El suburbio de Highland Park en Chicago estaba impactado este martes, un día después de que un hombre armado abrió fuego desde una azotea con vista al desfile del 4 de julio, causando la muerte de seis personas e hiriendo a decenas más en el último estallido de violencia armada en Estados Unidos.
La alcaldesa de Highland Park, Nancy Rotering, le dijo a NBC News que había una enorme tristeza y “una increíble conmoción” entre la comunidad de 30 mil habitantes.
“Esta tragedia nunca debería haber llegado a nuestras puertas”, dijo. “Como pueblo pequeño, todos conocen a alguien que se vio afectado por esto directamente y, por supuesto, todos todavía estamos temblando”.
El día anterior, las calles se engalanaron de rojo, blanco y azul mientras las familias observaban el desfile anual. Los niños se sentaron en las banquetas, los vagones y los coches ondeaban banderas estadounidenses mientras padres y abuelos se relajaban en sus sillas plegables.
Cuando el desfile comenzó a recorrer el centro de la ciudad, la policía dijo que un hombre armado subió al techo de un negocio usando una escalera en un callejón y luego, sin previo aviso, abrió fuego con un rifle de asalto contra la multitud de abajo.
El lunes por la noche, la policía anunció que tenía bajo custodia a un sospechoso, Robert E. Crimo III, de 22 años, después de que se entregó a las autoridades. La policía dijo que no sabía cuál era el motivo del tiroteo.
Un general retirado, que no quiso ser identificado, estaba entre la multitud cuando comenzaron los disparos. Le dijo a Reuters que tomó a una de sus nietas y corrió por seguridad a la tienda de comestibles Sunset Foods al otro lado de la calle cuando comenzó el tiroteo.
“Estaban muertos de miedo, no sabían lo que estaba pasando”, dijo mientras se echaba a llorar. “La tenía contra mi pecho y ella le dijo a mi hija más tarde: ‘El corazón del abuelo estaba latiendo con fuerza’”.
El hombre de 72 años dijo que estaba con su familia, incluidos sus nietos gemelos, en el desfile.
“Escucha, estuve 30 años en el ejército y esto me ha dejado destruido”, afirmó, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. “Pensé que había terminado con esta tontería”.
Los heridos tenían entre 8 y 85 años, incluidos cuatro o cinco niños, dijo la policía.
La violencia armada está fresca en la mente de muchos estadounidenses, menos de dos meses después de que un adolescente abrió fuego y mató a 19 escolares y dos maestros en una escuela primaria en Uvalde, Texas.
Justo 10 días antes, un hombre mató a tiros a 10 personas en una tienda de comestibles en Buffalo, en el estado de Nueva York.
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