La carta apunta al extraño y fuera de lugar sentido del deber cívico que muchos cárteles mexicanos afirman poseer. A pesar del miedo generalizado que siembran a través de la extorsión, el asesinato y el secuestro, grupos como el Cartel del Golfo y sus rivales, el Cartel de Sinaloa, profesan un código de ética retorcido bajo el cual creen que están velando por los más vulnerables de la sociedad mexicana.
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