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Tanques occidentales a Kiev: un mensaje demoledor para el Kremlin

EL PAÍS


Un tanque Leopard 2 durante unos ejercicios militares en Letonia en 2021.VALDA KALNINA (EFE)

La suerte parece echada. Der Spiegel informaba la tarde del martes de que el Gobierno alemán ha tomado la decisión de entregar los tanques Leopard 2 a Ucrania; poco antes, medios estadounidenses señalaban que la Administración de Joe Biden se decanta por suministrar a Kiev los tanques Abrams, aunque el presidente no ha refrendado todavía la medida. De formalizarse estos pasos, se trataría de un desarrollo trascendental en la guerra, no solo en el plano militar. También en el político, con un mensaje de unión y determinación occidental muy duro para el Kremlin.

En el plano militar, la entrega de tanques occidentales modernos tiene un gran valor por varios motivos. En primer lugar, porque son más eficaces de los de fabricación soviético-rusa de los que dispone actualmente Ucrania, algunos como material propio, otros entregados por aliados del Este de Europa que también contaban con esos modelos en sus arsenales, y otros más conquistados en el campo de batalla a las fuerzas invasoras. Los tanques occidentales cuentan con mayor agilidad, mayor capacidad de reconocimiento general y por tanto movimiento nocturno, mayor resistencia acorazada y mejor precisión de disparo.

Dentro del lote occidental, los Leopard 2 son especialmente útiles, porque dispone de ellos al menos una docena de países, con un conjunto de unas 2.000 unidades, lo que facilita una cadena de suministro con mucha profundidad, que permitiría homogeneidad operativa, uniformidad en las logísticas de mantenimiento y repuesto. Además, según los expertos, su manejo, mantenimiento y alimentación en términos de combustible son más viables que los Abrams estadounidenses.

El activo no reside solo en la mejora que estos aparatos representarían, sino en los problemas que, sin ellos, Ucrania afrontaría pronto en términos no solo de progresiva destrucción por parte del enemigo de las unidades con las que cuenta, sino también de agotamiento de piezas que sirven para hacer funcionar los tanques soviéticos, que obviamente no se hallan en producción en las industrias occidentales.

Trasladada al campo de batalla, esta inyección de fuerzas sin duda cambiaría el balance sobre el terreno de forma significativa. Naturalmente no se pueden prever con precisión sus efectos en la batalla, pero es razonable pensar que la posición bélica de Ucrania mejoraría sustancialmente con la entrega de cientos de tanques occidentales. La guerra de Ucrania tiene un fortísimo componente terrestre. La artillería desempeña un papel fundamental, pero el dinamismo sobre el terreno y la capacidad de acción combinada que se apoya sobre los tanques es un pilar de extraordinaria importancia.

En el segundo plano, el político, la importancia no es menor. Un acuerdo en esta materia de los aliados occidentales de Ucrania sería un nuevo, contundente mensaje al Kremlin. Se trataría de un gran paso más en el camino de apoyo a Kiev, que empezó con el suministro de armas de escaso alcance y llega ahora a uno de los elementos más significativos de los arsenales occidentales. Es una demostración de unidad y compromiso.

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De nuevo, si se confirman las informaciones, la Administración de Joe Biden desempeña un papel central. Berlín mantenía desde hace semanas una reticencia a dar luz verde a la entrega de los Leopard, sintiéndose incómodo en tomar una posición de liderazgo. Washington consideraba que lo racional era que, en este apartado, se respaldara a Kiev con los tanques de producción alemana. El canciller alemán, Olaf Scholz, recalcó la semana pasada en Davos el concepto de que los aliados estén “interconectados” como clave para avanzar. El flujo de las noticias sugiere que el giro en EE UU ha convencido finalmente a Alemania.

La unión política de Occidente en el respaldo a Kiev es, posiblemente, la peor de las noticias para el Kremlin. La valentía y habilidad de los ucranios sería insuficiente sin el respaldo financiero y militar de sus socios. Los Leopard 2 y los Abrams son un mensaje demoledor para Moscú, la confirmación de que Occidente ni se divide ni afloja, como tanto desea Vladímir Putin.

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