Tiene 43 años y cuando se remonta a sus comienzos de “peón de periodista” en CNN+ se asombra al darse cuenta de que ya lleva 21 de profesión. Desde 2018, Sónsoles Ónega es uno de los rostros habituales del universo Mediaset como conductora del programa Ya es mediodía, un formato que se creó para dar continuidad al directo de las mañanas. Esa pieza bisagra entre la audiencia imbatible de El programa de Ana Rosa y el informativo de las tres de la tarde al que la periodista y su equipo han conseguido dotar de entidad jugando a funambulistas entre la información, el debate y el entretenimiento.
Se bate en una franja horaria donde tiene poderosos rivales pero el programa, ese al que se lanzó de forma casi “inconsciente”, va dando frutos. “No puedo explicar cómo se hace la transición del formato de 25 segundos al de hora y media”, dice Ónega que antes de esta experiencia hacía información política. Quizá lo que menos controla es esa fama que llega con la exposición pública: “Es lo que menos me interesa. Dicho esto, en la fama hay cosas positivas, como que importa más lo que dices y a veces llega a más gente. Pero confieso que sigo desconociéndome en titulares que a veces leo o en aspectos de mi vida que no me interesan ni a mí”, dice precisamente en un momento en el que ha sido objeto de informaciones sobre su vida personal como su separación matrimonial o la aparición de un nuevo amor.
En el terreno profesional Ónega incluso se ha atrevido incluso con un reality como ocurrió al ponerse al frente del debate del programa La caja fuerte. “Fue más complicado que Ya es mediodía. Es un formato muy exigente, cuatro horas en las que tienes que mantener la tensión, la emoción, el humor, la agudeza… Ahora cuando veo a compañeros como Jorge Javier Vázquez o Sandra Barneda tengo un respeto absoluto, porque desconocemos lo que hay detrás de esos formatos tan vapuleados por la crítica”, reflexiona.
Pese a todo reconoce que lo que más echa de menos en estos tiempos pandémicos es ir al Congreso de los Diputados: “Allí se arreglaba el mundo”, dice riendo, “el periodista se cree que tiene la solución para los grandes problemas y se lo hace saber al político con contundencia y convicción y uno se queda tranquilo”, afirma sobre sus días de corresponsal política. El periodismo le llegó de forma natural porque lo sorbió en casa desde pequeña, ya que es hija de Fernando Ónega otro profesional de larga trayectoria en radio y televisión, que ha recibido prestigiosos premios e incluso le escribió a Adolfo Suárez algunos de sus discursos más recordados cuando fue su Director de Prensa de Presidencia del Gobierno.
“Tiene muy poco mérito que en mi familia seamos dos periodista de tres hermanos”, dice Sonsoles Ónega en referencia a Cristina Ónega, su hermana mayor, que desde 2018 es directora del Canal 24 horas de TVE. “Desde pequeñas nuestro padre nos contagió la pasión por este oficio que no se hereda pero sí se mama”. Padre e hijas comparte un grupo de WhatsApp al que han bautizado El Confesionario: “Somos muy pesados y hablamos mucho de política y además comentamos jugadas muy pequeñas”, afirma muerta de risa. “Ahí se admiten todo tipo de registros: lágrimas, bromas, críticas, cabreos y todos somos confesores de nosotros mismos”, explica.
No niega que moverse en un entorno de periodistas le pudo facilitar las cosas al principio, pero afirma que eso “no te garantiza una nómina y en cambio sí te puede llenar de prejuicios ajenos y de miedos”. Sonsoles Ónega ha encontrado un sitio propio hace ya tiempo y deja claro que “el apellido es un barniz que requiere mantenimiento diario o de lo contrario se agrieta rápido”.
Ya que su padre es precisamente el autor de la famosa frase de Suárez “puedo prometer y prometo”, se anima a desvelar qué puede prometer ella. Se olvida de la faceta privada y se centra en la laboral: “En el momento complicado y complejo en el que estamos, puedo prometer y prometo que no faltaré conscientemente a la verdad ni al respeto. El periodismo nunca debió atrincherarse y yo contra eso sigo rebelándome cada día”.
A cambio de no haber abordado prometer nada privado, ella que tiene dos hijos de 11 y ocho años, sí se atreve a confesarse mala madre más que madraza: “Nos ha aliviado mucho ese movimiento, a mí me ha relajado sobre lo que sentía cuando no llevaba a los niños al colegio o no llegaba a acostarlos. Laura Baena ha conseguido que nos liberemos y nos autodefinamos como malas madres hasta con orgullo”, dice. Pese a ello, sus dos hijos aún le reclaman que cuando está acabando un libro ese sea el último, en un intento de tenerla más tiempo para ellos. Pero ella reconoce necesitar esa faceta literaria que ha cultivado desde la infancia: “Podré dejar de publicar, pero no de escribir. Cuando no escribo, estoy que no me soporto”, bromea la autora de títulos como Mil besos prohibidos (2020), Después del amor (2017) o Calle Habana, esquina Obispo (2005).
Conocida como una de las amigas de la reina Letizia, a quien trató cuando ambas trabajaban como periodistas en CNN+, mantiene la discreción en ese terreno pero no evita contestar si se le plantean qué preguntas haría como periodista a las máximas figuras de la institución monárquica. Interrogada sobre qué le preguntaría al rey Juan Carlos si solo pudiera plantearle una cuestión, Ónega responde tras reflexionar un instante: “¿Qué temió usted para hacer todo lo que ha hecho?”. ¿Y si fuera Felipe VI? “Probablemente le preguntaría: ¿Le gustaría tratar con otra clase política?”. ¿Y si fuera doña Letizia su entrevistada?: “¿Qué vio usted, señora, que le hizo alejarse de según qué comportamientos?”.
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