“No soy comunista, pero soy ‘fidelista’ hasta la muerte”, le dijo el futbolista al corresponsal de la agencia de noticias Reuters en Cuba Andrew Cawthorne, en el mismo año en el que se internó en Cuba para atender sus adicciones.
Un 25 de noviembre, en esa misma fecha, en años diferentes, murieron Fidel Castro y Diego Armando Maradona, dos amigos a los que los unió la política. El astro del futbol argentino no solo será recordado por las victorias que le trajo a su país, por los goles con jugadas que arrancaban desde media cancha y por su adicción a las drogas. Maradona también pasará a la historia como uno de los futbolistas que más se la jugó por las corrientes de izquierda en América Latina.
El Mundial de futbol de 1986 en el que Argentina salió campeón, marcó a Maradona y no solo por sus goles. El mítico partido contra Inglaterra también trazó con claridad el derrotero de las que serían las posturas más visibles del 10 argentino. Tras vencer a los ingleses, Maradona sintió que era la “revancha” contra ese país justo cuatro años después de la guerra que enfrentó a las dos naciones.
“Fue nuestra forma de recuperar ‘Las Malvinas’”, escribió Maradona en su autobiografía del 2000, refiriéndose a la victoria futbolística.
Además, Argentina vivía sus primeros años sin una dictadura y Maradona comenzaba su trayectoria como la estrella de la albiceleste, después de unos duros años creciendo en una casa en un barrio popular de Buenos Aires, al lado de sus padres y de sus siete hermanos.
Ese mismo mundial le abrió a la selección y a él las puertas de la Casa Rosada, a donde el entonces presidente de Argentina, Raúl Alfonsín, invitó al equipo para celebrar el título. Tras el festejo, Maradona le dejó en claro a la revista Playboy cuál era su postura política.
“Soy de izquierda, todo de izquierda, de pies, de fe, de cabeza. Pero no en el sentido que ustedes le dan en Europa al término político. Soy de izquierda en el sentido de que soy para Alfonsín, para el progreso de mi país, para mejorar el tenor de la vida de la gente pobre, para que todos tengamos paz y libertad”, expresó.
La victoria mundial también lo llevó a conocer a quien sería uno de sus amigos personales: Fidel Castro. La agencia cubana Prensa Latina hizo una encuesta entre sus lectores para determinar quién era el mejor deportista latinoamericano de ese año y el ganador fue el argentino. Maradona viajó por primera vez en su vida a la isla con la intención de reclamar el premio, y terminó reuniéndose con Castro el 28 de julio de 1987.
El líder cubano le regaló una de sus gorras simbólicas, color verde oliva, con una dedicatoria de su puño y letra. A cambio, Maradona le regaló una camiseta con el número 10 también dedicada.
Y, desde entonces, Maradona admiró al líder de la Revolución cubana.
“Es sabio y modesto. Los cubanos tienen un hombre al frente que es un fenómeno y cuando le vi me pareció tocar el cielo con las manos. En este país no hay chicos descalzos”, escribió el futbolista después de ese primer encuentro.
Maradona viajó más de cinco veces a Cuba, especialmente desde que se retiró del fútbol en 1997. Y Castro fue una de las visitas que no podía faltar. La amistad trascendió a la influencia al punto que el cubano persuadió al argentino en dos ocasiones para que se internara en clínicas de La Habana para tratar su adicción a las drogas. Maradona aceptó y estuvo en el centro internacional de salud La Pradera y en el Centro de Salud Mental (CENSAM), en el 2000 y en el 2004, respectivamente.
Castro lo visitaba en las clínicas y Maradona no hacía sino reiterar su admiración hacia él.
“No soy comunista, pero soy ‘Fidelista’ hasta la muerte”, le dijo el futbolista al entonces corresponsal de la agencia de noticias Reuters en Cuba, Andrew Cawthorne, en el mismo año en el que se internó.
Después de su tratamiento, Maradona volvió a la isla en 2005 a cumplir uno de sus sueños: entrevistar a Castro para una de las emisiones de su programa La Noche del 10. Los encuentros se repitieron a lo largo de los años hasta el 13 de abril de 2013, el último día en el que el futbolista abrazó al político. Tres años después, Maradona viajó a La Habana para acompañar el homenaje fúnebre de Castro.
“En un momento gris de mi vida, Fidel me abrió las puertas de Cuba. Él era quien me aconsejaba sobre lo que podía hacer”.
El argentino incluso dijo que Castro era su “segundo padre” y, para él, era además “el líder del equipo mundial de los políticos”.
Maradona y su cercanía a las izquierdas latinas
Más allá de Cuba, el astro del futbol recorrió América Latina reuniéndose con los líderes de izquierda de diferentes países. Estuvo en Nicaragua con Daniel Ortega y apoyó a los Kirchner en Argentina. Incluso, se sentó justo al lado de Cristina Fernández el día en el que ella despedía a su esposo, Néstor Kirchner, en sus honras fúnebres del 28 de octubre de 2010.
Maradona era un invitado habitual en Venezuela, donde Hugo Chávez y posteriormente Nicolás Maduro lo recibían con honores. En medio del cerco mediático que Colombia lideró en contra de Venezuela, el 10 argentino viajó a Caracas para respaldar a Maduro.
“Con todo mi amor a Venezuela y su Presi”, escribió en el libro de visitantes de La Casona Cultural Aquiles Nazoa.
Cinco años antes de eso, Maradona estuvo en Bogotá, la capital colombiana, disputando un partido amistoso para respaldar los Acuerdos de Paz de La Habana, que estaban negociando el Gobierno colombiano y la entonces guerrilla de las FARC.
La despedida de los políticos al 10 argentino
Tras la muerte de Maradona, diferentes políticos de izquierda se despidieron públicamente del futbolista desde España, con el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias; hasta el Gobierno de Cuba.
Leer más: Lamentan políticos el fallecimiento de Maradona | Tuits
Nicaragua, por ejemplo, emitió una nota de prensa firmada por el presidente Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo.
“Se nos va otro gigante, militante excelso de las revoluciones del amor”, expresaron los mandatarios del país centroamericano.
Maduro y varios miembros de su gabinete publicaron en su cuenta de Twitter fotos con Maradona. El presidente argentino, Alberto Fernández, y la vicepresidenta, Cristina Fernández, hicieron lo mismo, refiriéndose al futbolista como un “grande”.
Así, la política despide a Diego Maradona, el 10 que se llevó tatuados en su hombro derecho al guerrillero argentino Ernesto ‘Che’ Guevara y en su pierna izquierda a Fidel Castro; y lo despide un 25 de noviembre, el mismo día en el que murió hace cuatro años el líder de la Revolución cubana.
Con AP, Reuters y EFE