Trescientos invitados no es una cifra de récord para una boda, pero sí debería serlo en tiempos de coronavirus, y más en el Estado de Washington, al noroeste de EE UU, donde las restricciones impedían que se reuniera tal suma de gente. Las autoridades sanitarias identificaron una docena de casos de infectados por el virus entre los asistentes y otros brotes relacionados con la fiesta.
Pero el balance de daños, de ser cierto el vínculo entre la asistencia a la boda y las muertes de seis ancianos, no ha quedado ahí. Algunos de los invitados eran trabajadores de residencias de ancianos y al menos seis de las personas a las que cuidaban, en dos centros distintas, han muerto a causa de la enfermedad en las últimas semanas, todos ellos varones. Dos de ellos de 70 o más años, otros dos octogenarios y dos nonagenarios.
En un comunicado, el Departamento de Salud del condado de Grant ha especificado que los empleados contagiados, de los que no se ha revelado su número ni identidad, habían asistido a la boda, celebrada el 16 de noviembre en una finca privada, que atrajo visitantes de un buen número de poblaciones distintas, lo que ha dificultado el rastreo.
El departamento recuerda que las personas de edad, los inmunodeprimidos y las personas con enfermedades crónicas son las más expuestas a complicaciones derivadas de la covid-19. La recomendación de mantener distancia física, el lavado de manos y autoaislamiento en caso de síntomas se aplica también en el Estado, que permite la celebración de bodas siempre y cuando no superen la treintena de invitados. Otras celebraciones menores, como cumpleaños, no pueden reunir más de cinco personas y siempre al aire libre.
Según recoge The Washington Post, una boda en una pequeña localidad de Maine, al otro extremo del país, con unos 65 invitados derivó en un brote con cerca de 200 infecciones y las muertes de seis usuarios de un centro de residencia asistida.
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