LA HABANA — Rescatistas continuan recuperando el lunes cuerpos de los escombros que deja la explosión del hotel Saratoga de lujo en La Habana, Cuba, y que dejó al menos 35 muertos y miles de toneladas de escombros.
Cocineros, camareras, cajeras, personal de mantenimiento, dependientes, escolares de un centro educativo aledaño, vecinos y hasta una joven turista española que paseaba con su novio se encuentran entre las víctimas fatales o los heridos del estallido en el Hotel Saratoga.
Las labores de retiro de escombros y residuos no cesaron desde la explosión ocurrida el viernes cerca de las 11 a.m. presumiblemente por una falla en la operación de un camión cisterna de gas que servía al hotel.
El Ministerio de Salud indicó que en la explosión resultaron heridas 89 personas de las cuales 20 están hospitalizadas y 35 fallecieron, una cifra que se elevó con el hallazgo de cuatro cadáveres en las últimas horas.
El gobernador de la provincia, Reinaldo García Zapata, informó que 19 familias habían reportado la desaparición de seres queridos pero que se desconoce la cantidad exacta de personas que no han podido ser ubicadas.
Según familiares de los desaparecidos, se estima que aún estén aprisionados bajo los escombros entre 12 y 13 personas, cifra que se podrá precisar en la medida que avance la excavación, explicó Martínez.
Las brigadas de bomberos y rescatistas continúan ininterrumpidamente las operaciones para retirar los escombros y así poder llegar al doble sótano de la edificación, donde se cree que puedan estar las personas atrapadas.
“Estaba parado fuera del hotel, no sentí el ruido de la explosión pero sí el polvo ese grandísimo y mucha sangre que me corría por el cuerpo”, dijo Juan Carlos Rodríguez, un trabajador de la empresa Gaviota -la operadora cubana del hotel- a medios de prensa locales desde el hospital donde fue atendido.
Guillermo Díaz, jefe de seguridad del Saratoga, participaba de una reunión para poner a punto los detalles de la reapertura del hotel cuando ocurrió la explosión.
“Todo fue muy rápido, cuando volví en mí estaba bajo los escombros, no tenía idea de lo que estaba pasando”, recordó Díaz. “Me di cuenta de que tenía heridas en la frente, en la cabeza. No tenía fuerzas, había muchos compañeros al lado mío y yo intenté ayudarlos, pero era en vano”.
Frente al hotel, en una escuela primaria, 300 niños estaban en clase cuando se produjo el sacudón de la onda expansiva. Cinco resultaron con lesiones leves.
“El estallido me levantó automáticamente del asiento. Y quedé aturdido”, comentó Kamil Llanez, un estudiante de sexto grado. “Después todo se volvió confuso”. Los niños fueron sacados por una maestra y recogidos por los padres, muchos de ellos vecinos.
El lunes en la escuela había trabajadores levantando escombros y retirando cristales rotos. Los menores fueron reubicados en escuelas cercanas donde retomaron sus clases.
En tanto, médicos reportaron que de los niños hospitalizados el de mayor cuidado es un pequeño de dos años -que no estaba en la escuela-, que fue operado de emergencia por un trauma craneoencefálico.
“En este momento se sigue la evolución de cómo ese cerebro está respondiendo al procedimiento quirúrgico que tuvo”, explicó la doctora Lissette López al portal oficial Cubadebate.
También se comenzó a trabajar en un edificio aledaño muy afectado y que se convirtió en una estampa de la devastación: ya sin su fachada puede observarse el interior de los apartamentos como si fuera una casa de muñecas. En uno de ellos, con las paredes pintadas de rosado, se ven las fotos de una quinceañera milagrosamente aún pegadas a las paredes, un sofá con varios osos de peluche y un sillón mecedor.
“No sabemos nada. Tampoco está en los hospitales. Los cuerpos que sacaron anoche son del hotel”, dijo el lunes Ángela Acosta, una abogada que busca a su tía, María Consuelo Alard, de 77 años, quien residía en el primer piso de ese edificio contiguo al Saratoga sobre la gran avenida del Prado, a metros del Capitolio, la sede del Parlamento.
La víspera los rescatistas lograron sacar con vida de la sala de ese apartamento a la mascota de Alard, un labrador negro que según los veterinarios se encuentra bien.
Entre las personas que aún no han sido encontradas está Shaidis Cobas, una camarera del hotel. “Tiene 27 años. Pienso que está viva, es la esperanza más grande que tengo”, dijo su madre Yautma Cobas.
El cuerpo del cocinero del hotel Rafael Viga, de 50 años y padre de dos hijos, apareció en las últimas horas. Su familia esperó novedades durante tres días en las inmediaciones del Saratoga, donde las autoridades instalaron un puesto de información.
Entre los fallecidos está la española María López-Cerón, de 29 años, quien según medios de prensa españoles era empleada de un banco. La mujer vacacionaba junto a su pareja César Román -quien se encuentra grave en el hospital- y juntos pasaban frente al hotel cuando ocurrió la explosión.
Las autoridades indicaron que unas 37 familias debieron ser evacuadas de edificios vecinos del Saratoga, muchos de ellos que ya estaban muy deteriorados.
“Mi casa estaba afectada antes de esa situación y después todo lo que vi (tras la explosión) fueron rajaduras en la cocina, en la sala”, dijo Vilma Pérez, de 84 años, ahora albergada en un edificio al este de la capital dispuesto por las autoridades. “No sé si van a demoler y hacer nuevo o reparar y aún quedan muchas cosas por sacar de la casa. Imagínate, son muchas cosas, muchos recuerdos”.
Las autoridades indicaron que evalúan la viabilidad de las estructuras, tanto del Saratoga como de los edificios colindantes más afectados, algunos de los cuales sufrieron el colapso de hasta 15 apartamentos.
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