El arribo de niños migrantes no acompañados ha vuelto a sorprender este inicio de año a la frontera norte de México, donde autoridades han encontrado grupos de decenas de menores de edad en medio de las restricciones migratorias de Estados Unidos.
Autoridades mexicanas y activistas en la fronteriza Ciudad Juárez han detectado que en los últimos meses ha incrementado la llegada de menores de edad que, sin la compañía de adultos, intentan cruzar a Estados Unidos, en su mayoría originarios de Centroamérica.
Las alarmas entre organizaciones civiles se encendieron la semana pasada, cuando el Instituto Nacional de Migración (INM) y la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) informaron del rescate de 57 niñas, niños y adolescentes no acompañados, originarios de Guatemala.
Los menores de edad estaban en la carretera de Chihuahua a Ciudad Juárez dentro del remolque de una camioneta, una condición que suele provocar la muerte de migrantes por hacinamiento.
Los migrantes quedaron bajo la tutela de la Subprocuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes del Distrito Bravo del estado de Chihuahua.
Pese al fenómeno, el director de la Casa del Migrante en Juárez, el padre Javier Calvillo, lamentó la inacción del Estado.
“El tema de los menores migrantes no se toca. Las autoridades mexicanas no le dan seguimiento a qué pasa con los menores que son detenidos en Estados Unidos. ¿Cómo es que entran esos menores? Y, si el Gobierno dice que regula el tema migratorio, ¿qué pasa con los niños?”, dijo a EFE el activista.
El flujo migratorio
El INM reportó en 2022 el “rescate” de casi 747,000 migrantes en situación irregular durante todo el año, de los que más de 110,000 eran menores de edad.
De ellos, 14,270 fueron migrantes no acompañados y México devolvió a sus países a cerca de 6,000.
Tras reformas legales en 2020, la ley de México contempla que, si un menor de edad transita por el territorio nacional, aunque sea durante su camino a otro país, el Estado se convierte en su tutor legal.
Las disposiciones legales causan inquietud entre migrantes como Roxana Rojas, una joven venezolana que lleva más de 20 días en Ciudad Juárez, a donde viaja con su esposo y sus hijas de 4 años, 2 años y 10 meses.
“Nosotros nos arriesgamos junto con nuestros hijos en el camino, buscamos que puedan estudiar, que tengan un mejor futuro. Yo no dejaría a mis hijos solos, siento que es irresponsabilidad de los padres”, expresó a EFE.
El rol de Estados Unidos
La incertidumbre es mayor para ciertas nacionalidades desde que Estados Unidos anunció el mes pasado que acogerá a 30,000 migrantes de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela, pero deportará de forma inmediata al resto que llegue por tierra bajo el Título 42, una disposición sanitaria por la pandemia.
“Yo no dejaría que mis hijos crucen solos, estamos intentando pasar por Estados Unidos a través de un proceso legal. Pasa uno hambre y frío y vamos esperar para poder cruzar toda la familia”, comentó el venezolano Antony Leal, esposo de Roxana.
Además, en los últimos 5 años Estados Unidos ha deportado a México a más de 217,000 menores de edad, según la Unidad de Política Migratoria de México.
Ambos países firmaron el 17 de enero un acuerdo para agilizar la reunificación de niños migrantes que se encuentren en territorio mexicano y tengan a su padre o su madre al norte de la frontera.
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