El FBI parece haber sido atrapado mintiendo nuevamente sobre el tema de los teléfonos encriptados. El director del FBI, Christopher Wray, estimó en diciembre que tenía casi 7800 teléfonos solo en 2017 a los que los investigadores no pudieron acceder. El número real es probablemente menos de una cuarta parte de eso, El Washington Post informa.
Los registros internos citados por las fuentes sitúan la cantidad real de teléfonos encriptados en quizás 1200, pero tal vez hasta 2000, y el FBI le dijo al periódico en un comunicado que “la evaluación inicial es que los errores de programación resultaron en un conteo excesivo significativo de dispositivos móviles informados. ” Supuestamente, tener tres bases de datos rastreando los teléfonos hizo que los dispositivos se contaran varias veces.
Tal error sería tan elemental que es difícil concebir cómo sería posible. No se trata de notas judiciales, memorandos o pruebas aleatorias sin importancia, son dispositivos físicos con números de serie y nombres adjuntos. La idea de que nadie pensó en buscar duplicados antes de darle un número al director para que testifique en el Congreso sugiere conspiración o incompetencia grave.
Esto último parece más probable después de un informe de la Oficina del Inspector General que encontró que el FBI no había utilizado sus propios recursos para acceder a los teléfonos bloqueados, sino que demandó a Apple y luego retiró el caso apresuradamente cuando su base (un teléfono bloqueado de un terrorista). ataque) fue eliminado. Parece haber optado por minimizar o ignorar sus propias capacidades para seguir la narrativa de que el cifrado generalizado es peligroso sin una puerta trasera para la aplicación de la ley.
Se está realizando una auditoría en la Oficina para averiguar cuántos teléfonos tiene realmente a los que no puede acceder y, con suerte, cómo sucedió todo esto.
Sin lugar a dudas, uno de los objetivos del FBI es enfatizar el problema de que los dispositivos estén completamente encriptados y sean inaccesibles para las autoridades, una tendencia conocida como “oscurecerse”. Eso se ha dicho públicamente y es un problema grave para las fuerzas del orden. Pero parece igualmente inequívoco que la Oficina está feliz de ser descuidada, engañosa o ambas cosas en su avance de una narrativa personalizada.
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