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Sergio Ramos, el señor de las áreas


”Pueden decir que es impulsivo, que tiene poco sentido táctico, que es culpable de ocho o diez goles encajados cada temporada. Sin él [Sergio Ramos], estrellas como Varane, Carvajal o Marcelo parecen jugadores del filial y el Real Madrid se convierte en un equipo indefenso”. El elogio, con tarascada incluida, apareció en la biografía que su colega de la Juventus Giorgio Chiellini publicó recientemente con un título muy cesarista, Io, Giorgio. En ella lo reconoce como “el mejor central del mundo”, aunque también le adjudica virtudes no tan bondadosas. “Lo de Salah fue un golpe maestro”, remató el italiano, en referencia a la acción con el sevillano en la final de la Champions de 2018 que mandó a la enfermería al delantero del Liverpool.

Esa enorme ascendencia del capitán blanco de la que habla el bianconero —con algunos o con todos los excesos al margen— es la que está definiendo a este Madrid postconfinamiento, el único que ha ganado los cuatro partidos, el que más tantos ha metido (10) y el menos goleado en lo que va de curso, 21, uno por debajo de las fuerzas especiales de Simeone. Desde hace una década, resulta imposible separar su nombre de cualquier análisis del equipo, pero a veces la huella se hace más evidente.

Es el capataz de una defensa más a salvo de las ligerezas de otros años (desde la 87-88 no encajaba tan poco, 20 entonces a estas alturas del campeonato) y en lo que va de reanudación se ha apuntado tres dianas en el marco rival. Una ante el Eibar atravesando todo el campo como un tanque, otra anotando su vigésimo penalti seguido, y este miércoles afilando el larguero del Mallorca en un golpeo al nivel de los mejores pateadores de faltas.

Ramos nunca se ha conformado con sus obligaciones defensivas, como si eso le pareciera un cometido menor. Se encuentra a tres dianas de las 100 desde que se estrenó en 2004 en el Sánchez Pizjuán. La cabeza ha sido su gran caladero (54), así llegó al cielo en Múnich y a la Luna en Lisboa; pero, además, se ha revelado casi infalible en la ruleta traidora de los penaltis (tras aquel gatillazo europeo ante el Bayern) y hace tiempo se empeñó en domar el tobillo para las faltas directas.

Ensayos en Valdebebas

La de este miércoles fue la cuarta conversión de su carrera (dos con el Sevilla y dos con el Madrid). La anterior sucedió en 2014 contra el Valladolid. Con los blancos ha realizado solo 22 intentos en 15 temporadas, sobre todo porque ese pastel era casi entero para Cristiano. Ante el Mallorca, sin embargo, se perfiló junto a Bale y se la quedó él. En Valdebebas siempre lo recuerdan ensayando lanzamientos con barrera al menos dos veces por semana. Ahora, con el portugués en las faldas de los Alpes, todas las que surgen para un diestro son suyas.

El gol frente al Eibar en la vuelta a la competición, recorriendo todo el campo de área a área para recibir la asistencia-regalo de Hazard, mostró su voracidad. “Podría ser un delantero, es lo opuesto a mí”, escribió Chiellini en su testamento futbolístico. En el club no están tan convencidos de ello. “Lo lleva en la sangre, pero jamás se metió a practicar con los delanteros. Es un central en toda regla que sube porque es consciente de sus facultades”, valoran. Todo se debe, aseguran, a su “planificación y disciplina”. Cuentan que, cuando libra, solo come alimentos no procesados, que su porcentaje de grasa del 8% es mejor que con 25 años (ahora tiene 34), y que sus registros actuales de potencia muscular, equilibrio y fuerza de salto en parado son más óptimos que hace años.

Estirón sin Ronaldo

Con ese tanto a los armeros igualó a Ronald Koeman como el defensa más goleador de la historia de LaLiga, en San Sebastián lo superó y ante el Mallorca amplió la brecha (69). El ascenso a primer lanzador de penaltis con la marcha de CR le ayudó a multiplicar la producción. En su primera década en el Madrid alcanzó dos veces los siete goles, una cifra más que estimable para un defensa, pero desde 2016 solo una vez ha bajado de la decena. Los ocho de esta temporada en el torneo doméstico son su mejor cifra en las 17 campañas en Primera. Figura, junto a Robin Gosens (Atalanta), Phillipp Max (Augsburg) y Martin Hinteregger (Eintrach), entre los zagueros más anotadores del curso en las cinco grandes competiciones caseras de Europa.

Aventurero en el área contraria, autor del gol blanco más celebrado del último cuarto de siglo, y cierre en la propia de una defensa cuyo portero no se adjudica el Zamora desde la 2007-08 con Casillas, su caudillaje es absoluto y entronca con la tradición de los Pirri, Camacho y Fernando Hierro. En 2005, a los meses de llegar al Bernabéu, proclamó su deseo de “poder ser algún día capitán”. Aquello sonó a descaro juvenil, pero las intenciones eran ciertas.

Este miércoles, después de celebrar su gol a lo Raúl, acudió a la banda y respondió también a las insinuaciones de Piqué sobre los árbitros. Ramos para todo, en las áreas y en los pasillos. Su contrato expira en 2021.


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