Tamara Falcó se ha proclamado como devota mariana en más de una ocasión. Tras recorrerse diversos santuarios, la socialité se dio cuenta de que la religión era un gran pilar en su vida, e incluso se llegó a plantear meterse a monja. Sin embargo, Falcó creyó que su verdadero camino estaba en la familia, por lo que decidió buscar el matrimonio.
Desgraciadamente, la hija de Isabel Presley no acertó a la hora de elegir a su media naranja. Tras la ruptura con Íñigo Onieva, quien, por su parte, viajó a Estambul durante unos días, se dedicó en cuerpo y alma a la fe, y se desplazó hasta el Santuario de Lourdes.
La marquesa de Griñón no se avergüenza de su religiosidad y habla de ella siempre que surge el tema. En una ocasión, confesó que, para ella, rezar era su bote salvavidas.
Falcó habla de Dios con mucha devoción tras explicar lo mucho que le ha ayudado: “Dios me agarró la mano cuando más le necesitaba; me enseñó a llorar con fuerza; que un gracias o un perdón pueden cambiarlo todo; que la fuerza más grande es el amor y lo contrario el miedo”.
Con relación a la Biblia, dice ser “su libro de instrucciones”, pues siente que, en ella, toda su vida está escrita. “Jesucristo me brinda la ayuda para vencer los sinsabores de la vida”, explica la socialité tras comentar que considera a Dios como parte de su círculo más cercano.
Asimismo, también se considera a sí misma como la “relaciones públicas” de Jesucristo, pues considera que, que la gente se meta con los creyentes, es “buenísimo, santísimo, es el camino al cielo”.