La variante delta del virus amenaza con echar por tierra los logros del continente asiático a la hora de controlar la pandemia de covid-19. Año y medio después de que se descubriesen los primeros casos en Wuhan, varios de los países que Occidente tomaba como ejemplo de éxito, con pocos contagios y medidas contundentes, registran un rápido repunte de infecciones y suman cifras récord diarias. El aumento de casos relacionados con la variante detectada por primera vez en la India ─la delta, un 65% más contagiosa─ obligará a celebrar unos Juegos Olímpicos de verano con instalaciones vacías en Japón, ha llevado a aumentar el nivel de alerta al máximo en la capital de Corea del Sur y amenaza con colapsar el sistema sanitario de Indonesia.
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Corea del Sur, modelo de eficacia en el inicio de la pandemia, alcanzó el fin de semana el récord de diagnósticos diarios (1.378 en un país de 51 millones de habitantes, lejos de los más de 5.000 de este lunes en España) desde que se detectó el primer positivo en enero de 2020. El Gobierno ha decidido elevar a 4, el nivel máximo de alerta, las restricciones en el área metropolitana de Seúl, la provincia vecina de Gyeonggi y la ciudad portuaria de Incheon. De acuerdo con el Centro de Prevención y Control de Enfermedades del país, el 80% de los contagiados en Seúl y sus alrededores son menores de 40 años, la mayoría todavía excluida del plan de vacunación. Solo el 11% de los 51 millones de surcoreanos ha recibido las dos inyecciones (España ya tiene al 46% con la pauta completa).
En Japón, aún colea el impacto de la decisión de los organizadores de celebrar los Juegos Olímpicos de Tokio sin público, anunciada el jueves pasado después de que el Gobierno decretara, debido al aumento de casos de covid, el cuarto estado de emergencia en la capital en lo que va de pandemia. Las restricciones en la metrópoli tokiota y las prefecturas de Okinawa, Chiba, Saitama, Kanagawa y Osaka se endurecerán hasta el próximo 22 de agosto. Los bares y restaurantes tendrán prohibida la venta de alcohol y deberán cerrar a las 20.00. Desde el inicio de la crisis sanitaria, esta nación de 120 millones de habitantes acumula en torno a los 820.000 casos y 15.000 defunciones. Es un impacto mucho menor al de países europeos como España, con cinco veces más muertes a pesar de que en Japón vive más del doble de personas. Tan solo un 16% de la población nipona está vacunada con la pauta completa.
Pero la situación más preocupante se localiza en el sureste asiático. Desde finales de junio, Indonesia, la nación más grande de la región y la cuarta más poblada del planeta con sus 270 millones de habitantes, hace frente al peor brote de la zona. Tras el fin del Ramadán, el archipiélago ha rebasado el umbral de los 2,4 millones de contagios acumulados y las 60.000 muertes; este lunes se registraron 40.000 nuevos contagios y durante la semana pasada la cifra diaria superó los 30.000. La afluencia de pacientes ha colocado el sistema sanitario al borde del colapso. Los hospitales en la isla de Java han superado el 90% de su capacidad. Ante la falta de camas, los familiares de los enfermos intentan comprar sus propias botellas de oxígeno, cuyo precio se ha duplicado debido a la alta demanda.
Se calcula que unos mil sanitarios han fallecido a causa de la covid-19 y alarma el alto número de contagios y decesos entre los vacunados. Indonesia ha administrado principalmente la vacuna china Sinovac, y se plantea inyectar una tercera dosis para aumentar la eficacia. Tan solo un 5,4% de su población está vacunada con las dos dosis.
Dentro del país, en las islas de Java y Bali los negocios no esenciales han echado un cierre hasta el día 20, pero no se han implantado limitaciones de movilidad ni el confinamiento de la población. Desde el martes, a los turistas extranjeros se les exigirá estar completamente inmunizados, presentar una prueba negativa y hacer ocho días de cuarentena a la llegada.
En la vecina Malasia, las infecciones han ido en aumento durante las últimas dos semanas a pesar del confinamiento impuesto desde finales de mayo. El sábado, informaba del mayor número de contagios diarios desde que comenzó la pandemia: 9.180. El país de casi 31 millones de habitantes acumula un total 817.838 casos y 5.980 muertes, y solo el 10% de su población está inmunizado.
En Tailandia ─que recientemente reabrió su icono turístico, Phuket, a los turistas extranjeros─, más del 90% de los más de 345.000 casos totales se han detectado desde el mes de abril y se prevé que los contagios superen los 10.000 diarios esta semana. El viernes el Gobierno anunció restricciones de movilidad, el cierre de locales no esenciales, la limitación de reuniones en Bangkok y nueve provincias y el toque de queda a partir de las 21.00. De sus casi 70 millones de habitantes, apenas tres millones han recibido las dos dosis de la vacuna.
También han aumentado los casos en Vietnam, otro de los ejemplos de éxito iniciales de contención del virus. Este país rebasó todos los días de la semana pasada los 1.000 contagios diarios y este lunes superó los 2.000, la mayoría en el sur, donde se concentra la mayor actividad económica. Hanoi ha suspendido los servicios de transporte desde y hacia las 14 provincias más afectadas y ha pedido a la población que permanezcan en sus casas. En total, Vietnam solo suma poco más de 30.000 casos y apenas 119 muertes, pero la campaña de inmunización continúa lenta: de una población de 98 millones de habitantes, tan solo 250.000 personas han recibido ambas dosis.
Sumida en el caos desde el golpe de Estado militar del 1 de febrero, Myanmar (54 millones de habitantes) también hace frente al peor brote de covid-19 hasta la fecha. El lunes informó de un récord de 5.014 contagios (de un total de 197.227) y 89 muertes (elevando la cifra a 3.927).
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