Casi ocho millones de suecos están convocados a las urnas este domingo para decidir si se convierten en otro país europeo con un gobierno apoyado por la ultraderecha o si conceden un tercer mandato a los socialdemócratas, tras una campaña centrada en la criminalidad, la inmigración, la energía y la inflación. Dos bloques —poco sólidos y formado cada uno por cuatro partidos— se disputan la victoria en una jornada electoral que tendrá un resultado muy ajustado, según los sondeos.
Los colegios electorales han abierto a las 08.00 (misma hora en la España peninsular) y cerrarán 12 horas después. Más de dos millones de electores han ejercido el voto anticipado, un incremento del 10% respecto a los comicios de 2018.
Todos los sondeos apuntan a una victoria del Partido Socialdemócrata de la primera ministra, Magdalena Andersson. La formación, en el Gobierno desde 2014, ha ganado todas las elecciones parlamentarias celebradas en el país escandinavo desde 1914. El Partido Moderado (conservadores) y Demócratas de Suecia (ultraderecha) se disputarán la segunda posición. Hasta hace un mes, los moderados eran segundos en todas las encuestas, pero un vuelco en las últimas semanas ha colocado a la formación ultra —con raíces neonazis— como primera fuerza de la derecha, con más del 20% de intención de voto.
La derecha tradicional encara sus primeros comicios en los que ha abierto la puerta a la posibilidad de llegar al poder con el apoyo directo o indirecto de Demócratas de Suecia (DS). Otros dos grupos parlamentarios, cristianodemócratas y liberales, también parecen dispuestos a sumar sus escaños para expulsar del poder a Andersson, la primera mujer en gobernar el país.
La primera ministra, cuyo partido obtendrá según los sondeos cerca del 30% de los escaños, necesitará el apoyo de otros partidos (La Izquierda, Los Verdes, Partido del Centro) para mantenerse en el cargo.
Las cinco encuestadoras del país dan una ligera ventaja al bloque rojiverde, pero dentro de los márgenes de error. El grupo de partidos encabezado por los socialdemócratas obtendría, según los últimos sondeos, entre el 49% y el 51% de los votos. La constelación de partidos de la derecha lograría entre el 47% y el 49%.
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Hay 349 escaños en juego en un sistema de representación proporcional, en el que solo los partidos con más del 4% de los votos en el país obtendrán escaños —liberales y verdes no parecen tener garantizado su puesto en el Riksdag (Parlamento de Suecia)—. Para ser investido primer ministro no es necesario tener una mayoría absoluta de votos a favor, pero sí que no se sumen 175 votos en contra.
Tras las elecciones de 2018, Suecia vivió una parálisis política de cuatro meses hasta que alumbró un Gobierno socialdemócrata en coalición con los verdes. El bloque de izquierdas en su conjunto (socialdemócratas, verdes y La Izquierda) era minoritario, con 144 escaños, respecto al bloque de derechas, formado por la Alianza (moderados, centristas, liberales y democristianos) y los xenófobos DS, que, juntos, alcanzaban 205. Sin embargo, el cordón sanitario que se estableció a la ultraderecha permitió la formación de gobierno.
Ese cordón sanitario hoy se ha evaporado. Cristianodemócratas, liberales y moderados llevan meses madurando la idea de cooperar políticamente con DS. No así el Partido del Centro, que defiende un firme veto a la ultraderecha y se muestra dispuesto a mantener en el poder a Andersson a cambio de que la ultraderecha no toque poder. Sin embargo, la posibilidad de que los ultras se conviertan en primera fuerza de la derecha —algo a lo que no apuntaban los sondeos hasta las últimas semanas— coloca en una situación delicada al resto de partidos de la derecha. Muchos de sus electores parecen dispuestos a que se forme un gobierno con el apoyo externo de la extrema derecha, o incluso ofrecerles alguna cartera ministerial, pero no a convertir a su líder, Jimmie Akesson, en primer ministro.
La campaña ha estado dominada por temas en principio favorables a la oposición de derecha, como la criminalidad, los problemas de integración de parte de la población inmigrante y la espiral inflacionaria, principalmente en los precios de la energía. La popularidad de Andersson, con un índice de confianza superior al del líder de los moderados, Ulf Kristersson, así como el temor de los electores centristas de ver a la ultraderecha en las esferas del poder, podrían inclinar la balanza a favor de la izquierda.
Dos sondeos a pie de urna se publicarán a las 20.00. Un par de horas después se prevé que haya resultados fiables. Sin embargo, un resultado ajustadísimo entre ambos bloques, con una diferencia de un único escaño, podría convertir en decisivo el voto en el exterior, que tardará unos días en escrutarse.
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