La historia de Silvia Abril (Mataró, 49 años) y Toni Acosta (Tenerife, 48 años) podría ser el guion de cualquier novela de amor adolescente. Y con dos padrinos como testigos o, más bien, impulsores de su relación. Santiago Segura, el que las juntó por primera vez en la comedia Padre no hay más que uno (2019); y Andreu Buenafuente, el responsable, junto a Xen Subirats (productor de El Terrat) del éxito que han alcanzado con El grupo, el programa de humor e improvisación que presentan en la cadena SER desde hace año y medio. Aunque han tardado en encontrarse, dicen que el destino las ha unido para el resto de su vida. Y hay pruebas que demuestran que están hechas para estar juntas. Las dos, actrices, nacieron un 10 de abril: Silvia en 1971 y Toni un año después. Estudiaron Derecho: Toni se licenció y Silvia dejó la carrera a medias para lanzarse a la interpretación. Ambas se recuperan de una lesión: Silvia se fisuró la tibia y Toni se rompió el dedo gordo del pie. Y las dos se ponen el humor por montera. Si no fuera por el apellido y por sus diferencias físicas, podrían ser gemelas. Ellas se tratan como hermanas y eso que solo hace dos años que se conocen. “Hay un nivel de simbiosis entre nosotras que da miedo”, apuntan.
Mantener una conversación seria con ellas es tarea ardua. Las dos quieren explicar el cariño que se profesan mutuamente y todos los proyectos que tienen por delante, y hablan tan atropelladamente que rápido explotan en carcajadas atrayendo las miradas del restaurante donde han quedado para comer. Se sienten afortunadas por la cantidad de trabajo que tienen pese a la pandemia que vive el país. Una situación a la que, como con todo, se enfrentan con una sonrisa en la cara. A excepción de su compañero y amigo el actor Jordi Sánchez, de quien Silvia Abril asegura que evoluciona favorablemente y “va a salir de esta”, no tienen que lamentar ninguna pérdida por la crisis sanitaria.
Actrices, cómicas, madres y aventureras que se han adentrado en un mundo que en España sigue liderado por hombres. “En el currículum histórico de humoristas priman los hombres, igual que en la mayoría de los sectores de la sociedad en general, pero eso ya ha empezado a cambiar. Ya se nos toma en serio. Ya se nos ve capacitadas para lidiar en este terreno”, asegura Silvia Abril. “Y esto es en gran parte porque nos lo hemos creído, hemos apostado por nosotras mismas, entonces es más sencillo transmitírselo a los demás” le acompaña Toni Acosta.
Su incursión en este terreno no es nueva, y eso se nota. Acosta abandonó hace más de 20 años su Tenerife natal para instalarse en la capital persiguiendo su sueño de ser actriz. Su participación en series como Policías, Un paso adelante, Con el culo al aire, Gym Tony o la última, Señoras del (h)AMPA, la han convertido en un rostro familiar y querido entre los espectadores, y cineastas como Álex de la Iglesia, Daniel Monzón o Santiago Segura han contado con ella para sus comedias en la gran pantalla. Abril se estrenó más tarde. Saltó a la fama en 2003 por formar parte del programa Homo Zapping y, desde entonces, su desvergüenza y su falta del sentido del ridículo le han abierto las puertas a todo tipo de programas, series y películas de humor —hasta llegó a representar a España en Eurovisión en 2008 junto a Rodolfo Chikilicuatre—. Desde personajes secundarios en La que se avecina, Tres bodas de más o Cuerpo de élite hasta debutar con su primer papel protagonista en Bajo el mismo techo.
El humor es para ambas el principio básico para encarar la vida y han hecho de reírse de sí mismas la clave de su éxito. “Aplicar el humor a todo nos salva, nos hace más fuertes”, es la filosofía de Abril. Sabe de lo que habla porque en casa tiene que lidiar con otro genio de la comedia. Casada con Andreu Buenafuente desde 2017 y con una hija en común, Joana, de ocho años, admite que en familia ella asume el papel de responsable y él es quien se quita el traje de jefe para ejercer de payaso. “En casa no hay batalla de egos. Él, que en la intimidad saca su faceta más gamberra, se curra lo de la risa dentro y yo lo hago fuera”, cuenta sin esconder la admiración que profesa a su marido.
En eso también coinciden las humoristas. Toni Acosta alaba “la cabeza pensante e inagotable” que es Andreu Buenafuente, fundador de la productora El Terrat y Premio Nacional de Televisión 2020. “Tanto para lanzarse en proyectos como para descubrir nuevos talentos”, dice la exnuera de Raphael, que se unió a la familia de El Terrat sin pensarlo. Divorciada de Jacobo Martos desde 2015, con quien tiene dos hijos, Acosta ha encontrado en Abril su tándem perfecto. Cuando no quedan para verse, se llaman, y si no se mandan mensajes. Así surgió la idea de El grupo, donde cada semana plantean un tema a través de Telegram, al que invitan a todo el mundo a unirse.
Allí han hablado de manías y costumbres de sus familias; de cómo Silvia Abril se destrozó una rodilla interpretando a la Niña de Shrek, uno de sus personajes estrella en el programa de Buenafuente; de la atracción sexual de Toni Acosta por Pablo Alborán; de cómo se las ingeniaban cuando eran estudiantes y no tenían dinero o de los cambios y síntomas que sufren sus cuerpos debido a la perimenopausia. La desfachatez y reírse de sí mismas es su Padrenuestro de cada día. Toni se define como “la más pudorosa” y Silvia, “la más gamberra”. “Me arrastra a todas sus payasadas hasta que me suelto del todo”, declara la tinerfeña entre risas.
Ambas admiten que ni tienen ni les han impuesto límites y consideran que en el humor, “como en la vida”, no debe haber barreras. Así se muestran frente al micrófono y también cuando se meten en el papel de sus personajes. Además de en las ondas, cada una continúa sus proyectos en el teatro. Silvia, en Barcelona con L’Èxit de la Temporada, la obra que celebra los 30 años de El Terrat y que en unos meses llegará a Madrid; Toni, con Anfitriones, que este fin de semana arranca su gira desde Las Palmas de Gran Canaria. Haber alcanzado este éxito en este momento de sus vidas solo les produce satisfacción. “Yo me siento muy afortunada”, dice la catalana a la vez que su compañera lanza un órdago por todas sus compañeras. “Somos herederas de muchas actrices que pusieron en voz alta que no había papeles para mujeres de más de 45 años, una edad en la que somos interesantísimas”, insiste con humor.
Su plan de vida, además de “no separarnos nunca”, incluye trabajar de nuevo juntas en una ficción y estrenarse en el escenario de la mano. “Llegará el momento de subirnos a las tablas juntas. Estamos preparadas”, dicen casi al unísono y entendiéndose con la mirada. Mientras, seguirán riendo.