En abril de 2010 la portada de la revista Proceso mostró una foto de Ismael ‘El Mayo’ Zambada abrazando a Julio Scherer, el mítico periodista que acuño la frase “Si el Diablo me ofrece una entrevista, voy a los infiernos…”.
El entonces semanario publicó la crónica del encuentro, justo cuando México estaba en la punta de violencia causada por la guerra contra el narcotráfico que inició en el sexenio de Felipe Calderón.
El periodista narró el largo camino que tuvo que recorrer para hacer posible el encuentro. Una vez que se conocieron insistió en sacar la grabadora para tener el registro, pero el capo de la droga pidió reiteradamente que solo fuera una conversación.
De aquel encuentro quedan frases que dejan constancia de la visión de ‘El Mayo’ sobre el mundo criminal. Dijo que en realidad no importaba si era detenido o asesinado, pues la industria del narcotráfico seguiría operando igual:
–Mayo Zambada: Un día decido entregarme al gobierno para que me fusile. Mi caso debe ser ejemplar, un escarmiento para todos. Me fusilan y estalla la euforia. Pero al cabo de los días vamos sabiendo que nada cambió.
–Scherer: ¿Nada, caído el capo?
–Mayo Zambada: el problema del narco envuelve a millones. ¿Cómo dominarlos? En cuanto a los capos, encerrados, muertos o extraditados, sus reemplazos ya andan por ahí.
Dio detalles sobre su estilo de vida. Sostuvo que estaba a gusto en la sierra y que recibía todo lo que necesitaba de la tierra… dejó en una frase su desconfianza por el cielo.
–Mayo Zambada: Tengo a mi esposa, cinco mujeres, quince nietos y un bisnieto. Ellas, las seis, están aquí, en los ranchos, hijas del monte, como yo. El monte es mi casa, mi familia, mi protección, mi tierra, el agua que bebo. La tierra siempre es buena, el cielo no.
El capo dijo que había sido perseguido de cerca en varias ocasiones, pero que su dominio del terreno le permitió escapar de las autoridades.
–Mayo Zambada: Arriba, sobre mi cabeza. Huí por el monte, del que conozco los ramajes, los arroyos, las piedras, todo. A mí me agarran si me estoy quieto o me descuido, como al Chapo. Para que hoy pudiéramos reunirnos, vine de lejos. Y en cuanto terminemos, me voy.
Scherer escribió un abrupto final para la crónica. Nunca se supo si el encuentro le permitió reunirse con Joaquín Guzmán Loera, como parece que le ofreció Zambada.
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