La concesión de los indultos a los presos políticos es una buena noticia, aunque no deja de ser un parche que queda muy lejos de ser la solución al conflicto político catalán. Es evidente que esta medida alivia la situación personal y familiar de todas las personas que, con gran dignidad, llevan casi cuatro años en prisión. Es también evidente que es un gesto que puede ayudar a la distensión entre las instituciones catalanas y el Estado español. Sin embargo, creer que ésta es la solución en mayúsculas sería cometer un grave error.
Si bien los indultos pueden mitigar el dolor (y lo mitigan, sin ninguna duda), solamente la anulación de los delitos podría ser el inicio de una solución al conflicto político catalán. Como ya he dicho en alguna ocasión, solo la amnistía podría poner el contador a cero. Solo la amnistía podría permitir empezar de nuevo y abordar el conflicto catalán desde la política, que es el marco de donde nunca debería haber salido.
No olvidemos que los indultos van a servir para sacar de la cárcel a nueve personas que jamás deberían haberla padecido, pero que hay más de 3.000 represaliados de la causa soberanista que van a seguir sufriendo las consecuencias de la persecución del Estado.
Así pues, la solución definitiva al conflicto catalán pasa por la política y, en mi opinión, debería pasar por un referéndum vinculante y acordado entre el Estado español y las instituciones catalanas, con lo cual sería necesaria una propuesta estatal que se pudiera poner al lado de la propuesta de la independencia. Un referéndum acordado, con dos preguntas y con dos formas diferentes de implementar las respuestas. De esta forma, se podrían votar dos propuestas: por una parte, la independencia por parte del soberanismo catalán; y por la otra, la propuesta de mejora del autogobierno por parte del Estado español. Mi propuesta sería que la implementación del resultado fuese inmediata en caso de que ganase la opción de la mejora del autogobierno, pues no requeriría una modificación del marco legal; mientras que, en el caso de ganar la opción de la independencia, se tendría que conceder al resultado un valor político, con el compromiso por parte del Estado español de promover los cambios necesarios a nivel legislativo para poder implementar el resultado de manera legal y acordada.
Ésta es solo una propuesta para avanzar, pero que choca a día de hoy con los postulados de la mayor parte de los partidos políticos españoles, sobre todo debido a la factura electoral que debería pagar cualquiera de esos partidos si decidiese dar un paso hacia una solución real y definitiva acorde con los cánones de una democracia del siglo XXI. Hoy hemos dado un paso hacia la distensión. Habrá que seguir caminando hacia una solución estructural del tema catalán. Y es que por mucho que a algunos les pese, la sociedad catalana, con una mayoría independentista en su parlamento, no dejará enfriar sus convicciones de la noche a la mañana. Este es un conflicto político que hay que resolver desde la política. Hoy damos un paso adelante para aliviar el dolor, pero habrá que seguir trabajando para llegar a la solución definitiva.
Artur Mas i Gavarró, presidente de la Generalitat entre 2010 y 2016
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