que hay que reivindicar los derechos de las madres desde el feminismo. “Sabes que violan tus derechos como mujer cuando te vuelves madre, antes te das cuenta, pero después sientes que el peso de la opresión estatal es mayor, la conciliación en materia laboral, las trabas que te ponen para conseguir trabajo, es todo una escalera llena de obstáculos que tienes que ir subiendo”, señala Navarro. “Tenemos que empezar a hablar en colectividad porque las madres no tienen espacio para defender sus derechos políticos”. La escritora considera que olvidar los derechos de las madres es “olvidar de dónde venimos”.
Dice la autora que su novela responde a la “necesidad de las mujeres de narrarnos desde otro punto de vista”. La suegra, la hija, la tía, la abuela, después de ser madres pierden el nombre, dejan de ser las mujeres que eran, se convierten en Casas Vacías que un día fueron habitadas. Todas ellas tejen una historia tocada por el eje transversal de las ausencias y los cuidados, tarea atribuida a las mujeres en la sociedad. “Acabamos viviendo el peso de la maternidad seamos madres o no. Parece que es lo que nos va a definir en la vida, nunca escapamos a ser juzgadas por este tema”, apunta Navarro.
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