El tomate es uno de los alimentos más saludables y versátiles que existen. En la actualidad, existen más de 20.000 variedades de tomates en el mundo, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda su consumo por el gran número de beneficios que aporta a la salud: mejora la circulación sanguínea, cuida la vista, evita el estreñimiento, previene el envejecimiento prematuro de la piel y las células… Ahora bien, a la hora de consumir o cocinar los tomates debemos fijarnos en su aspecto, y tirarlos si tienen esto marrón.
¿Qué es la mancha marrón en los tomates?
Cuando la mancha marrón es oscura y seca y está localizada junto al tallo, se puede cortar esta parte y aprovechar el resto. En cambio, si la mancha marrón está en otro lugar y conserva agua, lo cual es fácil de identificar porque tiene una textura blanda y acuosa, hay que tirar la pieza entera.
Lo que sucede es que el tomate ha sufrido lo que se conoce como podredumbre apical o necrosis apical. En la gran mayoría de casos, se debe a una eficiencia de calcio, a variaciones extremas en los niveles de humedad, al exceso de nitrógeno de amoniacal, o a una combinación de estos tres factores.
¿Cómo conservarlos?
Cuando los tomates están maduros, siempre y cuando estén sanos y no tengan ninguna mancha marrón, pueden aguantar hasta siete días fuera de la nevera. Lo ideal es conservarlos en un lugar seco, fresco y ventilado, donde no estén expuestos a la luz del sol. La temperatura debe oscilar entre los 13 y los 20 grados.
Los expertos recomiendan meter los tomates en una bolsa de papel o de tela, nunca de plástico. Para que aguanten más tiempo, debemos evitar ponerlos cerca de otras frutas y verduras, como los plátanos, las manzanas o las patatas. La razón es que estos alimentos liberan etileno, una sustancia que hará que los tomates se estropeen rápidamente.
Si tenemos muchos tomates en casa y empiezan a estar un poco pasados, la forma más sencilla y efectiva de alargar su vida útil es meterlos dentro de la nevera en una bolsa de papel. En este caso, tenemos que consumirlo en un plazo de dos o tres días.
Si no los vamos a comer, antes de que se pongan malos, lo mejor es hacer conservas con ellos. Con esta elaboración, podremos disfrutar de ellos durante dos años sin necesidad de conservarlos en frío.
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