Los botes de conserva son los alimentos a los que todo el mundo recurre cuando las autoridades advierten de alguna catástrofe. Tal y como su propio nombre indica, se pueden conservar en perfecto estado entre uno y seis años, aunque, según datos de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, algunos tipos de conservas tienen una vida útil de hasta 100 años.
Ahora bien, aunque muchas personas creen que es imposible que las conservas se pongan malas, en realidad no es así. También se pueden estropear sin las condiciones de conservación no son las adecuadas. Por esta razón, Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, ha compartido en Twitter un truco muy sencillo para saber si las conservas se pueden consumir sin problema.
La recomendación del experto es la siguiente: «Esto es una tapa de seguridad. Se llama así porque nos ayuda a detectar si se pierde el vacío en el interior del tarro. Antes de abrir la protuberancia del centro debe estar hacia dentro. Al abrir> suena «pop» y sale hacia afuera. Si no es así, no la consumas»
Esto es una tapa de seguridad. Se llama así porque nos ayuda a detectar si se pierde el vacío en el interior del tarro. Antes de abrir la protuberancia del centro debe estar hacia dentro. Al abrir->suena “pop” y sale hacia afuera. Si no es así, no la consumas #gominolasdepeseta pic.twitter.com/HmjyBQgRu1
— Miguel A. Lurueña (@gominolasdpetro) November 6, 2019
¿Cómo saber si las conservas se han estropeado?
Cuando los botes de conserva tienen una tapa de rosca hermética, se cierran con un proceso de calor externo que provoca el vacío en el interior. Si al abrir el tarro de vidrio por primera vez no oímos que la tapa haga «pop», quiere decir que el vacío ha desaparecido y, muy probablemente, los microorganismos hayan penetrado en el interior y contaminar el alimento.
Si en lugar de un tarro de vidrio es una lata, antes de abrirla tenemos que fijarnos en ella. Si está oxidada o abollada, o al presionar la tapa cede y luego vuelve a su posición original, lo mejor que podemos hacer para no poner en riesgo nuestra salud es tirarla.
Si la lata está hinchada también puede ser peligrosa por dos motivos. Puede que el contenido se haya congelado por alguna razón y haya multiplicado su volumen, rompiendo con ello el sello de la lata. Y, por otro lado, la hinchazón puede deberse a la acción de una bacteria.
Por increíble que parezca, una lata o un tarro de conservas también puede verse «invadida» por microorganismos, aunque la tapa esté perfectamente cerrada. Esto ocurre por la acción de las bacterias anaerobias, que viven en espacios sin oxígeno. Darse cuenta de la presencia de estas bacterias es muy fácil: si al abrir la lata o el tarro, el contenido estalla hacia el exterior o escuchamos un silbido, hay que desecharlos.