No es una arenga afiliada al surrealismo más gamberro como aquella que repetían los inolvidables hermanos Marx cuando vagaban por el Oeste y que aseguraba: “Más madera, es la guerra”. No, es el lema real que acaba de inventarse el PP para animar a sus votantes respecto a las declaraciones sobre cierta carne que ha hecho un ministro de no sé qué materia. Dice así: “Más ganadería, menos comunismo”. Y flipo. Pero el inventor de semejante majadería debe de cobrar un pastón por su concienciado y épico trabajo.
Y relaciono esa inmensa chorrada con las sentencias públicas o privadas que proclama el protagonista de la serie Vota Juan (HBO Max). Comencé a verla con cierta desgana, preguntándome qué coño hacía yo siguiendo la carrera de un inenarrable ministro de Agricultura. Es mezquino, mentiroso, bocazas, inútil, artero, patético, grotesco, cruel, tramposo. Lleva toda su prescindible existencia viviendo del mismo negocio, es idiota, pero se mantiene activo gracias a las carambolas, rodeado de un equipo de asesores que saben de su golfería pero convencidos de que si el barco común naufraga ellos se van a ahogar igualmente.
Sientes vergüenza ajena ante la personalidad y la conducta de su protagonista. ¿Exageran en la caricatura Diego San José y Juan Cavestany, creadores de este imbécil poderoso? No lo tengo claro. Porque al observar y escuchar a gran parte de la clase política deduzco que lo que cuenta Vota Juan no es ficción, sino una temible fotografía de la actualidad. Juan es inequívocamente español. Aunque la catadura expresiva y moral de este cutre señor de Logroño la comparten fulanos como Boris Johnson, ese cínico engañabobos educado en Oxford. Y es muy probable que ambos sobrevivan continuamente en el repugnante andamiaje de la cosa pública. Y si no fuera así, las empresas privadas les esperan con los brazos abiertos.
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