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Shahidul Alam: la resistencia a través de una cámara


A mediados de noviembre de 2018, estando recluido en la cárcel, el fotógrafo, escritor y activista, Shahidul Alam (Daca, Bangladesh, 1955) recibió una carta de la escritora Arundhati Roy. Habían pasado más de cien días desde que, la noche del 5 de agosto 30, policías vestidos de paisano irrumpieron en el domicilio del artista. Esposado y con los ojos vendados fue conducido a una comisaria y torturado. Horas antes, en la cadena de televisión Al Jazeera, el autor había expresado su rechazo a la brutalidad ejercida por las fuerzas de seguridad con el fin de sofocar las protestas de estudiantes contra la inseguridad vial. No era la primera vez que alzaba su voz en favor de la justicia social. Acusado de difamar al gobierno fue condenado a prisión preventiva. “Creo que la marea cambiará. Va a hacerlo. Debería. Esta crueldad insensata y miope dará paso a algo más amable y más visionario. Este malestar particular, este ataque de mala salud que ha envuelto a nuestro planeta pasará”, escribía Roy en su misiva.

La encarcelación del fotógrafo en la prisión Keraniganj de Daca desencadenó una campaña internacional que implicó a relevantes figuras de la sociedad, entre ellas diez galardonados con el Premio Nobel de la Paz, así como artistas y escritores y cientos de ciudadanos que exigían su inmediata liberación; ocurriría el 20 de noviembre de 2018. Y es precisamente la poderosa expresión utilizada por la autora india en su carta, la marea cambiará, la que da título un libro que la editorial Steidl dedica a Alam: The Tide Will Turn, centrado fundamentalmente en la experiencia del autor durante su arresto. “Si uno no consigue que ciertas personas se sientan incómodas con su presencia, probablemente esté haciendo algo mal”, defiende el autor, quien desde mediados de los ochenta lleva haciendo uso de su cámara como un arma en contra de los abusos y corrupción del poder y en defensa de los valores democráticos. De igual forma, el museo The Rubin de Nueva York le dedica una retrospectiva, Truth to Power. “Un tributo a los numerosos actos de resistencia que tienen lugar en distintos lugares del globo y que ofrecen esperanza a quienes continúan pensando que un mundo mejor es posible”, destacado.

Fotogalería: Shahidul Alam, más que un testigo

Shahidul Alam, más que un testigo

Son más de 40 las imágenes que componen la muestra, en la que se alude a dos temas fundamentales a los que se ha referido el fotógrafo a lo largo de su consolidada trayectoria: la cuestión de cómo documentar aquello que se intuye pero no se ve, y su preocupación por la estrecha narrativa y los estereotipos establecidos en occidente acerca de lo que él denomina como “el mundo mayoritario”, y que normalmente es referido como el ‘tercer mundo’ o los ‘países en desarrollo’. “Vivimos en un mundo muy saturado por imágenes. La fotografía es muy poderosa, muy convincente. Unida a ella está la noción de la veracidad, que puede ser tan poderosa como dañina”, señala el autor en un vídeo realizado con motivo de la entrega del Premio Infinity 2019 del que fue merecedor. “No tengo nada en contra de los fotógrafos occidentales que trabajan en mi país, mi preocupación es que hasta hace muy poco solo existía su monopolio para contar nuestras historias”.

Procedente de una familia con escasos recursos, llegó a Reino Unido con 17 años, dos años después de que estallase la guerra civil que culminó con la independencia de Bangladesh de Pakistán. Preparaba un doctorado en química en Londres cuando comenzó a tomar parte en actos organizados por el Partido Socialista de los Trabajadores, allí fue por primera vez consciente del poder de la fotografía como un arma, y de su compromiso como activista político como una continua batalla. Así, de regreso a su país en 1984 comenzaría a documentar las protestas en contra del presidente Hussain Muhammad Ershad, con un estilo dentro de la tradición estética promulgada por Magnum. No tardaría en fundar en Daca junto a su pareja, la antropóloga y escritora Rahnuma Ahmed, la Drik Picture Library, una agencia fotográfica, así como Pathshala, la primera escuela de fotografía del sur de Asia, y el Festival de Fotografía Internacional Chobi Mela, con el fin de retar a los estereotipos occidentales. “Para luchar una batalla se necesitan soldados”, dice este autor reconocido como ‘Persona del año’ por la revista Time en 2018.

Su reconocimiento no se queda ahí. En 2003 se convirtió en el primer fotógrafo de color en presidir el prestigioso jurado internacional del World Press Photo. El legendario editor gráfico John Morris describiría My Journey as a Witness —un monográfico que recorre la obra del fotógrafo asiático y que fue publicado en 201— como: “El libro más extraordinario hecho por un solo fotógrafo desde que un mensajero me trajo una copia de El momento decisivo de Henri Cartier-Bresson en 1952. No se trata de comparar estos libros, aunque ambos tienen más o menos el mismo peso”.

Su estilo tan impetuoso y provocativo como íntimo refleja el vínculo indisoluble entre el arte y la política en la vida del autor que ha retratado la guerra, el hambre, la opresión política, la devastación ecológica y la energía que late en las calles de Bangladesh. “Tu trabajo es luz, e ilumina, tanto por el amor como por la ira nacida que transmite al ser testigo de primera mano de las cosas que has presenciado”, le escribía Roy.

En la vida del fotoperiodista existe un claro antes y un después desde su encarcelación; “Solía ir en bici y deambular por las calles para hablar con la gente, esa era la naturaleza de mi trabajo”, reconocía en una entrevista reciente publicada por la revista digital Its Nice That. “Para poder hacer eso hoy no debo llevar un teléfono móvil, ya que puedo ser monitorizado. De forma constante debo hacer saber a mis conocidos dónde estoy, y ya no viajo solo. Esto era algo desconocido para mí en el pasado a lo que me debo adaptar ahora”.

Shahidul Alam: Truth to Power. The Rubin Museum of Art. Nueva York. Hasta el 3 de enero de 2021.

Shahidul Alam. The Tide Will Turn. Steidl. 184 páginas, 28 euros.


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