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Taghi Rahmani, escritor exiliado: “Las protestas en Irán no tienen marcha atrás”

Taghi Rahmani, escritor exiliado: “Las protestas en Irán no tienen marcha atrás”


Taghi Rahmani, el pasado octubre en París.JULIEN DE ROSA (AFP)

Taghi Rahmani (Qazvin, 63 años) pisó una prisión por primera vez con 15 años, bajo la despótica monarquía del último sha de Irán. Desde entonces hasta 2012, cuando se exilió en Francia, este intelectual estuvo entrando y saliendo de la cárcel, donde pasó más de 16 años. Reporteros sin Fronteras lo definió en 2011 como “el periodista que más veces había ingresado en prisión” por criticar a la República Islámica que rige su país desde 1979. En 2015, los hijos mellizos de Rahmani, ahora de 16 años, se reunieron con él en París. Su madre, la periodista Narges Mohammadi (Zanyán, 50 años), acababa de ser encarcelada en Irán. Mohammadi —premio Andréi Sájarov del Parlamento Europeo en 2018 — sigue en prisión, donde acumula condena tras condena. Hace siete años que esta madre no ve a sus hijos y siete meses que no le permiten hablar por teléfono con ellos, explica su marido. Por videollamada con este diario desde París el jueves, Rahmani asegura que no se arrepiente del precio que su familia ha pagado por su lucha. Su mujer, afirma, lo hace aún menos: “Ella es más firme que yo en cuanto a nuestros ideales”.

Pregunta. ¿Cómo analiza las actuales protestas en Irán?

Respuesta. Un proverbio persa dice que la cuerda se rompe por su parte más estrecha. Tras 43 años de injusticia, el régimen ha tensado demasiado esa cuerda por su discriminación a las mujeres, a las minorías étnicas y religiosas; por su insoportable represión y su corrupción generalizada, que han sumido a los iraníes en una pobreza extrema. De ahí el lema “Mujer, vida y libertad”: mujer, porque las iraníes sufren normas de la Edad de Piedra; vida, porque en Irán hay mucha gente que literalmente no puede vivir y, por último, libertad, porque de libertad y de justicia es de lo que más carecemos. Lo que le sucedió a Mahsa Amini [la joven que murió bajo custodia policial el 16 de septiembre tras ser detenida por llevar mal puesto el velo] fue solo la mecha. Las protestas se dirigen contra todo el régimen.

P. ¿Las mujeres son la parte estrecha de esa cuerda?

R. Son las más perjudicadas por la terrible discriminación con la que esta teocracia trata a todo aquel que no comulgue son sus valores fundamentalistas chiíes. La República Islámica persigue a las minorías étnicas, religiosas, sexuales, pero las mujeres padecen una discriminación sistémica. Se dice a menudo que el 60% de los universitarios iraníes son mujeres y es cierto, pero las iraníes están ausentes de los órganos de poder. En el Parlamento, hay 299 escaños y solo nueve son ocupados por mujeres, por supuesto afines al régimen, que no están allí para defender a las iraníes, sino para discriminarlas aún más.

P. ¿Qué distingue a estas protestas?

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R. Protestas siempre ha habido en Irán, pero en las anteriores participaban mayoritariamente iraníes desposeídos de la periferia de las ciudades y también de regiones como la kurda. Una diferencia muy grande de estas protestas es la implicación de las clases medias y los universitarios. El propio régimen ha comprendido su error al no cerrar las universidades. Otra novedad es la persistencia de las manifestaciones y el que una población a la que este sistema fundamentalista ha tratado de dividir por todos los medios, apelando a la etnia, a la religión, incluso a las diferentes profesiones, esté ahora gritando al unísono “De Teherán al Kurdistán, ofrezco mi vida por la libertad”.

P. ¿Qué representa la persistencia de las manifestaciones?

R. [El ayatolá] Jamenei [líder supremo de Irán] está muy preocupado, sobre todo porque se está llegando a un agotamiento de las fuerzas de represión [448 iraníes han muerto por la represión en Irán, según la ONG Iran Human Rights, 300, según la única cifra oficial que se conoce]. El régimen no lo esperaba. Han transcendido documentos, obtenidos por piratas informáticos, en los que las autoridades expresan su temor a no tener medios suficientes para seguir reprimiendo las protestas. Hasta el propio régimen sabe que la inmensa mayoría de los iraníes, el 80%, según esos documentos, quiere el cambio. No todos salen a la calle, por la brutalidad de la represión y el miedo, pero sí comparten los ideales de los manifestantes. El 20% restante son gente que tienen interés personal en que este régimen subsista.

P. ¿Cree que las protestas podrían detenerse?

R. Creo que no hay marcha atrás. Los iraníes han roto con este régimen. Vivimos el germen de una revolución que, para triunfar, necesita imponerse en cinco ámbitos: cultural, social, económico, legislativo y político. En los dos primeros, ya se ha completado esa revolución. Si hubiese algún parón en la movilización, sería para volver a resurgir, ante la extensión del descontento popular. Lo único que podría ralentizar, no detener, las protestas sería que la teocracia consiguiera inyectar una gran cantidad de dinero que mejorara el día a día de la población, pero el régimen no tiene esa capacidad económica.

P. ¿Qué escenario podría abrir la muerte de Jamenei, que tiene 83 años? ¿Un golpe de Estado de la Guardia Revolucionaria?

R. Jamenei es un elemento de bloqueo, que impide cualquier posibilidad de cambio. El único camino es el derrocamiento del régimen. La Guardia Revolucionaria y la República Islámica son lo mismo. Un golpe de Estado no podría empeorar la situación. En Irán, el núcleo del poder lo componen ahora mismo Jamenei, su hijo [Mojtaba], el jefe del poder judicial, el jefe de los servicios de espionaje y la Guardia Revolucionaria. Si Jamenei impone como sucesor a su hijo, más débil que él, y la gente sigue resistiendo, la protesta tendrá más fuerza. Jamenei tiene cuatro líneas rojas: la primera es la visión de Estados Unidos como un enemigo; la segunda, el rechazo a los líderes del Movimiento Verde de 2009 [Mir Hosein Musavi y Mehdi Karrubí]; la tercera, el control sobre el Consejo de Guardianes [el organismo con poder de veto de las leyes y los candidatos presidenciales]; y la cuarta, la obligatoriedad del velo. Si cuando muera Jamenei, se mantienen esas líneas rojas, no habrá ningún cambio por parte del régimen.

P. ¿Qué ha pasado con los reformistas en Irán?

R. Muchos iraníes reformistas han abandonado toda esperanza de que esta teocracia evolucione y ahora quieren un cambio de régimen. Algunos están encarcelados por haber participado en las actuales protestas.

P. ¿Qué reclaman los iraníes a Occidente?

R. El interés de Europa es apoyar al movimiento democrático iraní. Occidente no debe buscar arreglar sus problemas con la teocracia en Irán, centrándose en el [acuerdo] nuclear, sino apoyar nuestra revolución. Ahora mismo, necesitamos que nos ayuden a obligar al régimen a anular las condenas a muerte de los manifestantes [al menos seis].

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