Los contagios por viruela del mono avanzan en México, con 389 registrados hasta la fecha, y también la inquietud en los sanitarios y los colectivos más afectados por el brote. Declarada en julio como una emergencia de salud pública de importancia internacional, la nueva zoonosis, que no es de trasmisión sexual, pero sí de piel con piel, está incidiendo de forma mayoritaria en el colectivo de hombres que tienen sexo con otros hombres, los cuales constituyen el 97% de los casos del país. Muchos de ellos viven, además, con otro patógeno responsable de una pandemia ignorada. “En nuestro centro, el 80% de los detectados de viruela símica tiene VIH”, señala Jezer Lezama, infectólogo e internista de la Clínica Condesa.
De momento, no existen datos que describan la anterior condición, el VIH, como un factor al que atribuir el desarrollo de síntomas más severos con la nueva enfermedad, “pero se sabe que las personas con el sistema inmunocomprometido tienen más riesgo de enfermedad fatal. Por suerte, no ha habido hospitalizaciones de urgencia”, destaca el especialista, quien también dirige a nivel científico la Sociedad de Investigación y Docencia en Infectología y Virología (SIDVI).
“Lo que realmente nos preocupa ahora es no saber cómo está realmente afectando el brote a la población mexicana, porque no existe una logística adecuada en otros centros de atención”, revela. “Muchas personas que viven con VIH o han tenido infección de trasmisión sexual acuden a la Clínica Condesa porque es una institución muy consolidada en la ciudad, referente para la comunidad. Pero el resto de afectados no sabe a dónde dirigirse. Lo que está provocando un infradiagnóstico tremendo”, coincide Ricardo Baruch, asesor en Salud Pública y Derechos Humanos.
“Sé de casos en el propio Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) que han expuesto en la misma área a pacientes que presentaban la infección con personas contagiadas de covid-19. La falta de un protocolo correcto en los hospitales y servicios de epidemiología es el resultado del poco interés que el Gobierno Federal está mostrando por tener una estrategia tangible para contener el brote”, denuncia Lezama. “Y esto se refleja en las estadísticas de las últimas semanas, que se han disparado”, agrega.
La Ciudad de México, que hasta el 23 de agosto sumaba ya 209 contagios, es el Estado que más casos registra. El 80% de ellos pertenecen a la delegación Cuauhtémoc, donde se sitúa la Clínica Condesa. “Lo que ya sugiere un importante infradiagnóstico. ¿Qué otros casos de viruela símica se están reportando en el resto de las dependencias sanitarias de la capital?”, se pregunta con sarcasmo Lezama. Según el infectólogo, el dato anterior evidencia otra de las preocupaciones que muestran organizaciones de la sociedad civil, activistas y expertos en salud.
De momento, solo una institución, situada también en la capital, se está encargando de procesar las pruebas de diagnóstico: el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (InDRE). “Centralizar el diagnóstico complica más la situación. Además del retraso para procesar pruebas, lo están haciendo muy difícil. Y muchos Estados no están enviando todas las muestras. Son varios los factores que se suman e impactan en el desconocimiento del alcance que está teniendo el brote de la viruela del mono en el país”, expone el experto de la Clínica Condesa.
“Se suponía que los resultados iban a estar listos en 24 horas, pero se están tardando más de cuatro días. ¡Y sabemos de pacientes que llevan esperando hasta 10!”, expone Baruch. “Entendemos que el InDRe tiene mucho trabajo, porque también se encarga de la detección de covid-19 y de otras enfermedades infecciosas. Lo que no se comprende es la insistencia de centralizar las pruebas de viruela del mono. Haciendo tan lento el proceso de diagnóstico solo se fomenta la expansión de la zoonosis”, opina.
“Aunque coincido en que hay que mejorar mucho la cultura de atención clínica, la centralización del diagnóstico responde a una cuestión de bioseguridad”, apunta Octavio García, epidemiólogo cuya empresa forma parte del Consorcio Mexicano de Vigilancia Genómica (CoViGen-Mex). Este grupo científico, conformado por entidades públicas y privadas, secuenció el genoma del primer caso de la viruela del mono.
“Si bien no se trata de un patógeno muy peligroso, cumple con ciertas características que obligan a seguir protocolos muy rigurosos en el manejo de las muestras” afirma García, responsable de desarrollar uno de los únicos cinco kits de diagnóstico molecular de la viruela símica aprobados en todo el mundo por la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Se necesita personal cualificado con conocimientos de bioseguridad para todo el proceso de gestión de las muestras, desde su traslado al laboratorio hasta su destrucción, así como contar con equipo de protección. Hablamos de material RPBI (Residuos Peligrosos Biológicos Infecciosos) y el Gobierno tiene miedo de que centros sin capacidades manipulen las muestras contribuyendo a su expansión, convirtiéndose en una fuente de contaminación”, afirma García. No obstante, según el epidemiólogo, “el InDRe ya ha establecido lineamientos para que otras instituciones puedan procesar las muestras”.
¿Ha llegado la infección africana para quedarse?
“Además de la pésima gestión en torno a las pruebas y diagnóstico que se está haciendo, no hay directrices claras ni un discurso específico, y los centros de salud carecen de protocolos establecidos para dar la atención debida”, manifiesta Lezama, denunciando, asegura, la falta de interés desde las instancias gubernamentales para emitir información sobre el plan de acción que permita contener el brote.
“La Secretaría de Salud sacó el boletín epidemiológico dos meses después de detectarse el primer brote. Y casualmente lo hicieron el mismo día en el que protestamos frente al edificio de la Subsecretaría de Prevención y Promoción a la Salud en Ciudad de México”, señala Baruch, quien participó en la movilización para exigir el acceso urgente a vacunas organizada por asociaciones de la sociedad civil, activistas y miembros de la comunidad LGBT el pasado 27 de julio.
Mientras Colombia acaba de anunciar la compra de un lote del inyectable, sumándose a los países de la región preparados para administrar el biológico, la Subsecretaría que lidera Hugo López-Gatell no se ha pronunciado todavía al respecto. “Nos preocupa que el Gobierno mexicano no haga menciones a la compra de vacunas y que nos quedemos atrás, repitiéndose la situación de la pandemia, donde hubo países que sufrieron el desabasto de vacunas y la población se quedó sin protección”, lamenta el especialista en salud pública. Un escenario que descarta García: “La tecnología del inyectable para la viruela del mono es diferente a la del coronavirus, del que no se sabía nada ni se había investigado. La vacuna para hacerle frente se tuvo que desarrollar contra reloj. Además, el número de contagios por esta zoonosis —aunque en realidad sea mucho mayor que el reportado— no se puede comparar. ¡México no va a sufrir un desabasto de vacunas!”, asegura el epidemiólogo.
No obstante, “administrar las vacunas a la población afectada cuanto antes y reforzar los protocolos para identificar casos, va a ser la única forma de frenar a tiempo el brote”, afirma Lezama. “Hasta ahora, solo está incidiendo en un colectivo concreto, pero todos somos susceptibles de contraer viruela del mono”, recuerda el especialista.
Como anuncia García, “teniendo en cuenta el contexto actual, esta zoonosis puede volverse tranquilamente endémica”. Este era precisamente uno los grandes temores de la comunidad científica cuando el virus africano llegó a México. “Aunque la rapidez de su trasmisión es mucho menor que la del coronavirus, ya que requiere de contacto estrecho, el brote se está extendiendo a su ritmo. Y no hay un sistema de seguimiento epidemiológico correcto por parte de las autoridades”, reclama Baruch.
De acuerdo con los expertos, existen dos factores para que el patógeno se vuelva endémico: que se cree un reservorio animal o “que se mantenga la trasmisión comunitaria a lo largo de tiempo, permitiendo que el virus siga circulando”, detalla el infectólogo de la Clínica Condesa. “Algo que puede ocurrir fácilmente si no mejoran las estrategias para la detección y control de los casos y se empieza a proteger a la población con vacunas. Y esto, depende absolutamente de las acciones del Gobierno”, concluye.
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