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Tamara Falco y los dramas que ha superado antes de su boda con Íñigo

Tamara Falcó ha conseguido que la frase tan repetida de “ha triunfado el amor” cobre un significado casi épico en un 8 de julio ya ha pasado a la historia del papel cuché. Como viene siendo habitual en su histórico de vida, la marquesa de Griñón ha logrado con su historia de amor definitiva (o al menos la que la ha llevado al altar) darle a la audiencia sustos, alegrías y muchas preocupaciones en tiempo récord. Y es que, desde que se conociera el comienzo de su historia de amor con un atractivo diseñador industrial (como se dijo en su día), el timeline de su noviazgo ha sido más bien el perfecto guion de una telenovela.

Tamara Falcó e Iñigo Onieva en Madrid / Gtres

La cuarta hija de Isabel Preysler ha sudado la camiseta (de Pedro del Hierro eso sí) para lograr su propósito de pasar por el altar con el hombre que ama luchando contra tempestades. La primera de ellas fue en la frente, después de muchos rumores de infidelidades a los que Tamara Falcó daba portazo asegurando que “confiaba en su novio”. La confianza se fue al traste unas horas después de anunciar su compromiso matrimonial express via redes sociales.

Tamara Falcó e Íñigo Onieva en una inauguración / Gtres

Las imágenes de Íñigo Onieva disfrutando a lo grande y besando a una modelo en el Burning Man fue el detonante de la fulminante ruptura entre ambos, a pesar de que Íñigo negó la mayor en las primeras horas del brutal descubrimiento “no podrán romper nuestro engagement”, decía él, pero se rompió. Entre dimes y diretes, Tamara se enclaustró, se fue a Lourdes para ayudar al prójimo y a sí misma, prometiendo frente a los medios que no volvería con un hombre que le había sido infiel y que había continuado con la mentira.

Tamara Falcó e Íñigo Onieva / Gtres

Sin embargo, y aunque la marquesa se mostró cercana a con un amigo en común con Íñigo (tintado de ilusión), Tamara y su ex se reconciliaban en la Nochevieja del 2022 ante la posterior perplejidad de familiares y amigos. La pareja retomaba de inmediato sus planes de boda, en esta ocasión express, y hacían oídos sordos a críticas y comentarios. Había triunfado el amor, cierto, pero no sabían que sus preparativos seguirían dándoles, uno tras otro, mil y un quebraderos de cabeza.

El Rincón / Gtres

El enclave de su casamiento se convertía de inmediato en un primer escollo para Tamara. El sueño de casarse en la finca familiar de El Rincón traía los primeros titulares desagradables ya que, como se supo nada más saber que sus planes de boda seguían adelante, no se encontraba en las mejores condiciones, llegándose a hablar incluso de estancias en estado de ruina y la necesidad de un alto reembolso para acondicionar el lugar. La solución llegó con premura: los novios decidían celebrar la gran parte del evento al aire libre.

El segundo de ellos y uno de los más dramáticos fue el del vestido. Tamara se decantó por la firma Sophie et Voilá para que se encargara de crear el gran secreto de su gran día. Nadie podría imaginar que tras una primera prueba y a solo dos meses de la boda, la firma vasca rompía “un contrato de larga duración” (que nadie conocía) con Tamara y lo hacía vía comunicado confirmando que no diseñaría el traje de novia. Tamara se lanzaba en brazos de su amiga Carolina Herrera (firma que aseguró en su reality que sería la casa de modas que le haría el vestido si un día se casaba).

Tamara Falcó en Madrid / Gtres

Tras el sinsabor del diseño, llegaba el robo de las joyas a algunas de las invitadas al evento. Una semana antes del día, se daba a conocer que los refutados joyeros vallisoletanos de Del Páramo Vintage, que portaban algunas de las joyas que habían puesto a disposición de determinadas invitadas, habían sufrido un robo en la A6, siendo despojados de piezas por valor de dos millones de euros. Aunque se llegó a desmentir que las joyas fueran para Tamara, se conoció después que si que había algunas joyas destinadas al enlace y sus exclusivas asistentes.

Tamara Falcó en una foto de archivo/ Gtres

El colofón a tanta desdicha llegaba con el disgusto de algunos invitados a las estrictas normas impuestas por la pareja para, en primer lugar evitar filtraciones y en segundo, convertir su boda en el evento más chic del año. Al parecer los contrayentes enviaban un mail a sus invitados en el que informaban de un imposición para la mismas, no hacer uso de sus teléfonos móviles. Dicha norma explicaba a los asistentes que tendrán una consigna para depositarlos hasta que acabe la boda. Otro objeto de discordia fue el dress code a seguir en el enlace: las mujeres deberían ir de largo, y ellos, con traje oscuro. Inconvenientes que la pareja ha ido sorteando uno por uno para llegar a hacer el sueño de su matrimonio una realidad.


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