Ya se sentía la tensión antes de que se produjera el ataque el 24 de abril debido a los estallidos de violencia que habían ocurrido unos días antes en las comunidades cercanas, en la ciudad de El Geneina (Darfur, Sudán).
Teníamos mucho trabajo [en el Hospital Universitario de El Geneina] durante esa jornada, ya que el primer día de la semana siempre solemos realizar la ronda médica completa. El área de hospitalización estaba llena de pacientes ingresados y el departamento de consultas externas y la zona de triaje se encontraban repletos también; habría aproximadamente 200 personas a la espera de pasar a consulta.
Mientras hacía la ronda de cuidado de los enfermos, empezamos a escuchar algunos disparos, pero como se oían un poco lejos no sabíamos bien de dónde venían. Sin embargo, en muy poco tiempo, empezamos a sentir cómo esos sonidos se acercaban. No fue un momento fácil porque ninguno sabíamos lo que estaba ocurriendo. Al poco tiempo, recibí una llamada de nuestro coordinador de proyecto, el señor Hisham, quien me pidió que coordinara a nuestro equipo porque íbamos a ser evacuados.
Área de espera de pacientes en el interior del recinto del Hospital Universitario de El Geneina atacado el pasado día 25 de abril.Nargiz Koshoibekova (MSF)
Mientras nos dirigíamos desde el hospital hacia la residencia de los trabajadores de Médicos Sin Fronteras (MSF), la preocupación podía verse en nuestros rostros, porque la ciudad se encontraba repleta de gente: niños que venían de la escuela, coches… Todo el mundo tratando de correr para salvar su vida. La situación era muy tensa, pero conseguimos llegar a salvo hasta la casa de MSF.
Intenté conectar por teléfono con todo el mundo y ver dónde se hallaba cada uno de nuestros empleados. Tenía que comprobar si estaban todos a salvo. Cuando me dijeron que en el sanatorio no quedaba nadie, sentí una enorme punzada en el corazón. Incluso aquellas madres que tenían a sus hijos ingresados con oxígeno habían huido y se habían llevado a sus hijos con ellas. Empecé a pensar cuántos niños morirían ese día por falta de oxígeno y tratamiento, y sentí un dolor inmenso.
Las únicas personas que quedaron en el hospital fueron cuatro madres cuyos hijos estaban con oxígeno
Más tarde, sobre las cuatro y media de la tarde, me llamó uno de los auxiliares de nutrición para decirme que había ido al hospital para cubrir el turno de noche y que había algunos pacientes dentro, que en el ITFC [Centro de Alimentación Terapéutica para Pacientes Desnutridos, por sus siglas en inglés] había 16 personas, y que en el departamento de pediatría quedaban otras 30. Al poco tiempo (a nuestro auxiliar) se le unieron otros seis trabajadores de MSF y un médico de la organización. Rápidamente, se encargaron de los ingresados, pusieron de nuevo el oxígeno a las personas que lo necesitaban y les proporcionaron sus tratamientos. Sobre las seis y media se produjo un fuerte tiroteo; intenté llamar de nuevo al hospital para saber qué estaba pasando dentro y me dijeron que en ese momento estaban todos en el suelo, pues estaban escuchando los disparos justo al otro lado del recinto. A los pocos segundos, me confirmaron que el centro había sido atacado. Después, los militares [de seguridad] les pidieron que cerraran la sala de atrás y que nadie se moviera de allí, ya que no era seguro salir del edificio.
El 25 de abril fue el día más complicado. A partir de las 06.45 de la mañana se produjeron muchos disparos. La mayoría de las madres que había regresado decidieron abandonar de nuevo el hospital. No tenían otra opción, puesto que todo el personal había huido también. Las únicas que quedaron fueron cuatro mujeres cuyos hijos estaban con oxígeno. Según me contaron, decidieron quedarse, advirtiendo a todo el mundo de que pasara lo que pasase, no volverían a retirar el aire a los niños.
En este momento (26 de abril), la situación en El Geneina no es muy halagüeña. Ahora mismo seguimos en la base de MSF y las cosas no pintan bien, ya que todavía se oyen detonaciones esporádicas por aquí y por allá. Estamos todos preocupados, pensando en el hospital y en el gran número de vidas que podríamos salvar durante todo este tiempo, en los niños que vienen cada día buscando ayuda desesperadamente porque necesitan ser ingresados. Sin embargo, somos conscientes de que ahora mismo no podemos hacer nada por ellos, pues sigue sin ser seguro salir de la residencia para trasladarse al centro sanitario.
Clínica móvil bajo un árbol de mango en la ciudad de Kreneik, el 13 de febrero de 2022. Fue la última intervención de MSF en la ciudad antes de que los conflictos violentos resurgieran.MSF (MSF)
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